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Aprovechando que me siento devastada, traigo capítulo. Lamento no actualizar tan seguido, esperaba que en estas pequeñas vacaciones pudiera terminar la historia, pues el año siguiente no tendré tiempo de nada, y puede llegar a pausarse la historia (o que actualice muy, muy lento). No obstante, tengan en cuenta que se terminará.

Les tqm.

ADVERTENCIAS:

Capítulo sin corregir.

El contenido a continuación puede contener escenas deprimentes.

Léase con discreción.

***

Para cuando Henry llegó a su casa, sus ánimos estaban tan destruidos que se encerró en su habitación. No tenía las fuerzas necesarias para lidiar con nadie que no fuera él mismo y su tristeza. Tirándose sobre su cama se colocó los audífonos, reproduciendo la música que su corazón le pedía para terminar de lastimarse él mismo, tal como lo había hecho al ir a casa de Raymond.

Desde el momento en que puso un pie fuera de su departamento, algo le dijo que lo que hacía estaba mal. sin embargo, no quiso escuchar su corazonada, ganándose un par de golpes tanto verbales como físicos. Por desgracia, después del tiempo que tenía con su pareja, comenzaba a darse cuenta de que el hombre no era apto para estar en una relación. Las lágrimas en sus ojos inundaron su corazón, apagando toda señal de fuego que alguna vez hubo.

Su noche fue intranquila. No pudo dormir más allá de un par de horas, y aun en sueños los golpes se repetían, creando heridas emocionales que no sanarían tan fácil. Su mejilla estaba destruida por el puñetazo, sin embargo, el dolor físico se consumía entre las lagunas mentales que se formaban cada vez con más premura.

***

El fin de semana se pasó tan rápido como la felicidad en su relación, así que cuando el lunes llegó, anunciando la última semana de clases, la incapacidad de respirar correctamente llegó con este. No quería verlo, no tan pronto, aunque no le quedaba de otra más que ir a la escuela por ser la última semana. Suficiente tenía con olvidarse de su trabajo en la revista de la universidad; ya no quería más problemas con nadie.

La mañana pasó lo más tranquila posible, o por lo menos mientras llegó a la universidad, pues había decidido irse en autobús. Cuando llegó al aula, se encargó de sentarse al fondo, con la cabeza gacha y el abrigo lo más arriba posible. Habría usado maquillaje de poseer un poco, pero de alguna manera, a pesar de sentir la vergüenza cada que miraba su reflejo, el golpe era una manera de recordar que no siempre las cosas son buenas dentro de cualquier cosa.

Poco a poco el aula se fue llenando, alterando los nervios de Henry, quien pedía a todos los dioses el que nadie mirase su moretón. Por otra parte, una pequeña parte dentro de él se sentía bien portando un poco de atención de los demás. Jamás aceptaría eso, pero era algo que tenía bastante presente. Tal vez por eso no se había cubierto el golpe, pensó meciéndose en su lugar, culpable.

Sus amigos entraron por la puerta junto al profesor; ambos llevaban el ceño fruncido mientras daban una mirada al salón, buscándolo. El rubio se encogió en su lugar, apretándose contra su pupitre en busca de pasar desapercibido, cosa que no funcionó en absoluto. Para su suerte, el de rulos y la morena se sentaron en sus respectivos lugares, dejándolo de lado por lo menos una hora.

Cuando llegó el almuerzo, Henry se dio cuenta de que no había escuchado nada que el profesor hubiese dicho, pues solo recordaba que se había presentado y que, al levantar la mirada de nuevo, el profesor estaba despidiéndose y la mayoría comenzaba a recoger sus cosas. Con un suspiro resignado se levantó de su lugar, con la mirada pegada al suelo en un intento por evitar el contacto visual con sus amigos, que sabía lo estaban esperando.

Henry, las casualidades no existen [Henray]Onde histórias criam vida. Descubra agora