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28. Felices Nupcias.

El baile siguió con Sirius decidiendo ignorar por completo a su hermano y sacando a su mejor amiga/ prometida a bailar las últimas piezas de la noche. La gente aplaudía y los ovacionaba, pero al azabache lo único que le importaba eran esos ojos marrones que lo observaban desde lejos. Aunque no fuera directamente, sentía que su piel se erizaba por la idea de Remus viéndolo. 

―¿Vendrás a la boda? ―le preguntó Sirius entre besos detrás de un arbusto. 

Habían aprovechado que todo el mundo estaba distraído subiendo a sus carruajes para despedirse como era debido. 

Remus lo tomaba con delicadeza con ambas manos a los lados de su rostro. 

Los corazones de ambos jóvenes latían con fervor por la adrenalina de lo prohibido y el peligro de ser descubiertos. 

―¿Quieres que venga a ver como eres atado y alejado de mi? ―Remus levantó una ceja. 

Sirius agachó la mirada incómodo ―No digas eso. 

―Es broma ―respondió el castaño dándole un ligero y rápido beso en los labios ―Si quieres que venga, lo haré. 

No es que le agradara la idea de ver a Sirius casarse y besar a Marlene, pero tal vez así podría convencer a su corazón que lo que tenía con Sirius estaba próximo a acabarse y ya no habría más del heredero Black para él. 

―Tal vez pueda salir corriendo de ahí si tú conduces el carruaje ―respondió Sirius sonriendo contra los labios de Remus. 

―No me hagas ilusiones, Sirius Black ―dijo mirando lo azules de sus ojos bajo la luz de la luna ―Eres cruel y tan cálido a la vez, como el fuego ―dejó un suave beso en su mejilla derecha ―Ardes y embriagas como el whisky ―besó su mejilla izquierda ―Pero me encanta ―finalmente besó sus labios con fuerza antes de darle la espalda y dar media vuelta hacia los carruajes. 

Sirius quedó paralizado con el corazón golpeándolo y rozando las yemas de sus dedos contra sus labios. Le encanto a Remus Lupin. 

☾☆☽ 

Las invitaciones llegaron tan pronto como las decoraciones a la casa Black. La ceremonia de la vida iba a ser en noche buena a los primeros rayos del sol de veinticuatro de diciembre. 

Mary estaba muy estresada por querer encargarse de los trajes ella misma. Remus y Antoine agradecidos le sirvieron mucho té y dieron un masaje una vez todo se había calmado. 

Sirius había empezado a comer más y los recuerdos de la noche de la fiesta lo mantenían sonriendo y básicamente en las nubes. Cuando nadie lo necesitaba para pruebas de baile, ensayos o trajes, se dedicaba a contemplar la pintura sin terminar de Remus frente al fuego y con un vaso de whisky. 

No sabía como podría sobrevivir los siguientes años de su vida sin poder volver a tocar a Remus. 

Obviamente era completamente ajeno a las cosas que estaban sucediendo en sus propias narices y unas habitaciones de donde estaba él, porque los pensamientos sobre Remus habían hecho olvidar a Sirius la presencia de cierto caballero.

☾☆☽

―¿Estás seguro que quieres ir a la boda? ―le preguntó Antoine mientras lo ayudaba a acomodar su corbata.

Remus suspiró ―Sí. Mis amigos estarán ahí y tú también.