Renuncio

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—¿Vender? No, no podemos vender. —Negó Marcela, que empezaba a estresarse por la idea de su hermano de vender la empresa.

Toda su vida, Marcela había conocido Ecomoda como una segunda casa, esa empresa tenía todo el esfuerzo de sus padres, tenía su esencia y sus sueños. Amaba aquel lugar tanto como a su padre y no podía ni pensar en deshacerse de su querida empresa.

—Ai, yo también creo que Daniel puede tener razón. —Dijo Camila, rompiendo el silencio que se había instalado en el lugar.

—¿Incluso tú, Camila? —Cuestionó Margarita, sin creerse que ella también quisiera vender la empresa que tanto les había costado construir.

—No pensaba en eso cuando vine, pero esta reunión está dejando claro que el estado de la empresa no es nada bueno, y ni siquiera sabemos si vamos a recuperarla. —Se justificó, pensando que también era lo mejor.

—Vender Ecomoda sigue sin ser una opción. —Dijo Armando, sabiendo que había hecho todo eso sólo para no vender la empresa.

—Dijo el hombre que se lo dio Ecomoda a la asistente... —Daniel dijo con ironía, pensando que Armando no estaba capacitado para opinar, si él mismo había puesto a la empresa en pésimas condiciones.

—¿Cómo vas a vender la empresa si no la tenemos? ¿No lo entiendes? —Marcela se enfadó, alzando la voz a su hermano. Para ella era indignante que quisiera vender algo que había estado en posesión de su familia durante más de 30 años.

—¡Daniel, cállate porque estás acabando con mi paciencia! —Fue el turno de Armando de enfadarse con él. No podía soportarlo más y, a decir verdad, tenía muchas ganas de callarle a puñetazos.

—¡Tú eres el que está probando la mía, Armando! —Le gritó el Valencia.

—Por favor, vender Ecomoda no es una opción. Dicho esto, sigamos escuchando al doctor. —Pidió Roberto, tratando de calmar los ánimos, mientras sentía dolores en el pecho.

—Bueno, como decía antes, el juez tiene que valorar la situación y ver qué es lo mejor. Es bueno que muestren las proyecciones de las finanzas y expliquen que la empresa se está recuperando. —Les explicó el abogado, buscando la mejor estrategia para que sus clientes pudieran recuperar su empresa.

—Tengo aquí un informe completo que demuestra que en seis meses la empresa estará libre de deudas. —Explicó Betty, mostrándoles el informe que había pasado horas redactando.

—¿Y hasta entonces pierdo dinero? —Interrogó Daniel indignado, queriendo deshacerse de este problema en el que se había convertido Ecomoda.

La verdad es que nunca le había interesado mucho la Ecomoda, admiraba a sus padres y el trabajo de los Mendoza, pero todo acabó con la muerte de sus padres. Después se alejó de todo, especialmente de la empresa, se centró en sus cargos públicos y en sus negocios al margen de Ecomoda. Esta fue quizá la razón principal por la que Marcela no dio su voto para que él se convirtiera en presidente, ya que ella quería que él estuviera más involucrado en la empresa antes de convertirse en presidente, al igual que Armando.

—No te preocupes, porque no vamos a tocar tu cheque, Daniel. Si lo hemos depositado todos estos meses, no vamos a dejar de depositarlo ahora. —Le dijo Armando, ahora más tranquilo por su padre.

—Espero que sí, aunque pierda el dinero que invertí en otro negocio.

—Ese es tu problema.

—Por favor, centrémonos en Ecomoda... – pidió Roberto una vez más, tratando de detener la discusión entre los dos. —Continúe, doctor.

Un cambio inesperadoHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin