Decisión (Edson X Diego)

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—¿Qué salió?

—Positivo

—Puta madre.

—Valió verga, Edson. Mis papás nos van a matar.

Ambos se sientan en la orilla de la cama de Diego. Miran un punto fijo en la pared y no dicen nada por lo que parecen horas. Lo único que evidencia que ha pasado el tiempo es la luz que se cuela por la ventana y lentamente vuelve las sombras más largas.

Los dos están cagados de miedo, tienen 17 y 18 años, y según la clearblue que Diego se acaba de hacer tiene seis semanas de embarazo.

—¿Qué quieres hacer? — Pregunta Edson después de un rato. No se atreve a voltear a ver a Diego porque siente que este lo va a estar viendo con odio, que seguro va a decir que es su culpa, porque fue él quien lo preñó.

No quiere hablar de esto, Edson simplemente lo quiere evitar porque es un pinche chamaco miado de sexto semestre de prepa que gana trecientos pesos a la semana trabajando de mesero en una taquería viernes y sábado, y que ni de pedo tiene para mantener un hijo o pagarle el aborto a Diego en una clínica buena y que no tenga que abortar en el IMSS, donde ha escuchado que tratan culero a las personas que van a interrumpir su embarazo como si no fuera una decisión lo suficientemente difícil de tratar.

—Le tengo que decir a mis papás— Dice Diego, y él sí voltea a ver a Edson, porque quiere verlo a los ojos y saber si se va a ir o se va a quedar a salirle al paso a este pedo en el que se metieron.

Edson también se gira y busca los ojitos de Diego. Él está aquí y no se va aunque lo corran, pero neta necesita saber qué va a pasar, porque la incertidumbre es lo más cabrón.

—¿Y con lo otro? —Insiste, y ni él sabe que quiere.

—No sé— Responde Diego, cubriéndose el rostro con las manos.
Y ahí es cuando la presión de todo eso hace que Álvarez estalle.

—¿Cómo que no sabes? — La pregunta sale tosca, como si fuera un reclamo.

—Pues no sé Edson, quiero decirle primero a mis papás.

—Pero el que tiene que decidir eres tú, no ellos. A demás si no lo quieres ¿para qué les dices?

La preocupación de Diego se vuelve encabronamiento mientras se pone de pie y sube el volumen.

—Que te valga verga si les digo o no, o si ellos deciden por mí. Si les tienes miedo pues te chingas, les vamos a decir y les vamos a decir los dos, porque esto no es mamada mía, es pedo de los dos.

Edson también se levanta, pues le ofende que piense que lo va a dejar.

—¿Y a ti quien te dijo que te iba a dejar solo con esto?

—Pues por el plan pendejo en el que te estas poniendo es lo que pensé.

—Pues pensaste mal. Ya sé que es pedo de los dos, y créeme que es por eso que quiero que decidas ahorita que hacemos.

—¿Qué hacen de qué? — Pregunta Kevin, hermano mayor de Diego y con quien comparte habitación.

Kevin siempre llega en el peor momento. Llegó por Diego al salón de la prepa la primera vez que él y Edson se besaron, llegó de la nada la tarde de noviembre de hace un año en la que acababan de hacer el amor por primera vez y los encontró desnudos en la cama de su hermano, llegó a pesar de que había dicho que pasaría la noche en casa de un amigo cuando Diego metió a Edson por la ventana y se disponían a dormir juntos. Era como si Kevin tuviera un radar para detectar los momentos más importantes de la pareja y siempre fuera a interrumpirlos. Sin embargo por primera vez su interrupción era bien recibida, pues en él sí podían confiar, él podía ayudarlos a ver que hacer.

Amor en la cancha Donde viven las historias. Descúbrelo ahora