En la ciudad de Barcelona, Kira Nikolova una vampiresa mafiosa consigue una alianza con Lucio Bustamante, un mafioso español, con el fin de poder sobrevivir entre la sociedad sin exponerse.
Todo comienza a torcerse cuando entre ellos algo más que l...
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Barcelona, Torre Bustamante.
Kira
Salí a la terraza para poder respirar. El hambre seguía golpeando desde el fondo de mi garganta.
— ¿Hace cuanto no bebes directo de la vena? — La pregunta a mis espaldas me hizo carcajearme en mi lugar. Negué con la cabeza mientras llevaba el ron a mi boca.
—Por desgracia no el suficiente. — Respondí sentándome en una de las reposeras. Lucio salió y se sentó frente a mí, definitivamente estaba decidido a empujar mis límites para ver cuánto aguantaba.
El problema era que, no sabía si su sangre tenía algo o el simple hecho de pasar tanto tiempo sin tomar desde la fuente me estaba pasando factura. El regusto de dulzor que había quedado en mi boca me estaba volviendo loca, lo intentaba borrar con el ron, pero no estaba resultando, en absoluto.
— ¿Qué tan peligroso es que lo hagas? — volvió a preguntar mientras se inclinaba hacia adelante. Yo en cambio, me recosté en la reposera, poniendo el mayor espacio entre los dos. Ahora que mi lujuria no se interponía entre nosotros mi hambre me secaba la garganta y comenzaba a arder.
—Para ti, sería como viajar por las nubes. Mis colmillos liberan una especie de alucinógeno que te vuelve vulnerable y sumiso— Su boca se abrió mostrándome una sonrisa diabólica— Pero para mí, más allá de saciar mi hambre, a veces, la sangre puede volverse muy adictiva. Al punto de poder matar. También depende demasiado del tipo de individuo, jamás veras a un vampiro chupar de un obeso o alguien con problemas de colesterol.
—¿Me estás diciendo que ustedes pueden saber eso antes de probarnos...? — abrió sus ojos. Asentí tragando lo que restaba del ron, hablar de esto hacía que mi garganta entrara en un estado de combustión.
—Somos lo que comemos— solté. Llenando de nuevo el vaso, había traído la botella conmigo.
Necesitaba cambiar de tema.
— ¿A qué te sabe mi sangre, por ejemplo? — Resoplé en mi lugar, tragando todo lo que me había servido. Lucio me miró y sonrió. — ¿Se está volviendo difícil? — mi mirada se encontró con la suya.
— Me estoy quemando por dentro— respondí haciendo un gesto de asco. Él no era consciente de lo adictiva que era su sangre — Llevaba sin probar una gota de la fuente más de 150 años. — dejando el vaso en el piso a un lado de la botella, me levante de mi lugar. Lucio me siguió con la mirada mientras entraba a recoger mis cosas para irme.
Mi punto de quiebre estaba muy cerca.
— ¿Ya te vas? — Me sostuve de la barandilla con fuerza mientras él se acercaba a mí, tragué duro.
—No voy a poder controlarme más tiempo y no quiero matar de un arrebato a mi nuevo socio. Aun así, te espero en mi casa al mediodía, aún necesitamos buscar una solución al problema de los barcos. — Su mano estuvo a centímetros de tocarme cuando salte por encima de la baranda.
