CAPITULO 11

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Me despido de Brad, me sostiene de la mano y me ve con recelo. 

—Siento mucho haberte hecho daño. — está avergonzado, pero lo entiendo; estaba desesperado para que creyera en él y yo estaba tan ciega de amor que jamás me imaginé que Brandon pudiese ser esa persona que él aseguraba que era. 

—Todo está bien. — digo sonriéndole. Me atrae hacia él para darme un abrazo.— Brad, no hagas eso, sabes que no es correcto. 

—Te amo, Lauren, siempre te he amado. 

—¿Estás hablando en serio? - Otra vez la misma mierda.—Brad, suelta mi mano, me lastimas. —Me tiene en su agarré y sigue halando hacia él. — Brad, estoy cansada de que siempre haya un imbécil queriendo hacerme daño, suéltame por favor. 

—¡Yo jamás te haría daño!, Lauren, no lo entiendes. - Si tenerme de su agarre de esa manera, haberme dejado los brazos morados y decirme que me aleje de la mujer que amo, es no hacerme daño, entonces estoy muerta; forcejeo con más fuerza pero antes de poder lanzarlo hacia atrás alguien más ya lo ha hecho, escucho como se rompen las tazas de nuestra mesa con el impacto y gruñidos de furia. 

—¡Te dije que te alejaras de ella! 

—Eres una cobarde, Cabello, le mentiste a Laur para tu conveniencia. 

—¡Cállate la puta boca! —le gruñe Camila apretando sus nudillos, lista para hacerlo callar. 

—¡Deja que hable!, sabes muy bien de lo que está hablando. — Esta vez soy yo la que grita. 

—¡Leo, llévala al auto! — ordena a su gorila. Yo me niego y me suelto de su suave agarre para no hacerme daño, pero firme para no dejarme ir. 

—Tú ya me conocías, es por es que le dijiste a Lauren que se alejara de mí, temías que le dijera la verdad. ¡La verdad sobre Amanda! — grita y Camila lo golpea y cae al suelo. Me toma del brazo, pero yo me suelto y salgo corriendo hacia mi auto y Camila viene corriendo detrás de mí. 

—¡Abre la puerta, Lauren! — grita y yo intento tranquilizar mis nervios y hacer arrancar el puto auto. 

—¡Déjame ir, Camila! —chillo 

—¡Lauren, abre la maldita puerta ahora mismo! — me ordena. Aquella mirada son dos agujeros oscuros llenos de ira. Intento sacar la llave de mi bolsa cuando escucho un estruendo en la ventana del pasajero, aprieto los ojos y siento cómo el cristal ha impactado en todo el asiento y hay restos en mis piernas. 

—¡Te has vuelto loca! — le grito, veo su mano y está ensangrentada. Leo intenta ayudarla pero lo aparta, jamás la había visto tan furiosa y ahora le tengo miedo. 

—Te lo pedí por las buenas, Lauren. — abre la puerta y el único impulso que tengo es salir corriendo, ¿Hacia dónde? No lo sé, pero es la única manera de estar lejos de ella en estos momentos.—¡Lauren, Detente! — grita detrás de mí y mis piernas fallan y caigo al suelo, me he hecho daño en el tobillo con mis tacones, y mi cabeza me duele, maldito día que elegí usar tacones. Me levanta del suelo y me lleva hacia el auto de ella. Su expresión de ira se ha esfumado y me ve como si fuese un ser indefenso hasta que me doy cuenta que la sangre corre de mi frente y me alarmo. ¡Joder me duele demasiado!—Nena, mírame, estarás bien. ¡Leo arranca el maldito auto! Hay que llevarla al hospital. —me acuesta en el asiento y se quita su saco, veo que lo he empapado de sangre, pero ¿Dónde carajos me lastimé tanto?, pensé que sólo había sido mi tobillo. Por una razón he dejado de sentir dolor y sólo tengo mucho sueño, me cuesta respirar, pero escucho la respiración acelerada de Camila en mi espalda, todavía siento la sangre correr de mi frente, intento levantar el brazo para tocarme pero Camila me detiene. 

—¿Camila? — susurro con dificultad, ahora siento dolor en mi garganta de tanto gritar. 

—No hables, estarás bien. 


El auto se detiene y Camila me lleva en sus brazos hacia la sala de emergencias, todas las personas se alarman de ver a una mujer en traje llena de sangre y una mujer en sus brazos. 

