Capítulo 7

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Chopin y silencios

—No me refería a eso —y divertida la chica de tez trigueña extendió sus manos y las colocó cerca de sus senos. No tenía que decir nada más, puesto que su mofa había sido poco sutil y su víctima yacía derrotada, con la cabeza gacha y mirando al suelo.

—Lo que sea —dijo la jóven empresaria para cambiar de tema y desviar la atención de su asistente —. Momo, tú puedes dormir en la habitación de invitados de la primera planta, tiene algo de ropa y las sábanas están limpias. Está enfrente de donde hemos bañado a Tzuyu y al lado de la sala de ejercicios.

—Estupendo, así podré hacer mis ejercicios matutinos —responde la guardaespaldas con una sonrisa —, tengo que estar en forma para hacer mi trabajo

—¿Cuidar fresones y borrachas? —cuestiona divertida la jóven de ojos pardos a la vez que termina su té.

—Proteger a la señorita Minatozaki. Nunca se sabe quien se acercará con malas intenciones.

—Te preocupas demasiado, Momo —dice mientras intenta relajar —. Bueno, Tzuyu, tú dormirás en la habitación de invitados del piso superior. Tiene cerradura, así creo que estarás más tranquila.

—Así me protegeré de fresones pervertidos —replicó la jóven de tez trigueña con una sonrisa pícara en el rostro.

El comentario hizo enrojecer a la jóven heredera, quien después de mirar al suelo hasta que sus mejillas volvieron a su blanco mármoleo habitual, indicó a sus acompañantes sus estancias.

El trío acompañó en comitiva a la escolta hasta una habitación de tonos verdes y terrosos. Las paredes eran azul claro y la cama estaba coronada por tres decorados cojines rulos, los cuales descansan sobre un edredón negro.

—Es preciosa —murmuró la jóven de ojos marrones.

—Tiene un gusto exquisito, señorita Minatozaki.

—Muchas gracias, chicas —pronunció la empresaria mientras se aproximaba a un armario —. Aquí tengo algo de ropa informal, para andar por casa o ir a pasear al parque, pero debería servirte. Puedes usar lo que te plazca.

—Muy amable —agradeció la jóven de los músculos —, no tiene porque hacerlo.

—Al contrario. Has sido de gran ayuda, así que por favor, mañana tómate el día libre. Ambas adelantaremos el fin de semana —contestó la jóven de carnosos cabellos rojizos.

—Oye Fresón, si no usas esta habitación, ¿para qué la tienes? —la jóven de tez trigueña no podía creer que semejante habitación estuviera en desuso la mayor parte del tiempo.

—Mi padre había preparado esta habitación para su asistente personal. La pobre era su sombra y debía seguirlo a todas partes —la jóven Minatozaki recordó en ese momento que alguien debía de dormir en esta habitación sabiendo que más arriba su jefe estaba haciéndolo con alguna de sus amantes. Lo verdaderamente triste era someter a una persona a convivir en un ático donde tú ibas a tener relaciones con una de tus amantes.

Ambas chicas despidieron a Momo, y comenzaron a ascender por la escalera de metal forjado hacia el segundo piso. El segundo piso era un extenso pasillo gobernado por dos enormes estancias que se topaban tras sendas puertas dobles. La jóven heredera giró hacia la derecha al llegar a la planta.

—Esa puerta doble del fondo es mi habitación, tu dormirás en la habitación de al lado —enunció señalando una puerta a su lado elaborada de caoba claro —. No debes preocuparte por mí. Mi habitación tiene baño propio, así que puedes usar el del pasillo sin preocuparte.

"Un puente hacia ti" SaTzu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora