8

651 69 55
                                    



¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


La suavidad de sus sabanas se sentía tan bien, que solo deseaba continuar así por lo que restaba del día, si no fuera por el compromiso del desayuno, ella continuaría durmiendo. Hace apenas unas horas había conciliado el sueño y ahora tenía que levantarse muy temprano. Cinco minutos más, pensó, pero sabía que esos cinco minutos pueden ser traicioneros.

Así que con mucho pesar, cansancio y flojera se paró de la cama para darse una ducha y estar lista para no llegar tarde, ya le habían dejado claro que odiaba las impuntualidades. En todo eso se llevó media hora y para cuando dieron las ocho de la mañana ella ya se encontraba lista en la puerta de su vecino de enfrente.

No necesitó arreglarse, unos jeans grises y un suéter azul ancho fueron parte de su atuendo. La ventaja de que él no tuviera interés en ella es que podría estar lo más cómoda y desarreglada que pudiera, dejando muy al final las apariencias y eso estaba bien.

Cuando Naruto iba a visitarla, tenía que arreglarse lo más linda que pudiera, sin el más mínimo indicio de que recién se despertaba, maquillaje discreto y natural; el vestido más lindo y recatado que tuviese en su armario, sonriendo siempre a su amado.

Ahora frente al chico que abría la puerta y la miraba detenidamente simplemente podía actuar lo más natural que podía, no evitaba el nerviosismo, por más que se negara a aceptarlo a ella le gustaba, pero por suerte él no gustaba de ella, entonces todo era más sencillo, no tenía que estar perfecta a sus ojos, solamente ser Hinata.

Esa era la segunda vez que se encontraba en su casa y el recuerdo amargo de la vez anterior la invadió, aunque después de eso él había sido amable con ella, así que por ese momento iba olvidar lo pasado.

Una ensalada de verduras con mucho tomate a petición de Sasuke y unos pancakes para ella fue el desayuno inicial y a partir de ahí le siguieron más. Desde ese primer desayuno habían adquirido la rutina de que un día iba ella a su departamento y al siguiente iba él al departamento de ella.


Esa mañana era la última del año y a Sasuke le tocó visitar el departamento de Hinata. Se encontraban sentados en su sala de estar, en la mesa del centro había dos tazas de café, una con leche para Hinata y café expreso para Sasuke, ella había horneado muchos panecillos y galletas, todo desagradable para él.

Cada pijama que le veía usar era más ridícula que la anterior, como en ese momento, que usaba unos pants de colores chillones y su suéter blanco con el rostro de un gato enorme; su cabello lo tenía sujeto en un chongo desaliñado y sus pantuflas ridículas de unicornio adornaban sus lindos pies, pero ni con eso conseguía que dejara de fantasear con ella.

La convivencia diaria los había hecho bastante cercanos, se atrevía a jugar con ella y ella con él. Justo como en ese momento, que lo estaba torturando de una cruel forma. Quería que comiera un rol de canela horneado por ella y él detestaba las cosas dulces, a excepción de ella, claro, pero eso, nunca se lo diría.

Blue jeansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora