31. Diablos y Dios.

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Advertencia:
-Contenido sexual explícito.
-Relaciones sexuales sin protección.

No recomiendo y/o promuevo repetir los actos aquí escritos sin la debida protección.
Ambos personajes aquí mostrados son mayores de edad.

Si te incomodan esta clase de situaciones no lo leas y evita poner comentarios que puedan incómodar la lectura de lxs demás lectores. Gracias.

Remus apretaba fuertemente a Sirius de la cintura presionándose contra su cuerpo. Sirius mantenía la cordura como podía, apoyando las palmas de sus manos sobre el pecho de Remus.

El castaño atacó al cuello sonrojado del pelinegro dejando besos húmedos mientras ambos soltaban pequeños suspiros.

—Remus... Espera... —logró decir mientras empujaba suavemente el cuerpo del otro chico lejos de él.

Remus gruñó desaprobatoriamente. Había pasado mucho tiempo desde que no tenía así de cerca a su amado y sobretodo con la comodidad y la soledad que necesitaban —¿Qué pasa?

Hasta el mismo Sirius se sorprendió cuando Remus logró dejar de atacar su cuello y se levantó a mirarlo directamente a los ojos. Las pupilas dilatadas, el cabello alborotado, los labios hinchados... Todo Remus Lupin era tan apetitoso.

—Aún no he dicho todo lo que tengo que decir.

Remus sonrió dulcemente y llevó una de sus manos a la mano libre de Sirius para entrelazarlas —¿Qué quieres decir?

El pelinegro tragó saliva antes de hablar. Le costaba mucho solo soltar sus sentimientos cuando había estado meses negandolos y años pensando que era un impuro asqueroso. ¿Qué pensaría Dios de él ahora? —Me gustas.

—También me gustas—dijo Remus mientras tomaba la mano de Sirius y la atraía a su propio rostro. Sirius casi instantáneamente empezó a acunar su mejilla con dulzura.

Sirius se sintió atraído por Remus la primera vez que lo vio. A Sirius le gustaba pintar realismo y Remus era real, realmente catastrófico, pero en ese instante cuando los ojos del chico veían los suyos, sus mejillas sonrojadas y la paz en sus facciones, podía ver aún más allá que catastrofe en su rostro.

—Eres hermoso— soltó Sirius sin inmutarse.

Remus bufó y apartó la mirada. Sirius notó eso y tomó a Remus del rostro con ambas manos para obligarlo a mirarlo.

—Eres el ser más hermoso que he visto—dijo para seguidamente besarlo.

El beso fue más calmado que el último, pero cargado de emoción. Remus realmente pensaba que el ser más hermoso del mundo era Sirius ¿Cómo era posible que el ser más hermoso pensara que él lo era?

Ahora Sirius empezó a dominar la situación y tomó a Remus del borde del abrigo que llevaba y lo hizo resbalar por sus brazos hasta caer al suelo sin apartar la mirada gris de esos ojos cafés. Volvieron a juntar sus labios, pero esta vez Sirius fue el que empezó a empujar a Remus haciendo que este retroceda y caiga de espaldas a la cama de la habitación.

El promigenito Black no perdió el tiempo para caer a horcadas sobre el cuerpo de Remus con una sonrisa divertida en su rostro.

Remus se puso erguido apoyando su espalda contra el respaldar de la cama. Sirius aún seguía sobre él. El castaño pudo ver como el atrevimiento de Sirius se redugia a un rostro sonrojado cuando Remus colaba sus manos por debajo de su camisa sin ninguna vergüenza.

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