Una duda

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Todavía en la empresa, Betty cogió sus cosas y salió de la presidencia, dirigiéndose al ascensor. Se dio cuenta de que sus amigas ya no estaban y que probablemente ya se habían ido, pero cuando bajó las encontró a todas hablando en la recepción.

—Y la doña Marcela se desmayó de repente. —Dijo Mariana como si fuera la noticia del mes.

—Pero así... ¿de pronto? —Preguntó con curiosidad Aura María.

—Deben ser los nervios, se estresa demasiado con don Armando. —Comentó Sofía.

—Y aún más ahora con esta nueva amante. —Bertha completó su discurso, recordándoles el mayor chismes de la empresa.

—Hoy ya estaban gritando en ese comité. ¿Verdad, Betty? —Preguntó Sandra, introduciendo a Betty en la conversación.

—¡Dinos Betty! Betty lo sabe todo. —Dijo Aura María, deseosa de conocer los últimos acontecimientos.

—No muchachas, yo no me meto en la vida de don Armando y doña Marcela.

—Ay, Betty, por supuesto que sí. Siempre estás ahí, incluso sabes de la amante de Armando. —Dijo Sofía, curiosa por saber quién era la misteriosa mujer.

—Chicas, no presionéis a Betty. Aunque lo sepa, no es asunto nuestro. —Dijo Inesita compadeciéndose de la mujer que estaba claramente nerviosa con tantas preguntas.

—Por eso la doña Marcela se mete con ella. —Concluyó Mariana.

—Dinos, ¿quién es esta señora? —Aura María volvió a presionar.

—¿Es una de las nuevas modelos? —Preguntó Sandra.

—Ah, ¿o es una vieja que ha vuelto? —Se preguntó Bertha meditando la posibilidad de que fuera Karina Larson o otra de las modelos a las que Armando ya había traicionado a Marcela.

—No sé, muchachas. —Dijo visiblemente nerviosa. Betty tenía mucho miedo de que alguien descubriera su secreto.

—¡Claro que lo sabes, pero no quieres decírnoslo! —Dijo Sofía, molesta por el silencio de su amiga.

—Vamos, chicas, vamos. Betty no nos dirá nada de todos modos. —Dijo Aura María, marchándose con las demás.

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Los novios se dirigieron al apartamento de Marcela en silencio y de vez en cuando él miraba a su alrededor para asegurarse de que ella estaba bien. Antes de irse, la Valencia le había dado a Patricia dinero para que tomara un taxi, ya que no podía llevarla.

—¿Estás bien? —Preguntó visiblemente preocupado por ella, mientras entraban en el departamento.

—Sí, mucho mejor. Gracias. —Le sonrió suavemente.

—No hay nada que agradecerme, Marce.  —Armando le devolvió la sonrisa.  —¿Quieres descansar? ¿O debería pedir la cena?

—Pide la cena.

—Seguro... un momento. —Dijo al darse cuenta de que su teléfono no paraba de sonar.

—No quería entrometerme en tus... planes. Dile que lo siento. —Dijo irónicamente la Valencia, pensando que podría ser la otra.

— Parece que te encuentras mucho mejor. —Dijo Armando sin que le gustara la ironía de su voz. —U no te preocupes, es Mario. —Dijo tras ver que era el número de su amigo.

Un cambio inesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora