Cap 24: El consuelo

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Llegan a Muelle de loto en la madrugada, porque se negaron a detenerse en otra posada. Sus discípulos en turno los reciben con una firme posición y Lan Huan anda con él a pesar de que ambos tienen en el rostro la señal devastada de un viaje extenuante. Sus discípulos los recibieron sin gran fanfarria y cuando Jiang Cheng asegura que temprano se encargará de los pendientes, la voz de su esposo se alza sobre la de él.

—Mi lao gong descansará conmigo durante dos días después del viaje. Por favor, mantengan todo en orden hasta que él retome sus actividades.

Jiang Cheng lo mira de reojo y está a punto de replicar cuando siente la mirada cansada de su esposo sobre él. Resopla vencido.

—Tienes razón, lao gong. Descansemos y nos ocuparemos del resto en dos días.

Jiang Cheng ignora la sorpresa de sus discípulos después de escucharlo decir la palabra descansar. Ciertamente, no ha habido excusa para él a la hora de ocuparse de su trabajo. Pero ha sido un viaje largo, después de una semana horrible y él... bueno, complacerá a su esposo en esto.

—Zhongzhu, Jiang-zhangfu, nos ocuparemos de todo.

Nadie los detiene camino al ala familiar y Jiang Cheng se calma con ello. Honestamente, no quiere interrupciones por esa noche. Se apresura hasta su habitación sin prestar atención si su esposo sigue o no su camino hacia su puerta. Le sorprende, en medio del cansancio, los sonidos que se acercan. Pequeños ladridos, uno sobre el otro, con varias patitas raspando la madera mientras avanzan.

—¡Qiuqiu, Xiaoxue! —Lan Huan exclama antes de inclinarse para esperar a los dos cachorros que corren a él. Qiuqiu rueda tras enredarse con sus patas, pero no tarda en sacudirse y volver al ruedo. Xiaoxue ya está chillando con auténtico dolor mientras sube sus patitas por las túnicas de su esposo.

A Lan Huan se le ha iluminado todo el rostro y una sonrisa plácida se dibuja en sus labios cuando toma a ambas bolas de pelos en sus palmas y las alza.

—¿A esos demonios que le han dado de comer? —dice, mientras su esposo se levanta con ambas mascotas sacudiéndose en sus manos.

Lan Huan sonríe cuando las lamidas de los perros llenan su cara y es sorprendente como el cansancio acumulado se disuelve con solo eso.

—Parece que les dieron mucha comida, mira lo que crecieron.

—Exageras...

—Mis pequeños amigos, yo también los extrañé.

Jiang Cheng lo observa jugar con los dos cachorros desesperados y no puede evitar que la imagen y las sensaciones de una escena demasiado pasada vuelva a él. Verse a sí mismo, aunque fueran solo sus pequeñas manos, mientras pasaba por el montón de hocicos húmedos y revoltosos que querían morderle los dedos y reir por las cosquillas. Abrazarlos y llenarlos de besos en la cabeza para luego correr con ellos por todo el patio. Los había amado tanto...

—Wanyin. —Lan Huan habla y Jiang Cheng pestañea un poco aturdido. Su esposo lo observa con una ceja enarcada—. Estabas sonriendo.

—Estoy cansado.

—¿Sonríes cuando estás cansado?

—Sonrío cuando estoy cerca de una cama. —Se da la vuelta antes que el calor que empieza a sentir sobre sus mejillas delate la vergüenza de haber sido encontrado con la guardia baja. Lan Huan ríe y dice algo de: «mi lao gong miente, ¿ustedes también lo vieron?»

Pero no cierra la puerta. Jiang Cheng deja la entrada abierta a su habitación y en sí es una invitación muda. Mientras se quita la ropa de viaje más pesada, escucha los pasos de su esposo entrar y cerrarla. Tiene a los dos cachorros aun a sus pies, revoloteando y jugando como si el sol estuviera sobre sus cabezas.

(No) Nos amamos (MDZS)Where stories live. Discover now