El vuelo

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—¿Vas a Palm Beach? Pero Marce, ¿qué vas a hacer allí? —Preguntó Patricia con curiosidad, tras ver a su amiga salir de la presidencia.

—Voy a ver cómo está el punto de venta y la oficina que tenemos allí, es lo que me ha pedido Roberto. —Le explicó brevemente Marcela.

—¿Y realmente te vas?

—Por supuesto, Palm Beach es una responsabilidad que asumí cuando Armando se convirtió en presidente y Roberto me pidió que hiciera este viaje. Además, quiero respirar aire nuevo, estar allí me hace sentir muy bien. —Dijo ya imaginando que el viaje le traería la tranquilidad que necesitaba.

—Y puedes aprovechar para hacer algunas compras también, trae un regalito para tu amiga... Ay, Marce, ese perfume que me regalaste se ha acabado. —Se lamentó, esperando a que Marcela le diera otro.

—Lo traeré, ya sabes que siempre traigo algo para ti. —Se rió, conociendo ya las intenciones de su amiga.

—Lo sé, Marce, porque eres una buena amiga, de verdad. ¿Cuándo te vas?

—Hoy, quiero irme cuanto antes. —Dijo, deseando salir de Ecomoda y olvidarse de todos esos problemas, aunque sólo fuera por unos días.

Poco después, mientras las dos amigas seguían charlando, Mariana llamó a la puerta de la oficina de su jefa para decirle cómo iban los preparativos de su viaje.

—Doña Marcela, ya he llamado a donde me pidió y el próximo vuelo sale a las seis de la tarde. —Informó, mirando lo que había anotado, para no darle información errónea.

—Bueno, es tiempo suficiente para hacer la maleta e ir al aeropuerto. ¿Lo ha confirmado?

—Sí, lo confirmé. Los billetes, los dólares... El doctor Roberto le pidió a Betty que hiciera el giro de dólares. —Explicó, mencionando a Betty, que era un motivo más para que Marcela quisiera salir de allí cuanto antes.

—Ah, claro... Entonces espera a Beatriz y pide un carro que me lleve al aeropuerto, yo dejaré el mío en Ecomoda. —Pidió cortésmente a la secretaria.

—Sí, señora. Con permiso. —Dijo y se marchó, dejando a las dos solas de nuevo.

—Bueno, voy a coger mis cosas y me voy a mi apartamento. —Dijo Marcela a Patricia, levantándose de la silla y cogiendo el bolso.

—Oye y vuelvo a mi trabajo, antes de que Roberto piense que no hago nada. —Dijo la rubia, temerosa de causar una mala impresión.

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—¿Vas a ir, Marcela? —Preguntó Margarita, viendo a su ex nuera salir de su oficina.

—Sí, el próximo vuelo es a las seis.

—Bien, pues buen viaje. Betty ya ha proporcionado los dólares para ti y Armando y él ya tiene la llave del apartamento también. —Explicó Roberto, mencionando a su hijo, como si Marcela ya supiera que iba con él.

—¿Armando? —Preguntó sorprendida.

—Sí, Armando. Lo encontrará en el aeropuerto, en este momento está en su apartamento, ha ido a hacer las maletas. —Explicó Margarita. — Creí que te lo habíamos dicho.

—No, no lo hiciste. Pensé... que Mario se iba también. —Dijo ella, aún sorprendida, pensando que irían los tres.

—No, Mario renunció.

—¿Mario renunció? —Preguntó Patricia perpleja, levantándose de su silla y dirigiéndose hacia ellos.

—Sí, renunció a su cargo y a la sociedad, parece que Armando y él se pelearon. —Explicó Roberto con pesar.

Un cambio inesperadoWhere stories live. Discover now