—¿Camila? — musito. 

—Nena, no hables, estarás bien.-  Confío en su voz y cierro los ojos.


Sé que estoy dormida, pero me hago las siguientes interrogantes ¿Porqué todo tiene que ser un drama entre Camila y yo? Acaso no podemos ser una pareja normal, me rescata todo el tiempo como si fuese una maldita princesa en apuros. Sus celos y su don de mando están acabado con ella, no es sano que sea tan agresiva para con los demás cuando se trata de mí. Lo sé, yo he causado todo esto la mayoría de las veces, pero no es necesario que reaccione así todo el tiempo. ¿Siempre será nuestra relación así? Terminando en un hospital, o en un ataque de pánico. La amo con todas mis fuerzas, pero así como me ha dado un sentido en la vida, así mismo está acabando con cada latido de mi corazón cuando se comporta de esa manera. Sé que me ama, pero tiene que confiar en mí, porque yo ya no sé si pueda volver a confiar en ella. 

—¿Camila? — ¡Joder! Me duele la cabeza, parece que me hayan dado contra la pared, aunque creo que me di en el suelo, así que no hay diferencia. No puedo abrir los ojos, de nuevo esa luz brillante me quema los parpados. 

—¿Lauren? — no me gusta cuando pronuncia mi nombre porque sé que está enfadada, aunque su voz suene suave. Abro los ojos y parpadeo varias veces para acostumbrarlos a la luz y la veo que todavía está con la misma camisa llena de mi sangre, tiene los ojos brillantes, ya no veo el resplandor en sus ojos, ahora la mirada es como la noche oscura. Y seguramente así es nuestra relación en estos momentos. ¿Qué le digo? 

—Lo siento. — ¿Por qué me estoy disculpando?¿Por ver a Brad a sus espaldas?¿Por salir corriendo y romperme la cabeza?¿O por no obedecerle? No dice nada, sólo me mira con resentimiento, su cara de pocos amigos me confunde, pero fue así cómo la conocí, con la misma mirada de póquer, no dice nada, pero me sostiene una mano, entonces no debe estar tan molesta después de todo. —Háblame— le ruego. Quiero volver a llorar, quiero que me diga algo, su mirada me confunde. 

—Duerme, ya habrá tiempo de hablar. - ¿Eso es todo? 

—Quiero ir a casa— no me gusta estar en un hospital, me recuerda a mi padre; odio estar rodeada de paredes blancas, al menos que sean las de su casa. 

—Te prometo que cuando despiertes, estarás en casa. Duerme. — me ordena con voz fría. Mis ojos empiezan a brotar en lágrimas y ella tensa su mandíbula. Sé que está molesta, yo no puedo estar molesta, ni siquiera sé que siento en estos momentos cuando veo su mirada hiriente sobre mí. Ha dejado de sostener mi mano, y veo cómo se aparta de mí y sale de la habitación. ¿Adónde va? Intento levantar las manos para tocar mi cabeza vendada, al verlas me doy cuenta de algo y dejo escapar un sollozo, no llevo el anillo que Camila me dio. Llevo las manos a mi boca y empiezo a llorar más fuerte, siento un nudo en mi estómago, pero el dolor que siento en mi corazón es peor. ¿Me lo ha quitado ella? o lo perdí. Quiero creer en la segunda hipótesis, intento calmar mi llanto y veo la habitación, aclaro mi garganta e intento levantarme de la cama, quiero salir de aquí, no puedo pasar la noche en un hospital. Me quito la aguja de mi brazo con fuerza, y aún a medio vestir con la bata del hospital doy un paso al frente, me siento mareada, la cabeza me pesa demasiado y mis piernas apenas se pueden mover. Camila me dejó aquí sola, ni loca pienso quedarme. Abro la manilla dela puerta y veo que Camila está de espaldas hablando con el médico, tiene su mano vendada, eso es bueno. Intento dar un paso al frente, pero mis piernas no responden, el mareo se ha hecho más fuerte y ahora veo que todo da vueltas. 

—¡Lauren! — grita Camila acercándose a mí y me ayuda sostenerme. 

—Sácame de aquí— musito.... y como siempre, todo oscurece.  


QUEDATE CONMIGO O VETE - Segunda parte de la trilogíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora