Capítulo 2

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La resolución y la fábrica

El silencio se adueñó de ese puente, durante varios segundos ni las olas del mar, ni el arrullo del viento nocturno pudieron escucharse. Para Sana lo único que podía escucharse era un grito de congoja en su interior, similar a una macabra lamia, acompañado por el retumbar de su corazón que amenazaba con salir de su pecho. Sus ojos, dos pequeños panales rotos, comenzaban a humedecerse ante el miedo, no quería que saltase, no quería tener ese peso en su conciencia. Por otro lado, Tzuyu observaba con duda, la petición más extraña que le habían hecho, de manos de una persona que había conocido hacia minutos y que había mostrado más interés en ella que muchas otras personas durante ese triste y aciago día. El pavor de una se mezcló con la desconfianza de la otra, todo acompañado de ligeras gotas de sudor frío y olor a licor.

—¿Como dices? —cuestionó la mujer que solo evitaba el salto al vacío con la mano que agarraba el farol del exterior del puente.

—Que ya que es mi cumpleaños, si fueras tan amable de no saltar. No me gustaría que la primera persona que me ha felicitado de forma sincera muera ante mí —su tono era casi una súplica sigilosa a los restos de la cordura que el alcohol todavía no había consumido.

El rostro de la joven de cabello corto observó dubitativamente a la mujer que apelaba a su destrozado corazón mientras que en los ojos de esta eran casi un rezo encerrado en dos enormes fanales. Después de unos segundos, las mejillas sonrojadas de Tzuyu esbozaron una enorme sonrisa, a la vez que de un salto volvía a la seguridad del puente, al lado de la otra chica.

—Bueno —dijo mientras su ebrio cuerpo luchaba por mantener el equilibrio a la vez que agarraba una de sus botas —, no quiero amargarte el cumpleaños Fresón. Así que toma tu regalo y felicidades.

De nuevo volvía a sonreírle con una mueca infantil a la joven Minatozaki. La heredera respiró profundamente para calmar sus galopantes nervios, jamás había sentido tal desasosiego y mucho menos había estado tan cerca de un trágico final como hoy. La rebelde luchaba por ponerse un calcetín, flexionando su cuerpo para poder cubrir su pie derecho. Mientras su acompañante observa incrédula la situación, esta pudo ver como la holgada camiseta de Tzuyu dejaba un hueco visible para contemplar su amplio escote y su sencilla ropa interior cada vez que esta agachaba su cuerpo para hacer una lazada a su calzado.

«¡Oh!, Dios, ¿en qué estás pensando?», se recriminó para sí misma Sana al haberse fijado en esa parte de su anatomía en aquel momento. Queriendo poner distancia entre ella y esa camiseta que comenzó a desandar sus pasos con el fin de encontrar la otra bota de la joven suicida. No tuvo que buscar la bota, que se encontraba a unos pocos metros, bien visible en la acera. Agarró el calzado, ajado, con las suelas marcadas desgastadas por el caminar, con docenas de marcas que denotaban que habían sido víctimas de un uso constante.

—He encontrado tu bota —gritó.

—Lánzala —respondió la joven castaña mientras luchaba para recordar como se hacía una lazada. No es que no supiera, pero casi veía doble.

—¿C-Como dices?

—Que me la lances, que me estoy congelando el pie descalzo y me voy a quedar sin dedos en ese pie, y ese meñique es mi quinto dedo preferido —guiño un ojo burlonamente a la espera del lanzamiento —. No es tan difícil, usas el brazo y procuras no fallar.

Un pequeño golpe al ego de la heredera llegó en forma de inocente burla. No iba a permitir que dudasen de sus capacidades atléticas después de haber sido una de las mejores lanzadoras de softball del internado. Así que giró el hombro y arrojó la pieza de cuero al cuerpo de la chica ebria con cierta fuerza, pero esta no tuvo problemas en capturar su bota.

"Un puente hacia ti" SaTzu Where stories live. Discover now