Capítulo 6

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Bañeras y bombones

Momo miró con cierta incredulidad al escuchar tales palabras provenientes de los labios de su jefa, la cual había dejado la chaqueta en uno de los taburetes de la barra americana.

—Disculpe señorita, ¿cómo ha dicho?

—Digo que debemos darle un baño a Tzuyu —volvió a enunciar la joven empresaria.

—No —refunfuñó la joven de ojos marrones con cierto disgusto —, yo quiero quedarme a dormir en el sofá.

—Todas queremos dormir, pero tú llevas días sin darte un baño y yo no quiero que embadurnes los cojines con olor a alcohol y vómito —Sana estaba riñendo a la joven alcoholizada a la vez que se acercaba a ella y la tomaba de un brazo —. Momo ayúdame.

La escolta obedeció y tomó por el otro hombro a la joven de tez trogueña, la cual mostraba una rostro disgustado ante la idea de un baño.

—No, ayúdame a mí Mo, déjenme dormir.

—¿Mo? —la mujer puso una cara a medio camino entre la risa y la extrañeza —, ¿desde cuando mi nombre es una onomatopeya?

—Es más sencillo —el rostro de Tzuyu esbozó una tonta sonrisa al observar el resultado de su comentario; la completa incredulidad de su víctima.

—No me agrada el cambio —comentó la guardaespaldas mientras proseguían su procesión a los baños de la planta baja del ático.

—No me extraña, te ha puesto nombre de perro —la compadeció la heredera.

—¿De perro?, suena mas al ladrido de un perro —recriminó Momo, la cual no podía creerse la desvergüenza de la joven.

—¡Mo, Mo! —pronunció la joven del sofá a la par que forzaba la voz para semejar un ladrido.

—Estás borracha, casi no te mueves, solo puedes mascullar palabras, pasará bastante hasta que puedas moverte lo suficiente como para defenderte. Dicho de otro modo, yo no jugaría con quien puede arrojarte jabón en la cara a voluntad o ahogarte en la bañera, Tzuyu —la reprimenda de la empresaria sonó a amenaza, pero simplemente era puntualizar que no iba a permitir que la joven alcoholizada humillase a su guardaespaldas.

«Mierda», pensó la joven de ojos pardo para sí misma al escuchar el enunciado de la jóven Minatozaki, «Mo, no me ahogues, podemos ser amigas, seguro que sí. ¿Qué son unos ladridos entre amigas?» el rostro de la joven de tez trigueña se convirtió en la más reconciliadoras de las sonrisas que alguien pudiese hacer jamás.

—Perdona.

«Demasiadas confianzas conmigo» musitó en la bóveda de su mente la escolta «Los Minatozaki pueden decirme lo que quieran, pero de ti podré vengarme.» La respuesta de la sonrisa de Tzuyu fue una réplica confiada y con un puntillo de malicia que provenía de los labios de la escolta.

A la llegada al baño, Tzuyu y Momo pudieron observar con gran sorpresa que aquello distaba mucho de ser solo una bañera, un lavabo y un inodoro. Los servicios de la primera planta del ático poseían un estilo evidentemente victoriano, con baldosas blancas y negras que formaban un suelo ajedrezado que hacía juego con los azulejos de la pared. La griferías eran de acero pulido y porcelana fina. El lavabo tenía forma de concha, situado justo encima de una encimera y debajo de un cristal ovalado lo suficientemente grande como para que dos personas se arreglasen sin problemas. Aunque lo primero que llamó la atención a la joven de ojos pardo fue el inodoro situado al lado de un mueble bajo de caoba.

—Haces caca —enunció aún atontada, mirando vagamente a su benefactora.

—Claro, como todo el mundo —el rostro de Sana adquirió un tono carmesí mientras que Momo intentó ignorar lo que acababa de suceder —. ¿Creías que la gente con dinero no hace de vientre o qué?

"Un puente hacia ti" SaTzu Where stories live. Discover now