Capítulo 4

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Londres, 1879.

POV: 3° Persona


-- ¿Está seguro de que no hay rastro de él?--

-- claro que estoy seguro ¿Por quién me tomas?--

-- Sherlock.-- Dice Mycroft a modo de advertencia por el tono hostil que había utilizado para dirgirse a un noble como Louis.

-- Es como si se lo hubiese tragado la tierra.-- Habla Albert para si mismo, ajeno a la conversación anterior.

Tras la repentina y misteriosa desaparición de William, sus hermanos y camaradas lo buscaron día sí y día también. Investigaron a la familia de todos los nobles corruptos que habían asesinado; temiendo que los hayan descubierto y decidiesen vengarse, a nobles al azar y, básicamente, a cualquier persona en Inglaterra. Pero nada. Estaban desesperados, obviamente por haber perdido a un ser querido, pero también preocupados por el plan. William era la mente maestra; el titiritero que los guiaba al crimen perfecto, sin él no podían arreglárselas para seguir con los asesinatos del Señor del Crimen porque el más mínimo error era un hilo por el que Sherlock podía tirar. En resumen, sin el Moriarty del medio estaban más que jodidos. Por eso se vieron obligados a pedir ayuda al mejor detective del Reino Unido y al gobierno, es decir su hermano mayor, Mycroft Holmes. Y allí estaban ahora, los dos hermanos de cada familia reunidos en un cuarto viejo con polvo y olor a madera intentando averiguar el paradero del genio matemático.

-- Ya revisé todos los documentos del MI5 y del MI6 que podrían llegar a darnos alguna pista, pero nada. -- menciona el mayor de la familia Holmes.

-- ¿Podrían volver a repetirme que fue lo último que supieron de Liam? -- Pide el detective.

-- Volvió de impartir sus clases, almorzamos juntos y luego cada uno se retiró a sus labores cotidianas. Él fue a su estudio a preparar cosas de sus clases en la universidad y eso fue lo último que supimos. Lo buscamos para la cena pero no estaba, todo estaba cerrado. Era prácticamente imposible que alguien lo hubiese raptado. -- Narra Albert

-- ¿Notaron algo extraño en él este último tiempo?--

-- No... Bueno, ahora que lo pienso sí. Dormía más de lo normal, William nii-san padece de insomnio y no suele dormir más que 5 horas cada tres días. Sin embargo, estas últimas dos semanas dormía esas mismas horas por día; pensé que era bueno porque su rutina de sueño anterior no era nada saludable, pero cada vez que se levantaba estaba raro.--  Cuenta el menor de todos, Louis.

-- ¿A qué te refieres con raro?-- Se interesa Sherlock.

-- Parecía mareado, estaba como atontado luego de un rato se le pasaba, pero estaba más distraído y pensativo de lo normal. --

-- Intenté preguntarle varias veces qué le sucedía, pero evitaba la pregunta o solo decía que eran cosas de la universidad.-- Prosiguió Albert.

-- Sueños. --

-- ¿Qué?-- Cuestionaron todos ante la confusa deducción que había soltado el genio.

-- Tenía sueños que lo perturbaban, pero no puedo saber que tipo de sueños tenía para que lo afectasen de ese modo ¿Les mencionó algo sobre eso alguna vez?--

-- No.-- responde seguro Louis.
-- De hecho, desde niños William nii-san no solía soñar. -- Agrega.

-- Eso es raro. -- dice Sherlock.

-- A mí sí me contó algunas cosas. -- Interrumpe Albert. Todos lo miraron, esperando a que siguiese con su explicación.

-- Una vez me preguntó que si había alguna joven que entrase en ciertas carcterísticas; Pelo marrón, ojos miel y piel levemente bronceada. Dijo cosas más específicas, pero no las recuerdo.-- Termina de contar.

-- ¿Había alguien en esas carcterísticas?-- Vuelve a participar Mycroft.

-- No. Le dije que tal vez se inventó la cara, porque al fin y al cabo era un sueño. Sin embargo me dijo que eso era imposible porque el cerebro no puede crear nuevas caras que tuvo que haberla visto en algún lado, pero no insistió más con el tema.--

Todos se quedaron en silecio, procesando la nueva información. De fondo se escuchaba la pluma de Sherlock, quien escribía de forma desordenada lo que había escuchado. Albert pareció acordarse de algo más porque levantó la cabeza repentinamente y soltó.

-- Hay algo más.-- Todos lo miraron, expectantes.

-- Me preguntó si había alguna cultura en el reino de España que se perforasen la cara con metal, la lengua y nariz específicamente.--
Eso era raro y quedó expresado en el rostro de los presentes quienes fruncieron el ceño con confusión.

-- Eso suena más a una tribu de África que a un poblado ibérico.-- Opina Sherlock.

-- Fue exactamente lo que le dije, pero insistió en que era en España.--

Todo quedó en un silencio deprimente y pesado pues nadie sabía qué más decir, mejor dicho, nadie tenía nada más que decir por lo que decidieron volver cada uno a sus casas y reunirse otro día.

-- ¿Crees que vas a poder solucionar esto?-- Le preguntó Mycroft a su hermano menor cuando solo quedaron ellos dos.

-- Eso espero. -- Responde, yéndose cabizbajo y pensativo del cuartucho que tenían como sala de reuniones.

Viajero en el TiempoWhere stories live. Discover now