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¿Qué era peor que el sentimiento de incertidumbre? Hinata no sabía diferenciar bien entre la desesperación por ver llegar a Neji lo más pronto posible, o sentirse realmente alegre de que no hubiese llegado a la mansión Hyuga.

― ¡Podrías sentarte! Estás comenzando a marearme ― Hanabi se frotó la sien, exasperada, sentada en el borde de la cama de Hinata.

― No puedo, estoy sumamente intranquila. ― Hinata miró su reflejo en el espejo de su antiguo tocador. Observando sus tenues ojeras y su cabello ligeramente enredado. Difícilmente pudo arreglarse con propiedad.

Su habitación seguía tal cual la había dejado, hace poco más de un año atrás. Sus peluches seguían sobre su amplia cama, acomodados con armonía y las decoraciones de pétalos lilas y rosas decoraban las paredes blancas, siendo una habitación bastante espaciosa.

― Lo sé, pero si te pones nerviosa, Neji descubrirá toda la mentira. Así que, por favor, solo siéntate. ― Le indicó, dando unos golpecitos sobre la cama, para que tomara asiento a su lado.

Hinata suspiró, cerró los ojos brevemente tratando de tranquilizar a sus nervios que estaban a punto de hacerle perder la cordura. Nunca había sentido miedo de hablar con Neji, ni siquiera cuando discutían o más bien, era Neji él que se ensañaba con ella.

― Debió llegar hace una hora. ― Mencionó, mirando su reloj de mano.

― Tranquilízate, que se retrase no es algo grave, tal vez por estar buscándonos toda la mañana, no terminó sus pendientes del día.

Hanabi rio divertida de todo lo sucedido aquel día. La monotonía de sus días que siempre transcurrían en total aburrimiento, había dado un giro bastante entretenido. A excepción claro, de la penosa escena, donde tal vez las bebidas alcohólicas la habían hecho actuar de un modo bastante extraño, dejando en vergüenza al pobre Konohamaru.

― No entiendo cómo puedes estar riéndote. ― Hinata le miró, frunciendo el ceño. ― No creas que se me ha olvidado lo que tú y Konohamaru kun estaban...

Se sonrojó de solo recordar cómo había encontrado a su pequeña hermana, aunque sabía que, de inocente, Hanabi poco tenía. Incluso se cuestionaba si seguia siendo virgen, aunque también estaba segura que de suceder, ella ya se lo habría contado. 

Recordó la peculiar, escena: Sasuke y ella se dirigían a su habitación para que él comenzara pronto el intento de obtener las grabaciones de seguridad, cuando al abrir la puerta, encontró a Hanabi sobre Konohamaru, besándolo de forma pasional y las manos del chico no perdiendo el tiempo en absoluto, ya que tocaban con gran ímpetu el trasero de su hermana menor.

Hinata gritó el nombre de su hermana con gran asombro, Sasuke soltó una risa burlona y Hanabi del susto cayó de la cama, Konohamaru se puso tan rojo que parecía que le estallaría el rostro y salió corriendo de la habitación sin dar tiempo de nada más.

Blue jeansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora