18. Heridas.

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TW: Abuso sexual, abuso a un menor de edad, traumas, abuso físico, secuestro y cautiverio.



Los dedos de Sirius viajaban por su pecho, pero no de una forma erótica que lo hubiera estremecido, sino de la forma en la que los médicos te revisan y tratan de encontrar razón de lo que te pasa. Lo hacía sentir pequeño e incómodo.

—Esto es... ― Sirius entrecerró los ojos ― ¿Una quemadura?

Remus corría con la voz de Lily Evans detrás de él tratando de seguirle el ritmo a duras penas. El aire de diciembre le daba justo en el rostro al niño , tenía que sostener su sombrero con una mano para que no saliera volando.

―¡Remus! Ya es tarde, debemos volver a casa ― la pelirroja lo llamaba mientras bajaba la velocidad hasta que se detuvo apoyando sus manos sobre sus rodillas tratando de respirar con normalidad ―Mis padres me van a regañar si llego tarde otra vez.

Remus, que se había detenido al lado de Lily, volteó los ojos. ―Ve, entonces. Te veo en la cena.

Y entonces Remus salió corriendo entre los callejones. Escuchaba su nombre a sus espaldas, pero no se detuvo. Esa mañana había visto a muchos hombres llegar del norte y lo que eso significaba es que traían dinero. Con suerte, Remus podría hacer algunos encargos rápidos y conseguir algunas monedas para la cena navideña. 

Estaba ya a unas calles de llegar a la calle de las cantinas cuando se tropezó y cayó repentinamente al suelo. Su rostro contra la mezcla de tierra y nieve en el suelo. Maldijo a regaña dientes poniéndose de pie cuando volteó y se percató de la presencia de dos hombres a su lado. Uno tenía la bota estirada y esa probablemente había sido la causa de la caída de Remus.

Remus frunció el ceño en su dirección tratando de verse lo más indignado posible, pero los hombres de rieron de él haciendo que Remus se encoja y se sienta cohibido.

―Ten, niño ― Uno de los hombres le lanzó algo a su dirección y Remus lo tomó rápidamente atrapándolo en el aire con sus guantes. Una moneda de plata. Remus sonrió.

―¿No es hermoso, Greyback? ―el hombre que le había lanzado la moneda le habló a otro, mucho más fuerte y grande.

Greyback sonrió a Remus y Remus le devolvió la sonrisa. 

Había escuchado a su madre y a la señora Evans decir con otras señoras que Remus era hermoso y eso lo hacía sentir bien. ¿Era hermoso para todo el mundo? 

 ―¿A donde vas...? ―el hombre más delgado agitó la mano como esperando que Remus completase la oración con su nombre.

―Soy Remus ― respondió rápidamente ―Iba a las cantinas, a conseguir algo de dinero.

―¿Quieres dinero, niño? 

Remus asintió febrilmente  y Greyback no dejaba de mirarlo y sonreír.

―Remus mira hacia el cielo ―le dijo a Remus y este levantó la cabeza al instante mirando al astro brillante apenas visible en el cielo ―Hoy es luna llena.

Y esa fue toda la conversación. Lo siguiente que recordó fueron forcejeos, intentos e intentos de gritar y huir, pero todo era demasiado para él, un niño delgado y pálido que trataba de conseguir unas monedas para un abrigo para su madre en Navidad. 

Lo siguiente era borroso visualmente, pero en sensaciones era muy descriptivo. Ojalá no lo hubiera sido. Días, semanas y meses de dolor puro, frío, sed y hambre en algún lugar con muy poca luz y olor a humedad que hacia que le dolieran los pulmones. Recuerda haber rogado por ayuda de su madre, de su padre, de los Evans, hasta del propio Severus, porque no importaba quien sea, necesitaba ayuda. 

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