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Félix

_ ¡Llevas el pedido de la señora Min del local de artesanías?

_ Si_ respondí mientras rodaba los ojos con fastidio.

_ y qué me dices del pedido del señor Kim? _ solté un resoplido, esto era el colmo. _ Rachel_ extendí su nombre con fastidio mientras volvía a virar los ojos_ no tienes por qué seguir recordándome lo que debo entregar, bien?

Ella me dedico una sonrisa, ciertamente mi hermana seguía siendo la misma de siempre, una chica que le gustaba fastidiarme de vez en cuando -por no decir siempre-, ella junto sus manos al frente y volvió a mirarme a los ojos, satisfecha por haber logrado que mi poco animo se fuera al infierno.

_ Sabes que me gusta hacerte enojar, hermanito.

_ Lo sé_ dije en voz baja y sonreí_, tengo que irme, o los pedidos no se entregarán solos.

_ ¡Suerte, Lix! Y no te olvides de que deben pagarte lo exacto_ negué con la cabeza.

Sin más por hablar con mi hermana, le di la espalda para dirigirme a la puerta de la cafetería y abrirla, había muchos vehículos aparcados a lo largo de la calle, la fortuna era que no había transporte publico cerca para que quitaran los vehículos, la mayoría de ellos son de los clientes.

Han pasado casi nueve meses desde que deje mi empleo en la tonta compañía de automóviles, y desde que volví a ver a Hyunjin por última vez, y en esos meses habían pasado muchas cosas, después de mi desilusión amorosa, Chris y Rachel habían sido mi refugio para no dejarme llevar por mi depresión, aunque claro Rachel era la que inclusive más me animaba a recuperarme para que dejase de sentirme terrible por lo que había pasado, y se lo agradecía, en cuanto a Chris, él simplemente se acercó a mí para darme ánimos y sacarme a todos los lugares de comida posibles, inclusive me había invitado a un lugar especial solamente para niños pequeños en donde había juegos, me sentí ridículo allí, pero al menos me había logrado sacar una sonrisa.

A decir verdad, los dos meses para mí habían sido un completo martirio, me dedicaba a estar encerrado la mayor parte del tiempo en el departamento, recibiendo las entregas de paquetes de cosas que Rachel ordenaba por internet, y mirando películas de casi todo tipo, intentaba evitar las románticas porque sentía que iba a terminar llorando más que la protagonista, así que me abstuve de ver muchas, aunque Titanic había sido una de las que mire más veces, no me arrepiento. En fin, en esos dos meses, Rachel había asistido inclusive más días a la cafetería y por más horas, y es que, por mi depresión por aquella ruptura, ni siquiera me había percatado de lo que pasaba a mi alrededor, cuando casi comenzaba el tercer mes en que me seguía sintiendo abatido, le pregunte a mi hermana lo que estaba pasando y la razón por la que ella se iba más temprano al trabajo y regresaba demasiado tarde y con un cansancio enorme en los pies. Rachel me comento que a principios de la segunda semana después de mi ruptura emocional, la cafetería comenzó a tener más clientes, ya no eran solamente los habituales, sino que había ahora muchos más, nuestros padres estaban emocionados por aquel crecimiento, aunque para mí seguía siendo muy extraño. Cuando me entere de eso, supe que no debía de quedarme más tiempo encerrado, mis padres estaban ocupados, y Rachel se veía que estaba muy cansada, así que después de pasar otro día entero viendo una película de terror, me decidí a querer cooperar un poco, así que regrese a la cafetería para poder ayudar, fui bien recibido, y después de aquello, Rachel y yo nos turnábamos para entregar pedidos de café, pastelillos y otros postres a los lugares más cercanos, papá está planeando contratar más repartidores, y es un agradecimiento, el negocio ha prosperado y eso es un alivio. Camine unos pasos más, el señor Kim era dueño de una tintorería, una muy grande a decir verdad, el problema era que se había convertido en un cliente habitual, y se trata de un gran amigo de mi padre, pero había dejado de venir debido a que el tiempo le era insuficiente debido a la falta de personal, de hecho él había sido quien le dio la idea a mi padre para que se hicieran entregas a domicilio, así que mis días de entrenamiento diario estaban siempre presentes, el señor Kim tenía su local pasando siete calles hacia el noreste de la cafetería, y era prácticamente pasado del límite del área en donde hacíamos entregas, pero el señor Kim tenía la ventaja de ser amigo de mi padre, así que podía considerarse un sujeto sumamente afortunado. Solté un resoplido al mirar que por fin me encontraba frente al local, sonreí levemente, debía mostrarme siempre feliz, aunque por dentro lo único que quería era seguir con mi semblante serio, no estaba de humor para esto, y mucho menos porque me he tenido que levantar más temprano de lo habitual.

