Demasiados omegas 2/2

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Pidoperdón.

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—Portense bien con el tío Kun ¿Quieren?

Leo besó la frente de su pequeño Julián de siete años, y después la del pequeño Kevin, de apenas 3 meses.

—Tranquilo, hermano. Los niños estarán bien conmigo, Benja seguro entretiene a Julián hasta que vengas— Kun tranquilizó a su amigo, pues sabía que este era demasiado apegado a sus hijos.

Leo solo le sonrió y asintió, confiando en que así sería.

—Recuerden que los amo a pesar de todo, decíle eso a tu hermano— Dijo el omega, dejando un beso más sobre la frente de su hijo mayor antes de marcharse.

Guillermo escuchó su teléfono sonar y pensó en no contestar, no ahora que tenía a una preciosa omega completamente desnuda frente a él, sin embargo la pantalla de su teléfono mostraba el nombre de su esposo.

—¿Qué pasa? —Preguntó Ochoa apenas descolgar.

—Vení pronto a casa, necesitamos hablar—Pidió el argentino con voz determinada.

—No jodas, Lionel, estoy en el trabajo.

—Vení pronto, porque si tardas demasiado no vas a encontrarme más.

Guillermo no lo creyó capaz, y ese fue el error que se recriminaría toda la vida.

La iglesia estaba atiborrada de gente, el espacio que rodeaba el féretro así como el altar, lleno de flores. Guillermo sostenía con una mano la manita de su hijo mayor, mientras que con la otra se las arreglaba para cargar al pequeño bebé en sus brazos. No lloraba, aunque quería hacerlo, llorar y berrear, rasgarse las vestiduras y sacar de su pecho la culpa y el dolor, cual maldición gitana no había podido derramar una sola lagrima después de que Sergio entrara al hospital hecho una furia y le asestara tal puñetazo que la marca violácea todavía podía verse sobre su pómulo.

—Sos un pelotudo hipócrita— Dijo el hombre tras haberlo golpeado, con el rostro bañado en lágrimas por la pérdida de su amigo más cercano —Esto es tu maldita culpa.

No derrama una maldita lágrima ni siquiera cuando el ataúd desciende a la tierra y deja caer una rosa blanca sobre este. En esa rosa van guardadas todas las risas, los besos, el amor de sus primeros años. En esa rosa van su culpa, su tristeza, su desesperanza, sus ganas de seguirlo.

—Nunca supe amarte— Dice simplemente, sintiendo acumularse las lagrimas en sus ojos, lagrimas que no puede derramar mientras que abraza a Julián, él sí llora desconsolado por la pérdida de su padre a quien más ha amado.

Quisiera abrir lentamente mis venas

Mi sangre toda verterla a tus pies

Para poderte demostrar que más no puedo amar

Y entonces morir después.

La casa la inunda la voz de Libertad Lamarque cantando una canción que primero fue un viejo tango, y que luego inmortalizó Javier Solís.

—¿Leo? —Llama, pero no hay una voz que le responda. La casa está sumergida en la tiniebla y lo único que rompe el silencio es la misma canción repetida en bucle.

Sube a la segunda planta, busca en la habitación y no lo encuentra, revisa los armarios y suspira de alivio al ver todas sus cosas aún así.

Ahora que está ahí, puede escuchar que la música proviene del baño, y en un espacio de silencio entre la repetición de la canción puede escuchar un goteo proveniente de la habitación.

—¿Lionel? — Pregunta llamando a la puerta, y la descubre entreabierta.

La imagen que encuentra al otro lado de la puerta se marca de por vida en su retina, se vuelve lo que ve al cerrar los ojos, pues es a su vez trágico y hermoso.

Leo está en la tina cuya agua está ahora helada de las horas que han pasado desde aquella llamada, mortalmente pálido y con tal expresión de calma que Guillermo no ha visto en su rostro desde ese amor de los primeros días.

Desde su mano derecha, que sobre sale por el borde de la bañera, escurre un finísimo hilo de sangre, que gotea desde sus dedos al piso que antaño fuera blanco y ahora se ha teñido del carmín de su sangre.

Guillermo corre hacia él, lo envuelve en una toalla y lo lleva al hospital conduciendo como nunca antes lo ha hecho.

Cuando llegan al lugar Lionel lleva muerto un par de horas.

Si hubiera llegado pronto, si no hubiera pasado por demasiados omegas, hubiera podido salvar a su esposo, quien cumplió cabalmente su promesa de irse si no llegaba pronto. 

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Perdón gente, les prometo que voy a escribirles algo bonito y algo hot para compensar la chilladera.

En otras noticias, esto ya va para las 40k lecturas, así que lo prometido es deuda.

Me tatué

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Me tatué.

Amor en la cancha Where stories live. Discover now