Cap 34: La promesa

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Caiyin vibra de colores rojos y lámparas de fuego. Los niños recorren los caminos, los comerciantes ofrecen sus regalos y sus objetos, las familias visitan los lugares y comparten y la música es agradable y festiva. En cambio, Lan Huan está en silencio y Jiang Cheng camina a su lado preocupado al verle ese rostro que todavía no se ha relajado. Las voces de Jin Ling y los chicos Lan no es suficiente para distraerlo, por eso lleva su brazo colgado en el brazo de Lan Huan y trata de llevarlo por los mercados, evitando tropezar con la cantidad de gente en la calle.

Ha sido un día largo con demasiadas emociones: la mañana en Moling Su, el desborde emocional y físico en el bosque. La reunión con su familia al enviarlos a reclusión y ahora, esta celebración.

No le agrada la sensación de que lo ha obligado a salir cuando debería estar descansado, lejos de la gente, sin tener que fingir nada y simplemente dedicarse a respirar. Debió haber insistido en quedarse.

—Wanyin... —escucha la voz de su esposo y lo mira, sorprendido de haber sido llamado—. ¿Pasa algo?

Se han detenido en el camino, no sabe desde qué momento. Un par de niños chocan contra sus piernas y apenas escucha una leve disculpas antes de que corran detrás de un tercero. Jiang Cheng los mira alejarse antes de volver a atender a su esposo, quien no le ha quitado los ojos de encima.

—Eso me estaba preguntando. Estás muy callado.

—Lo lamento... creo que he estado distraído —Lan Huan admite, bajando un poco su mirada—. No estoy siendo la compañía que prometí.

—No importa, XiChen, podemos regresar a Recesos de las nubes o irnos inmediatamente a la posada. Ya Jin Ling me dijo cuál apartó para todos.

—¿Tan mala compañía soy que ya quieres regresar?

—¡No es lo que quise decir! —Jiang Cheng se tensa, molesto con la idea de que Lan Huan lo malinterprete. Su esposo solo sonríe apocado, sin nada de brillo que ya estaba empezando a verle cuando sonreía con honestidad. Si estuvieran QiuQiu y XiaoXue seguramente ya hubieran logrado hacer que su esposo se destensara—. No tiene sentido que demos vueltas cuando todo lo que quieres es estar en un lugar más...

—Gracias... —Jiang Cheng calla. Lan Huan lo está mirando a los ojos, tan intenso, que por un momento se siente como si todas las voces callaran—. Has estado para mí desde que llegaste, sin falta, sin quejas. Pasaste unas semanas difíciles organizando todo en tu secta, pasaste tu sangrado solo, viajaste durante horas en espada para alcanzarme, me escuchaste, me atendiste, me acompañaste a Moling Su y cargaste incluso con mi ira. Y aún, a pesar de todo lo que ya has hecho, todavía estás pensando en mi bienestar.

—¿Qué clase de lao gong sería si no lo hiciera?

Lan Huan mueve su brazo para jalarlo hacia él en un abrazo demasiado apretado e íntimo para estar en un lugar público. Jiang Cheng se estremece y no sabe qué hacer con sus brazos.

—Gracias por tu paciencia, Wanyin... No sabes cuánto la aprecio. No tienes idea.

Cuando Lan Huan lo suelta, después de haberlo apretado tan fuerte, Jiang Cheng se queda con la sensación de ese calor tan profundo que deja de sentir frío.

Pero avanzan.

Lan Huan se anima a mirar con atención algunos de los trabajos de artesanías que presentan los mercaderes mientras pasean por el festival. Más risas de niños y llamados de sus padres se escuchan, pero Jiang Cheng observa los ojos de su esposo buscando captar cualquier cosa que pudiera llamarle la atención. Los ojos de Lan Huan no se aferra a nada en particular por mucho tiempo.

Evade los pinceles y los juegos de caligrafías, que él podría haber pensado que sería un buen regalo. Tampoco presta atención a los abanicos pintados, ni a las cintas, ni a las horquillas. Los juegos de papel no le interesan y cuando nota que sus ojos parecen decepcionado de no encontrar algo, Jiang Cheng empieza a buscar con su mirada algún puesto de comercio que pudiera darle luz sobre lo que su esposo está buscando.

(No) Nos amamos (MDZS)Where stories live. Discover now