Me haces daño

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⚠️Advertencia, el siguiente contenido puede hacer que te enfades con la escritora. (Ten amor en tu corazón🫶🏻)

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—Ay no. —Dijo ligeramente molesta, dándose cuenta de que había olvidado algo.

—¿Qué pasa, Marce? —Preguntó Patricia, entrando en el auto.

—Olvidé mi bolso. Acabé dejándolo con el de Cata y el de Margarita y se me olvidó cogerlo después.

—¿Quieres que te lo traiga?

—No, yo lo haré. No creo que sepas dónde está. Quédate aquí, ya vuelvo. —Dijo, desestimando el favor de su amiga.

—Okey, Marce.

Salió de su coche y volvió a entrar en el hotel, dejando a Patricia esperándola. Marcela ya sabía dónde había dejado su bolso, así que sería rápido recogerlo e irse. Allí, dirigiéndose de nuevo a la habitación, giró la massaneta y a velocidad normal Marcela abrió la puerta, encontrando una de las peores imágenes que había visto.

Allí estaban Beatriz Pinzón Solano, la persona por la que albergaba una enorme antipatía, y Armando, su prometido... besándose. Si hubiera estado bebiendo, Marcela podría decir que era el efecto del alcohol, pero no, estaba sobria y veía muy bien.

Al ver esta escena, la Valencia se quedó en la puerta de la habitación mirando a los dos tratando de entender lo que estaba pasando. Sus labios estaban entreabiertos como si estuviera a punto de decir algo, y tenía las cejas fruncidas en completa perplejidad. Intentó negarse a sí misma lo que estaba viendo, pero era inevitable.

—Armando... —Fue lo único que pudo decir aún aturdida, tratando de recomponer las cosas en su cabeza.

Los dos se volvieron rápidamente hacia la puerta cuando notaron que la luz entraba en la habitación que antes estaba tan oscura, y las voces fuertes que antes estaban amortiguadas por las cuatro paredes que junto a la puerta impedían sonidos muy fuertes. Armando fue el primero en ver a Marcela, pues estaba de frente a la puerta y en un acto rápido e irreflexivo empujó a Betty, que también se asustó.

Armando fue incapaz de pronunciar una palabra, con total temor a que su caso fuera revelado a la persona que más temía que lo supiera.

—¡¿Doña Marcela?! —Dijo Betty aterrada.

—¿Así que eres tú? —Preguntó Marcela sintiendo que su sangre comenzaba a hervir y que un odio proveniente del dolor se instalaba en su corazón.

—Marcela... Puedo explicarlo, mi amor. —Dijo Armando acercándose a su prometida, tratando de mantener la calma, aunque era imposible.

—A mí no me dices mi amor, a mí no me tratas como una imbécil, ya no quiero que juegues más conmigo, ¿entendiste, Armando? —Dijo cambiando el tono de voz, harta de él.

—Cálmate, Marcela, hablemos. Puedo explicarlo. —Intentó calmarla antes de que pudiera armar un escándalo.

—¿Quieres explicar que me has traicionado? ¿No has agotado ya tus excusas? —Ironizó Marcela con un tono de puro odio. —¿Y USTED? ¿NO TIENES NADA QUE DECIR? —Gritó, haciendo que Betty se estremeciera y que su grito fuera escuchado por los de afuera.

—Doña Marcela... —Intentó explicar al ver que Marcela avanzaba delante de ella.

—Marcela, esto tiene que ver con nosotros, no con Betty... —Interrumpió Armando, poniéndose delante de su prometida y sujetándola por los brazos en un intento de paralizarla.

Un cambio inesperadoWhere stories live. Discover now