Dejó de morderse los labios al darse cuenta que estos ya empezaban a sangrar, miró a todas partes y vió una puerta entre abierta, se levantó a duras penas, ni siquiera podía mantener el equilibrio así que sosteniéndose hasta de la pared se acercó a abrirla, era solamente un baño pequeño con lo esencial.

Entró como pudo, la cadena era lo suficientemente larga. Tal parece que el mal nacido que se la puso había pensado en todo, se acercó al lavabo para poder mojar su rostro a ver si eso la calmaba un poco.

Suspiró unas cuantas veces tratando de normalizar su respiración cosa que consiguió a duras penas, volvió a mojarse varias veces para tratar de tranquilizarse aunque sea un poco.

Se abrazó a sí misma dándose cuenta de que no traía su abrigo rojo ni el suéter que originalmente traía debajo de este, solo su camiseta de tirantes. Devuelta miles de ideas pasaron por su mente, solo esperaba que no la hubieran lastimado mientras estaba inconsciente.

Escuchó como alguien trataba de abrir la puerta, no sabía si quedarse en ese lugar o volver a la cama. Aunque si se quedaba ahí sería más difícil escapar así que volvió corriendo a la cama, se acostó y pretendió seguir dormida. Cerró fuerte los ojos al escuchar pasos entrar al lugar.

-Sé que despertaste ya hace rato así que fingir no te sirve de nada, bonita -escuchó una voz masculina- ¿Por qué no te levantas y así nos presentamos? -la pequeña hizo caso omiso a lo que él hombre le había dicho, cosa que provocó que este empezara a perder la paciencia.

Entonces se había percatado de algo, al volver ahí no podría salir por la maldita cadena. Era tonta bajo presión, ahora lo sabía.

-¡Dije que te levantaras! -el hombre la tomó por los hombros obligándola a mirarlo.

Al tenerlo frente a ella, solo podía divisar un hombre con máscara horrenda que solo dejaba ver su mandíbula, la pelirroja seguía temblando mientras sentía sus manos ásperas sobre ella.

‐Deja de llorar, si? -paso sus manos en sus mejillas para limpiar las lágrimas- eres una niña preciosa, lo sabías pequeña Anna?

-Co-como... como sabes...

-Oh mi pequeña, sé todo acerca de ti -responde el hombre jugando ahora con su cabello, intentó apartarse pero él no la dejó- si te portas bien conmigo nada malo va pasarte, así que no tienes por qué temer... ahora ¿Quieres algo de comer?

-Quiero irme a casa... -susurró.

-Bonita, esta es ahora tu casa.

-No...

-¿Y por qué volverías a tu antigua casa eh? -el maldito se levantó- ¿pretendes volver con ese bueno para nada?

-Mi hermano va venir por mi.

-No me hagas reír niña -sonrío sin una pisca de gracia- tu hermanito no es más que un drogadicto quién te vendió por una bolsa de hierva.

-No, eso no es verdad ¡Mientes!

-¿¡Por qué crees que mentiría?! Entiendelo, él no te quiere ¡Y ahora mismo se está cogiendo a una puta sin importarle en lo más mínimo donde estés tú!

Anna permaneció en silencio, no era mentira que aveces Peter solía hacer cosas como esas y se olvidaba de ella por completo, pero le costaba creer que fuera capaz de llegar a eso
¿En verdad no la quería?

-¿Lo ves? Tu hermano no te quiere.

-¿Acaso usted si? -preguntó de forma sarcástica.

-Por supuesto -respondió como si estuviera canturreando- pórtate bien conmigo y créeme que todo estará bien para ti.

₊˚⊹⋆.   𝐿𝑎 𝐶ℎ𝑖𝑐𝑎 𝐷𝑒 𝐿𝑎 𝑃𝑎𝑡𝑖𝑛𝑒𝑡𝑎   𓂃 ࣪˖   ᵀʰᵉ ᴮˡᵃᶜᵏ ᴾʰᵒⁿᵉWhere stories live. Discover now