Cap 08: El ego

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Huele a peonías.

Jiang Cheng reconoce muy bien el olor, porque era a lo que su hermana olía ese día que volvió de Lanling Jin con una gran sonrisa y fue lo que olió incluso el día de su muerte. Peonías, pero también castañas secas y almendra. Así olía Jin Ling, con un ligero toque amaderado que, asume, tiene que ver con él.

Cuando Jiang Cheng abre los ojos, no encuentra a su lado al niño pequeño que se aferraba a su túnica interior mientras babeaba toda la sábana y extendía sus extremidades como si no tuviera espacio. Ve al joven casi adulto que hace exactamente lo mismo. Resopla de puro cariño, mientras ve que su manga está agarrada por la mano de Jin Ling y hay una pierna que se sale de la cama. Recibió un par de patadas en la madrugada, pero poco importó.

La habitación huele a peonías. Él también.

Su omega se siente tranquilo ante el aroma familiar del hogar y él disfruta de ese necesario estímulo.

Sale de la habitación hacia el pabellón familiar encontrándolo a solas, a diferencias de las otras madrugadas. Está bien, porque aún no quiere verlo. Tiene mucho en lo que pensar y decidir, mucho que debe arreglar con sus propias emociones antes de ver de nuevo a su esposo, así que toma esta situación como una ventaja y la aprovecha. Se dedica a nadar.

La noticia de no haber concebido lo golpeó en lo más profundo de su ego. ¿De qué servía ser un omega si era incapaz de concebir? ¿De qué servía si todo estaba a su favor? Conoce muy bien cómo se tomará esta incapacidad, jamás será cuestionada la virilidad de Lan Huan, sino su propia imposibilidad. Y si a eso le une toda la reputación que tiene (merecida, ganada y mantenida por él), ya puede imaginar lo que se dirá. No es nada que pueda servirle para cuidar a su secta, nada que la posicione en un lugar libre de peligro. Solo será desprecio y desdeño, más la posibilidad de que el linaje de los Jiangs perezca.

Saca la cabeza del agua con una gran bocanada de aire. Siente que sus pulmones arden después de haber soportado demasiado tiempo debajo de ella, hasta el punto en que el agua se sintió como cuchillas heladas pinchando su piel. Su pecho arde, igual que sus ojos, pero está más despierto después de jugar con los límites de su cuerpo.

No, la sangre de los Jiangs no morirá.

No, no lo hará mientras él lidere.

Vuelve al pabellón y recupera el aliento colgado sobre la madera del pabellón, sin subir en él. Mira el sol salir mientras las gotas caen por su cabello mojado y su rostro. Para poder lograr ese objetivo tendrá que humillarse aún más. Es un estratega y sabe que su mejor carta es la que está jugando ahora. No puede perder esta partida por algo tan de poco valor como su ego. En eso, Jin Ling tiene razón.

Encontrar las palabras será el reto. Todavía duda que sirvan... ¿Sirvieron con Wei Wuxian?

Para él solo fuimos una deuda.

«Dejemos todo atrás».

Ya nos había dejado atrás...

Se vuelve a hundir. Usa sus manos para empujar su cuerpo hacia abajo al usarlas de palanca en contra del fuerte pilar de madera. Abre los ojos mientras las burbujas aparecen frente a él y los ojos le arden por algo diferente a las lágrimas que quiso derramar. Sus heridas de tortura, a la vista en su pecho desnudo, arden con sus ojos, con su pulmones, con su corazón y sus entrañas. Cierra los ojos y aguanta. Aguanta.

Aguanta hasta que haya solo silencio. Hasta que su cabeza se vacíe de pensamientos. Hasta que el dolor y el instinto muerde sus dedos. Hasta que suelta la madera y se impulsa hacia arriba de nuevo.

Respira, de nuevo.

Ha estado tantas veces en ese minuto de límite, en ese péndulo entre la vida y la muerte. En ese paso que lo llevaría al Diyu junto a sus padres. Rozarlo por voluntad propia es un recordatorio.

(No) Nos amamos (MDZS)Where stories live. Discover now