🌆; 𝘊𝘩𝘢𝘱𝘵𝘦𝘳 𝘰𝘯𝘦.

614 44 5
                                    

01: ¡Mis bolas!


Eun Ji.

Miraba su perfil, sin obtener una respuesta del susodicho.


¿Acaso me tomaba el pelo?

—Iremos a mi casa.

No lo conocía de nada.

—No puedo ir a tu casa —le contesté indignada.

Él suspiró. Con una mirada cansada vió su móvil un segundo y luego a mí.

—Tengo que irme ahora —guardó el aparato en su bolsillo—, si quieres puedo llevarte a casa.

Era una oferta muy tentadora, no me quedó más remedio que aceptar ya que nos encontrábamos en medio de Seúl y mi apartamento quedaba a media hora en coche.

—Ah-am —carraspeé mi garganta, sin saber cómo llamarlo—, señor…

—Jeon Jung Kook —me dedicó una media sonrisa burlona—, dime como quieras.

—Jeon… ¿qué va a pasar conmigo? —le hablaba mientras caminaba al otro lado de la calle a por el coche— Quiero decir… no le pertenezco ¿O sí?

Se mofó de mí.

—¿Qué te causa tanta gracia? —alcé una de mis cejas en su contra.

—Claro que no me perteneces —abogó, como si fuera obvio—. Soy un fan de los juegos de azar, no de la trata de personas —se limpió una lágrima inexistente—, pero imagino que después de esto no quieras volver a ver a ese bastardo ¿No?

Me abrió la puerta del coche.

—Por supuesto que no. Es más, voy a buscar un apartamento nuevo.

—De todos modos… no me perteneces pero hay reglas que establece el contrato de propiedad.

Me quedé boquiabierta, mientras el chofer comenzaba a conducir con la dirección de mi casa en el gps.

—Una de las clausulas estipula que todo lo que se apuesta en el casino debe permanecer en todo momento en la propiedad o casa del ganador —recitó como si de memoria se lo supiera—, o sea que vivirás conmigo porque yo te gané. Olvida lo del apartamento nuevo.

Cada vez mi rabia aumentaba más, no por Jeon, sino por el idiota que fue capaz de tirar meses de noviazgo y planes de boda por el vicio de apostar.

Ok, tenía que controlarme o tomaría a este tipo de saco para boxear.

—Pero claro, si no quieres eso, hay también una multa que dice que si quieres revertir esto tienes que pagar con algo equivalente a lo que perdiste, en tu caso, una mujer o dinero —sonrió más ampliamente.

Sabía que no podía escapar de él y eso le gustaba. Ahora mi rabia ya no era sólo hacia Kang.

¡Este idiota había jugado a propósito!

¿Perdería mi vida? ¿Mi trabajo? ¿Todo?

¡No! Ohh, no, claro que no. Si quieres jugar al contrato, vamos a hacerlo.

—Está bien —mi mirada pasó de una temerosa a una confianzuda y eso lo confundió—, eso quiere decir que voy a vivir en tu casa, tendrás que mantener todos mis gastos y sin poder quejarte.

A las apuestas; j.jk ✔ ⩩terminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora