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No eres una rara, Anna.


Finn Shaw Pov.


—Tío, gracias por traernos –dice Robin mientras todos bajamos del auto.

—Esto es algo emocionante –dice el chico de lentes.

Vinimos al hospital como siempre Robin, Gwen y yo, pero este día trajimos a Donna y a Richie con nosotros.

—¿Emocionante? –pregunta Gwen.

—Si, visitar hospitales es emocionante –responde el de lentes– quién sabe y nos encontremos alguna asquerosidad por ahí.

—Si, la comida –dice Robin a lo que suelto una pequeña risa, volteo un poco para ver a la de cabello corto quién se ve bastante seria.

¿Acaso le sucede algo? O puede ser que simplemente esté pensando en alguna cosa.

Entramos al gran edificio y nos acercamos a la recepción como lo hacemos siempre, en el camino a la habitación donde se encuentra Anna, Robin y Richie se la pasan hablando sobre películas mientras son escuchados por Gwen.

—Hey –me acerco a Donna– ¿todo bien?

—¿Eh? Sisi –dice– o tal vez no...

—¿Puedo ayudarte en algo?

—Es que... –levanta algo que lleva en la mano, un libro– me pone nerviosa esto.

—¿El libro?

—No, dios, no –niega– me da miedo que Anna me vea aquí y... no sé, se sienta incómoda conmigo –pausa– fui una idiota por decir y pensar todo eso acerca de ella, la estaba pasando muy mal y yo siendo una grosera ¿Qué pasa si cree que yo realmente soy así y me termina odiando? –suspira– Finney, no mentí cuando dije que yo quería ser su amiga.

—Escucha, puede que si te hayas equivocado pero tienes que tener en cuenta que nada de eso fue tu culpa –le digo– ninguna de las dos tiene culpa de esto y Anna no te odia ni creo que vaya a odiarte.

—¿Como estás tan seguro que no? –pregunta.

—Por que la conozco, Anna es alguien que... quizá parezca que quiere golpear a todos –Donna ríe un poco– pero en el fondo es una chica increíble capaz de querer de una hermosa forma a las personas.

Estamos a un pasillo de la habitación, miro a la chica de cabello corto quién mantiene una sonrisa de lado ¿Por qué sonríe así?

—¿Qué? –pregunto.

—¿Anna sabe que te gusta? –pregunta de la nada lo que hace que me pare en seco.

—¿Como es que...

—No es difícil darse cuenta –dice y me da un ligero empujón para que sigamos caminando.

—¿Soy tan obvio? –pregunto.

—Demasiado –dice– cualquiera se daría cuenta, yo igual hablaría así de la chica que me gusta.

𝐿𝑎 𝐶ℎ𝑖𝑐𝑎 𝐷𝑒 𝐿𝑎 𝑃𝑎𝑡𝑖𝑛𝑒𝑡𝑎 ᵗʰᵉ ᵇˡᵃᶜᵏ ᵖʰᵒⁿᵉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora