14. Jane Eyre.

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Remus miraba curiosamente como los ojos de Sirius estaban sumamente concentrados en él. Tal vez ya no había nerviosismo de su parte y Remus no sabía como sentirse ante significante cambio de actitud.

Las palmas de las manos de Sirius sudaban cantidades que no tenía idea que eran humanamente posibles. Con todas sus fuerzas contenía sus ganas de mirar los ojos de Remus porque sabía que el.ambiente se iba a volver a un más incómodo. Sus ojos estaban fijos ahora en el su nariz. El pincel viajaba delicadamente sobre el lienzo plasmando el arco de la nariz respingada, las sombras perfectamente equilibradas y las pequeñas pecas se se esparccian por el monte.

—¿Desde cuando empezaste a pintar? — Remus decidió invadir el silencio que estaba empezando a molestarle.

Sirius siguió pintando. —No lo recuerdo en realidad. Mi prima, Andrómeda, me regaló mi primer juego de pinturas a los doce años, así que supongo que desde esos años.

Remus trató de trabajar su mente imaginando a un pequeño Sirius de doce años pintando y haciendo desastre. Sonrió.

—Mi madre quiso botarlos un año después cuando ella se embarazó de un... — hizo una pausa tratando de buscar otra forma de decir las cosas sin ofender a Remus. — De una persona de bajos recursos y huyó.

—Vaya... — Remus no estaba acostumbrado a oír problemas de los cuales se sentía obligado a dar una opinión. Solo con lo poco que había escuchado tenía su propia opinión acerca de los padres de Sirius y Regulus.

—No he visto a mi prima desde entonces, pero escuché entre los sirvientes decir que estaba en los barrios de clase media con su marido y su hijo... hija... — hizo una mueca — la verdad no tengo idea de que es exactamente.

Ambos sonrieron.

Sirius notó que Remus tenía hoyuelos que se formaban en sus mejillas al sonreír. Muy pocas veces había sido espectador de una sonrisa genuina y natural de Remus.

—¿Algo que decir? — preguntó Sirius aún con la mirada en el lienzo.

Remus se encogió de hombros. —¿Tendría que decir algo?

—No lo sé. Se supone que los amigos comparten sus cosas y ya te dije algo, dime algo.

Remus puso los ojos en blanco con una sonrisa divertida. —Algo me dice que no quieres ser mi amigo, solo quieres saber mis secretos.

Sirius sonrió. —Culpable.

Se quedaron unos minutos en silencio mientras Sirius ahora trabajaba en los labios de Remus.

Pasando los minutos Sirius se dio cuenta de que estaba en su ambiente y eso lo hacía sentirse relajado. No era como.la última vez, estaba más tranquilo y más entregado a la pintura y a los colores de la pintura.

—Mi vida no es tan escandalosa o llena de secretos profundos — dijo Remus después de haber estado pensando en cómo seguir la conversación.

—No te creo. Todos tenemos secretos. — dijo claramente, para seguir por lo bajo. —Algunos más oscuros que otros.

—Tal vez aún no te crea digno de saber los míos — Remus levantó una ceja.

Sirius se encontró con sus ojos tras esas palabras. Curiosamente no apartó la mirada, de hecho una parte de él encontraba esto mucho mejor a que lo ignorara.

—Me sorprende que los ricos sean tan interesantes, de hecho.

—No tienes idea — dijo Sirius y seguidamente empezó a contarle pequeños chismes de los integrantes de su familia.

Remus notó al instante que los Black estaban relacionados con muchas familias y básicamente eran la cuna de todos los ricos. Mientras miraba hacia la vegetación que se extendía por la parte trasera de la casa, se iba cada vez más profundo hacia las historias de Sirius. Imaginando a todos los integrantes como personajes de un libro, dándoles características físicas propias a cada uno e inventando diálogos.

•CARPENTER•//Wolfstar UA FanficWhere stories live. Discover now