En la ciudad de Barcelona, Kira Nikolova una vampiresa mafiosa consigue una alianza con Lucio Bustamante, un mafioso español, con el fin de poder sobrevivir entre la sociedad sin exponerse.
Todo comienza a torcerse cuando entre ellos algo más que l...
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Valencia, Mansión "PINEDA"
Kira
El estar de nuevo en la mansión de Carlo me traía recuerdos que hacían que mi cuerpo reaccionara.
Miré a Lucio bajar de su auto. Llevaba puesto un traje de color negro que le quedaba exquisito, tuve que llevar mis manos a mi espalda y sujetar fuerte mis muñecas para retener las ganas de tocarlo.
Odiaba la colonia en los hombres. Aunque Lucio parecía ponerse la cantidad justa para que se mezclara con su esencia e impulsara el matiz de su olor un 200%.
Llegó a mí subiéndose sus lentes de sol, sus ojos me recorrieron antes de saludarme.
—Kira...— su sonrisa me hizo devolverle el gesto mientras respondía.
—Sr. Bustamante...— asentí mientras me daba la vuelta al sentir el taconeo a mi espalda.
La familia de Carlo llegó a nuestro encuentro.
Ambos habíamos traído varias coronas de flores por el luto. Cecilia Coppola abrazó a Lucio y rompió a llorar mientras él la sostenía y abrazaba con fuerza.
Por un lado estaba mi yo empática que sufría por su perdida, por el otro lado, mi lado vampira territorial que quería arrastrarla lejos de los brazos de Lucio.
El hijo mayor de Carlo también se acercó a nosotros. Llegando a mi se inclinó hacia adelante, sin tocarme, a modo de saludo. Bien, al menos estaba al tanto de lo que era. Algo menos que explicar.
Una rubia voluptuosa apareció por detrás con una sonrisa de oreja a oreja, centró su atención en Lucio una vez que Cecilia lo soltó.
—Tanto tiempo, querido mío— susurró en italiano dando besos en sus mejillas, Lucio estaba estático en su lugar.
—Lamento su pérdida— dije llegando a Cecilia. Ella sorbió su nariz y me dió la mano al tiempo que la mirada de Lucio se giró en mi reacción—Me gustaría poder hablar luego con ustedes, sé que no es un buen momento. Pero sería algo de suma importancia— alterné la mirada entre Cecilia y su hijo. En cambio ambos miraron a la rubia a mis espaldas.
Cerré mis ojos brevemente antes de girarme y encararla, una sonrisa altanera se abrió paso por su rostro.
—Me temo que lo que tengas que hablar con ellos, pasa por mi primero— vociferó la rubia en mi dirección, Lucio me miró y carraspeó antes de querer hablar.
Podía oler el deseo y las ganas reprimidas dirigidas de su cuerpo a Lucio, sin contar los signos de su lenguaje corporal y como aún sostenía una mano en el brazo de él.
Lucio en cambio olía a incomodidad y nerviosismo.
Danila y Dimitri aparecieron en la entrada y se situaron a mi espalda.
