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GOTAS DE AGUA

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Narradora Pov

En la frialdad de una cueva y en la poca oscuridad, se encontraba el rey de Bernicia contemplando con detenimiento las monedas de oro que conservaba dicho lugar, acompañada de una traviesa y pequeña princesa que se divertía recolectado ese valioso descubrimiento.

—Alice, con cuidado.

—Sí, mamá.

Enormes diez bolsas de telas marrones se hallaban completamente llenas, y eso que a duras penas estaban por la mitad. Quien diría que una escalofriante y deshabitada cueva tendría algo tan apreciado y costoso en las más profundidades aguas.

Cabe recalcar que el lugar estaba húmedo y pequeñas goteras caían de arriba; existían también plantas extrañas que desconocía el rey, sin embargo, que le fascinaría a alguien verlas y tenerlas; con ayuda de su magia guardó algunas.

Mientras que Alice utilizaba un hechizo sencillo para rellenar las bolsas, Diana pensaba en lo contado por su reina. Las ordenes que había dado y lo que estaba hecho, no podía enmendarlo, aunque una parte de ella se sentía conforme con sus decisiones. ¿Acaso en verdad se estaba convirtiendo en el rey que todos esperaban?

Las acciones de Akko fueron tomadas con un motivo. «Akko no actuaría sin razones». Y era cierto. Las tierras de Ulabel estaban siendo habitadas por las personas restantes que no tenían un hogar en Bernicia debido a la escasez de tierras y, ahora que ese problema ya no existía, al igual que el de las falsas brujas, el reino estaba mejor.

Con las falsas brujas, escuchó que habían detenido sus actividades una vez que la reina ordenó asesinar a cada una que estuviera involucrada.

Akko se había encargado de esos problemas que ella había dejado caminar; en tan solo dos meses la reina había solucionado lo que a ella le tardó más de seis. Y no pudo evitar sentirse un poco inútil. «A veces las decisiones que más cuestan, son las que más valen», fue su respuesta tranquila y suave cuando la escuchó pedir disculpas por su egoísmo en querer que todos tuvieran una vida pacífica.

Dunot no había atacado durante esa semana de su regreso y le creaba cierto alivio el pensar que no volverían pronto, ya que deseaba prepararse adecuadamente para lo que vendría; Bernicia había respondió como señal de "advertencia" reduciendo su número de defensas de manera impresionante sin necesitar de su ayuda.

Exhaló y observó la moneda de oro en su palma derecha con una expresión de leve tristeza. «Thomas...» El reino de Servia igualmente se había revelado; la persona que consideraba su amigo, compañero y camarada de estatus, amenazó la vida de su reina. Cuando Akko lo mencionó esa parte, ardió de ira. Quería matarlo, pero a la vez le causaba melancolía y decepción.

Thomas tenía hijas e hijos con la reina Olivia y, en ese momento era probable que estuviera naciendo otro. «Me aseguraré de enviar un obsequio cuando nazca». «Espero que sea una espada mágica del acero Layro», dijo. «Ni lo sueñes, rey». «Esas palabras...» Eran ciertas con motivos diferentes. «Una espada mágica del acero Layro...», se repitió curiosa.

Personalmente le pidió a la reina tomar la responsabilidad de corregir sus palabras y acciones, no obstante, fue negada con unas palabras simples: «Mis caballeros se encargarán». Insistió, pero Akko no cedió.

En ese instante debía concentrarse en lo que llevaría a cabo dentro de unos tres meses, y continuar resolviendo los otros problemas de Bernicia, aun pese a que, no se sintiera capaz de hacerlo. «Tú eres... solo un intento de rey», esas palabras no le habían molestado tanto hasta ahora. Todos los estudios tomados y aprendidos; todas las prácticas y conversaciones; todo su esfuerzo se sentía sin valor.

Había una vez... 2 (Diakko♥)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora