Capítulo 27

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Salió de la mansión sin que nadie se diese cuenta. Se sentía asfixiada de tanto cuidado, no la dejaban ni a sol ni asombra, cosa que no estaba acostumbrada.

Caminó sin rumbo alguno, era como si sus pies supieran que dirección tomar. Un ruido detrás de ella, la hizo girar, era el anciano nuevamente.

— Otra vez tú ¡lárgate! — le dijo agitando las manos.

— Pronto te librarás de mí, pareces que siempre sí era mi llave la que abriría esa puerta. Hoy estamos a punto de descubrirlo ¿Lo sientes? — lo miro enojada, caminaba alrededor de ella en círculos — ¿Sientes lo mismo que yo? Has sido astuta no has querido decirle a nadie lo que recordaste, pudimos engañar a Alex. Pero no a Jasón la sospecha — Le dijo el hombre que seguía caminando alrededor de ella, mientras ella avanzaba.

— Cállate! — le gritó.

Sonreía al tiempo que seguía avanzando, dando círculos alrededor de ella.

— ¡No! es hora de avanzar de cerrar ciclos, pasar la página o arrancar el libro — lo vio detenerse de golpe y sonría hacia ella — llegamos ¿vez? Te lo dije al fin sabremos la verdad.

Miro a su alrededor era una casa abandonada, le era familiar. Decidió que, era mejor no entrar. La rodeó y sin darse cuenta, había subido por una colina. Al fondo de ella a lo lejos, podía ver la mansión. Se sentó en el césped y cerró los ojos, sintió el viento en su rostro y La Paz que este lugar le aportaba.

— Debo irme, pero volveré a despedirme, llegó la hora, el viene...—Giro su rostro y lo vio a los ojos.

— ¿Quién? — preguntó

— El diablo...

— ¿Quién es el diab? — ya no había nadie.

<El diablo>... pensó, ese nombre le fue familiar cuando María lo nombró en la mesa.

— Has sido mi peor error, mi más grande pesadilla — dijo una voz.

< esa voz> ...

Giró su cuerpo y permaneció sentada, era el hombre de sus pesadillas.

— Luciano...

— ¡Oh! "la princesa" ya me recuerda. Me pregunto... qué tanto, Eras muy pequeña para recordar algo ¡no mientas!

Lo miró sonriente. En su mano le vio un arma que, sostenía fuerte lo supo por sus nudillos blancos. Giraba su muñeca en círculos o golpeaba el arma contra su pierna. Giró nuevamente y siguió viendo el amanecer.

— Recuerdo lo suficiente. — le dijo simplemente, el resto era fácil deducirlo — tu envidia hacia tu hermano llegó muy lejos ¿no es así? ¿Qué te molesto más?

*¿Que te quitaran la empresa?

*¿Que tú hermano se le ocurría la idea del vino?

¡No!... tal vez que encontrara una mujer que lo quisiera — siguió hablándole sin mirarlo, de manera indiferente — pudo ser el éxito, o tal vez todo en conjunto. La pregunta que me hago hoy es Luciano ¿Por qué yo? Por años, cuando pensaba ¿Por qué me ocurrió eso a mí?, ¿Por qué no me querían? ¿Por qué insistía en que debía aprender a defenderme? respóndeme algo Luciano ¿Por qué yo?

— ¿Por qué? — le dijo moviendo al aire el arma — sencillo... eras "la princesa de papá", me mirabas como si pudieras ver dentro de mí. Logré ocultar todas mis intenciones. Pero en cambio, tu... me mirabas fijamente. Seguías mis pasos, tus malditos ojos, me perseguían siempre que llegaba. Pasé de ser el dueño de todo, — dijo señalando los viñedos que se veían al fondo — a ser, un maldito empleado de mi hermano menor. Se volvió exitoso, era como si todo le sonreirá. Entonces supe lo de Paolo, fue, digamos un idiota útil, con el cuento de su hija fallecida — se levantó del césped y giró su cuerpo. Se metió las manos en los bolsillos y lo miró fijamente.

CicatricesWhere stories live. Discover now