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Lamento haber tardado tanto. A pesar de haber tenido el capítulo casi concluido desde hace más de una semana, mis tiempos se han vuelto un poco caóticos con tantos proyectos escolares.

Perdón por los errores, lo corregí súpero rápido.

Ya no advierto nada, sólo digo que Ray está enfermo, pero ustedes y yo más...

***

Las siguientes semanas ambos hombres se convirtieron en partículas entremezcladas dentro de su privacidad y descubriendo cosas que a nadie le habrían permitido saber jamás. Para ellos no había nada más cómodo que la pequeña luna de miel por la que pasaban. En poco tiempo Henry descubrió que amaba la risa de Ray, mientras que éste adoraba la manera en que el rubio arrugaba la nariz cuando algo no le agradaba.

Las mañanas eran cálidas cuando despertaban abrazados, y el trayecto a la universidad era silencioso, aunque en ocasiones había manos traviesas, besos juguetones o palabras pícaras. Henry solía bajar del auto unas manzanas antes para evitar acusaciones, mientras que el castaño se dedicaba a sonreír y trabajar en su oficina.

El mayor había accedido en ir juntos a la universidad siempre y cuando Henry no fallara con sus clases, por lo que el chico hacía lo mejor que podía para mantener sus calificaciones, su trabajo y su vida amorosa en orden. Era como cualquier joven universitario.

Al cumplir el mes como una pareja, Raymond quiso proponerse correctamente planeando una cena especial para el fin de semana. Anheló durante mucho tiempo poder abrirse de aquella manera con alguien a quien amara; sería su primera vez proponiéndose de manera oficial durante muchos años, así que se esmeró en todo, incluso los pequeños detalles. Obtuvo ayuda de Jasper y de su novia, a quienes agradeció infinitamente el haber distraído a Henry la semana en que él se dedicó a preparar todo.

Reservó una mesa en un restaurante conocido por su discreción al tratar a los clientes, ordenó traer una botella del vino favorito del rubio y decoró su casa con pétalos de rosas blancas y rosas, las favoritas de su novio. Henry por su parte, consiguió que en su trabajo le dieran un par de días libres bajo la excusa de necesitar relajarse, cosa que al final no era mentira. Las cosas entre ambos se tensaron levemente al terminar la última semana del primer mes, justo antes de la sorpresa del castaño, o eso les dijo Henry a sus amigos.

Justo un día antes, el jueves, el menor llamó a su pareja para saber sobre su día. Estuvieron charlando cerca de una hora de cosas sin importancia hasta que Ray tuvo que colgar. Durante la siguiente media hora Henry observó las estrellas, desde la ventana de su habitación, bailar e iluminar al mundo con un brillo debilitado debido a las miles de luces artificiales de la ciudad. El pecho del rubio se sentía raro, como si alguien estuviese presionándolo. Algo entre Ray y él se sentía diferente, pero no sabía qué era. Quizás la incertidumbre de haberse entregado a un hombre a quien a penas conocía, o quizás sobre pensaba demasiado las cosas. Sea lo que fuere, se sentía extraño. Solo esperaba que lo que sea que se apretujaba en su pecho se apaciguara pronto.

Henry sabía que con su descanso vendrían días pesados en la universidad, pues se dedicaría de lleno a ésta, enfocándose con la revista que ya tenía demasiado olvidada. Lo sabía porque Havan no había dejado de mensajearlo y abordarlo con respecto a sus notas. Cuando sintió que fue suficiente de ver las estrellas, paseó por su habitación, donde el portafolio del periódico llamó su atención. Parecía que alguien lo había dejado ahí con la intención de que lo viese. Soltando un suspiro pasó las hojas recordando todas aquellas notas que había realizado. Unas más interesantes que otras, pero todas con una historia detrás de su narración: siempre se metía en problemas.

Henry, las casualidades no existen [Henray]Where stories live. Discover now