Mentira bien contada

584 31 10
                                    

Todos estaban muy preocupados por saber qué quería Daniel, cuál era el motivo de una reunión de última hora. Viniendo de él, no podía ser nada bueno, nada que le diera felicidad a Armando. Al llegar, ni siquiera se molestó en burlarse de Patricia, que se mostraba aprensiva y curiosa, tratando también de averiguar por qué se reunían todos a media tarde.

Nada más entrar, vestido de negro y con sus gafas oscuras, se notaba su expresión que dejaría a cualquiera confundido. Era imposible saber qué pasaba por su cabeza, lo que pretendía o pensaba en ese momento era un misterio. En su mano se pudo notar una especie de libro rojo, ¿sería el boletín de la cámara de comercio?

—¡Buenas tardes! —Saludó con seriedad.

—Buenas tardes, doctor. —Gutiérrez fue el primero en responder.

—Hola, Daniel. —Saludó a Marcela.

—Hola, hermanitas. —Respondió a las dos, recibiendo una sonrisa de María Beatriz, que ni siquiera sabía lo que estaba pasando, solamente a llamaron y se fue. —¿Cómo están, Roberto, Margarita?

—Estamos bien, cariño.

—Un poco curiosos por saber de qué se trata esta reunión. —Respondió Roberto, que no quería perder el tiempo allí, tenía un vuelo programado para más tarde y ya se había preocupado demasiado por Ecomoda, necesitaba descansar.

—No entiendo por qué están tan curiosos, acordamos que cada colección lanzada, tendríamos una reunión. Quería programar esta para saber cómo está la situación de Ecomoda. —Respondió como si nada, mirando a Armando, que en ese momento ya sintió un escalofrío que le recorría la columna vertebral. —Quiero ver el balance, las ventas... —Pidió, esperando una respuesta de su rival.

—¡Pero esto es ridículo! Me niego. —Negó Armando, como si eso fuera a hacer desaparecer a todos.

—¿Por qué, Armando? Tengo derecho, lo acordamos en la junta que te eligió presidente. —Le recordó un poco irónicamente—. —¿No es así Roberto? ¿No quieres saber cómo va la empresa antes de volver a Londres? —Llamó a Roberto, sabiendo que el mayor no estaba seguro de que la administración de Armando fuera bien.

—Bueno... ya que estamos todos aquí... no veo por qué no. —Dijo el mayor de los Mendoza, queriendo asegurarse de que todo iba bien en su querida empresa.

—No podemos tener una reunión de última hora, no hay un balance listo. —Argumentó, queriendo que dejaran de mirar las finanzas de la empresa.

—¿Cómo no? Ya deberías haber pedido este balance, sabes que cada vez que tus papás vienen para un nuevo lanzamiento, hacemos una reunión y analizamos la situación de Ecomoda. —Replicó Daniel, harto de las excusas.

—No hay nada que analizar, todo es perfecto.

—Eso no lo dices tú, lo dicen los números. —Contestó el Valencia, ansioso por ver todo.

—Armando, ya estamos aquí. ¿Qué cuesta? —Preguntó Roberto, encontrando extraña la actitud de su hijo.

—Pero papá, nada está listo.

—Debe haber algo, pídele a Betty que nos muestre los números, puede ser un simple balance, con sólo las partes más importantes. —Contestó, sin ver ningún obstáculo para continuar.

—Bien, hablaré con Betty. —Se consideró derrotado, saliendo de la sala.

Armando no sabía lo que le esperaba, tenía miedo, pero no podía mostrar más de lo que ya había mostrado. Daniel, sus papás, Marcela.... Nadie podía conocer la situación real de la empresa. Era cierto que se estaban recuperando poco a poco, pero nada era tan bueno como antes. Entró algo inseguro a pedirle eso a Betty, no había hablado con ella en todo el día y ahora iba a llamar a su puerta para pedirle un favor que la perjudicaría de forma inimaginable si se enteraban.

Un cambio inesperadoWhere stories live. Discover now