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Unos cuantos dibujos de corazones en tonos pasteles se apreciaban en la pared blanca de la habitación de Sasuke, él no podía creer en qué momento había permitido que esa molesta mujer invadiera su espacio personal.

―Le dan un poco más de vida a tu habitación, ¿No crees? ―le preguntó Hinata con inocencia.

Sasuke soltó un bufido, irritado del descaro de esa pequeña chica. Hinata se acercó a la pared y pintó el último corazón azulado con una sonrisa en el rostro. Satisfecha de su labor, se giró hacia Sasuke quien la miraba con evidente enfado.

― ¿No te han gustado mis... mis decoraciones? ―preguntó, con el mismo tono inocente de voz de la pregunta anterior.

Sasuke se quedó en silencio, solo observándola con una expresión seria. Ese día, ella usó el pijama que él le había comprado aquel sábado que le pidió quedarse todo el día ya que sin darse cuenta, se había extendido hasta la tarde del domingo. Sin ropa con que cambiarse y no permitiendo que vistiera los pequeños atuendos de Karin ―al menos no delante de sus amigos ― decidió salir a recorrer el barrio, encontrando en una tienda un peculiar conjunto de pijama, especialmente para ella. 

No era nada ridículo como los que usaba normalmente; el pantalón negro con estampado de calaveras blancas era corto, permitiéndole apreciar sus torneadas piernas y la blusa negra con un estampado de manos cadavéricas simulando sujetar sus senos, le permitía ver su vientre plano. 

Si lo pensaba con detenimiento, lo compró pensando en su propio gusto y no el de Hinata. Pero si iba a dormir en su casa, quería poder apreciarla sin necesidad de desnudarla, y esos pijamas ridículos de colores chillones no eran una buena opción.

―No, no me han gustado para nada. ¿Olvidas que vive un hombre en este departamento? ―le devolvió la pregunta con cierto enfado. 

―N-no... pero e-eso no tiene nada que ver. A mi parecer, están realmente lindos en tu habitación ―respondió ella con una sonrisa entusiasta.

―Para ti lucen lindos porque es algo muy femenino. Para mi, es ridículo ―sentenció con una mueca de disgusto. 

Hinata no podía creer que Sasuke fuera un hombre tan cruel. Reconocía que no era una artista consagrada, pero consideró que al menos debería valorar su esfuerzo y sus intenciones solo por educación.

―Y tú eres... eres un amargado... no sabes apreciar mi arte ―dijo ofendida.

―Eso no es arte. Tal vez podría aceptarlo si los corazones estuviesen bien pintados, pero realmente tienes que verlos con detenimiento para distinguir sus formas ―dijo, mirando con detenimiento la pared. 

Hinata infló las mejillas, sonrojándose hasta las orejas por la vergüenza de tan horrible comentario. ¿De verdad podía gustarle un hombre tan poco afectuoso? Consideró que podría intentar mentir al menos para hacerla sentir bien, como lo haría cualquier novio amoroso.

«Novio», pensó la palabra con detenimiento y concluyó que en efecto ellos no eran novios. Simplemente eran dos personas que la pasaban bien juntos por lo tanto, no tenía ninguna obligación de ser afectuoso.

―Bien, e-entonces bórralos. No, espera, lo haré yo misma ―dijo ofendida.

Tomó la poca pintura blanca que quedaba del bote, mojó la brocha y regresó a la pared, dispuesta a borrar el buen gesto que tuvo por aquel desagradable hombre. «¿Acaso alguna vez has sido amable conmigo Sasuke kun?», se preguntó mientras dirigía la brocha hacia la pared.

Blue jeansWhere stories live. Discover now