Capítulo 7

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1879, Londres.

POV: 3° Persona


Estaban todos reunidos nuevamente, pero ahora en nada más y nada menos que el palacio real inglés. Mycroft había aprovechado su posición en el gobierno para tener una junta privada con la mismísima reina Victoria para hablar sobre la desaparición del Moriarty. Dada la gravedad del asunto, ya que William; como el Señor del Crimen que era podría causar problemas en la línea temporal, su majestad tuvo que confesarles el mayor secreto del reino. La falla natural que provocaba una apertura temporal entre España y el Reino Unido. Falla natural de la cual William fue víctima.

-- Su majestad ¿no hay forma de que mi hermano vuelva devuelta aquí? -- Preguntó Albert, aún intentando procesar el hecho de que su querido hermano menor se encontraba en sabrá Dios que época de la historia española.

-- Me temo que no. -- Le contestó con su debida elegancia la monarca.

-- ¿No hay alguna manera de manipular esa falla para regresarlo? Quiero decir, tiene que haber alguna manera de entender como funciona esa falla. -- Interrogó y un poco propuso el más joven de los Holmes, Sherlock.

-- Haya o no alguna manera, nosotros no tenemos las posibilidades de encontrarla. Lo máximo que podemos hacer nosotros desde aquí es rezar para que William James Moriarty haya aparecido en una época donde si la entiendan. -- Dio por terminada la conversación Victoria.

Ambos pares de hermanos se quedaron con el gusto amargo de la impotencia en sus bocas, pero la reina tenía razón. Lo único que podían hacer es tener la esperanza de que William haya terminado en un tiempo futuro, donde todo fuese diferente; la sociedad, los atuendos, la arquitectura y, sobre todo, la ciencia.

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POV: Maite

-- Me cago en tu puta abuela, subnormal. -- Grité con todo mi ser. Cruzar avenidas era algo que no me gustaba, sobre todo si los payasos que conducen no saben distinguir una puta luz roja.

Ya habían pasado dos semanas desde que descubrimos eso. Estuvimos todo ese tiempo intentando conseguir de alguna manera contactar con alguien del gobierno que estuviese al tanto de ese tema. Claramente costó bastante porque ya me dirás cómo decir que es una reunión urgente sin decir que un asesino en serie victoriano está en mi casa. Sin embargo, lo conseguimos; no sé cómo, y hoy era el día. Ahora estaba volviendo a casa de clases.

-- ¿Cómo te fue hoy, Mai? -- Me pregunta Marta con una sonrisa cuando entro al apartamento.

-- Bien, casi me atropella un simio con coche cuando salía de la uni, pero bien.-- Le respondí con gracia, ambas nos reímos un poco.

-- ¿Dónde están los chicos?-- le pregunté al ver que ninguno de los dos hombres se encontraban en casa.

-- Se fueron a comprar unas cosas al súper. Deberían volver ahora.-- Me dice, mientras nos sentamos a comer.

   El tiempo  había pasado y ahora estábamos en una sala de espera en un ministerio o alguna paranoia  así  esperando a que nos atienda un alto cargo del servicio  de inteligencia español.

-- ¿Maite Reyes, Marta Herrera, Mateo Olivos y William Moriarty?-- llamó la atención la secretaria.

-- Aquí. --

-- Buenas tardes,  pasen todos.--

Entramos a un despacho que parecía  que no había tenido un cambio de decoración desde 1980 y nos sentamos todos en las sillas que había en frente del escritorio. Detrás de este se encontraba un hombre de unos 45 años, un poco más, vestido de traje y con el pelo, donde ya se le asomaban unas cuantas canas, peinado con gomina. Un empresario mentalidad de tiburón con todas las letras.

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