_ Señor Kim_ dije en cuanto las puertas corredizas y automáticas me dieron el paso_, buenos días.

_ Félix! _ me saludo, llevaba puesto un overol de color negro, el lugar tenía algo de vapor_. Es bueno verte por aquí.

_ Traje su orden_ mencioné mientras levantaba la bolsa en que traía el café y el pastel de queso.

_ Dime que si le pusieron canela molida al café_ menciono mientras buscaba dentro de los bolsillos del overol.

_ Sí, esta vez Rachel lo hizo bien_ él soltó una risa al escucharme.

_ Excelente_ soltó un leve quejido_ puedes esperar? Iré por el dinero.

_ Aquí lo espero, señor Kim. Y fue entonces que el señor Kim se alejó del mostrador para ir directamente hacia una de las puertas y abrirla y desaparecer de mi vista, seguramente se trataba de su oficina. Solté un resoplido, coloqué la bolsa sobre el mostrador para dejar el pedido allí. Hubiera traído mi teléfono celular, pero se me olvido en la cafetería, debo dejar de ser así de olvidadizo. Iba a recargar mis brazos encima del mostrador, pero las puertas volvieron a abrirse, no dude en mirar de quien se trataba, y ante mí apareció una chica, la cual parecía haber venido corriendo como una posesa, fruncí mi ceño levemente, y vi como ella miraba afuera de nuevo y volvía a correr para ahora acercarse hasta donde me encontraba, en sus manos traía una nota totalmente arrugada, sus uñas estaban pintadas en un rosa pálido, su cabello estaba revuelto, parecía como si un huracán le hubiera pasado encima, vestía una falda gris entallada a sus piernas, se veía incomoda, llevaba zapatos de tacón negros y no llevaba su saco puesto, pero tenía una blusa de color rosa salmón, y demonios, se veía sumamente intranquila, tan nerviosa que inclusive me estaba logrando poner de los nervios.

_ Aquí tienes, Félix_ la voz del señor Kim me hizo reaccionar de nuevo_, el dinero exacto.

Miré el billete y las monedas que me entregaba y di un asentimiento al percatarme que tenía toda la razón, era el dinero exacto.

_ ¡D-disculpe! _ la voz de la chica volvió a llamar mi atención y la del señor Kim_ P-podría entregarme esto_ extendió la nota, su pulso temblaba. El señor Kim no tardo en acercarse y tomar la nota de entre los dedos de la chica para leerla.

_ En un momento te lo traigo_ y el señor Kim se alejó para ir a buscar lo que la chica con tanta ansiedad estaba esperando.

_ D-dese prisa! _ fruncí el ceño.

¿Qué la tenía tan nerviosa? No debía de darle mucha importancia a lo que ella buscaba y para quien buscaba la ropa, tenía cosas por hacer, y Rachel me iba a matar si es que me tardaba más aquí dentro, así que, sin más, me dispuse a dar media vuelta para irme.

_ ¡Nos vemos mañana, señor Kim! _ Sí, Félix, salúdame a tu padre_ di un asentimiento a pesar de saber que él no me miraba.

Seguí mi camino, y estuve a punto de dar otro par de pasos para salir, pero las puertas se abrieron.

_ Cómo no puede estar listo? _ esa voz. Esa maldita voz_ Escúchame de una maldita vez, no quiero un nuevo error y será mejor que lo arregles.

Me quede paralizado al escucharlo, y lentamente levante la mirada, era él, ¿por qué carajos aparece ahora que me siento mucho mejor? Maldita sea, llevaba un abrigo largo puesto, tenía su cabello negro azabache un poco más largos, pero seguía apartándolos de su rostro, demonios, no pude evitar morderme la lengua con poco cuidado cuando lo vi.

_ Eunji, en dónde demonios esta mi...? _ y fue cuando él levanto su mirada, sus labios se quedaron entreabiertos, estaba tan sorprendido como yo. ¿Qué carajos estoy haciendo? Él se supone debe ignorarme, al igual que yo a él, ese era el trato, trague saliva y deje de mirarlo, no debes mirarlo, no ahora, ni nunca, maldita sea, volví en mí y seguí mi camino, pasando a su lado, y dejándolo allí parado, no mire atrás, no tenía por qué hacerlo.

Pero demonios, en verdad que había logrado que mi corazón se alterase en cuestión de segundos, llevé mis manos a mi pecho, sintiendo los latidos acelerados de mi corazón, relamí mis labios con nerviosismo, maldición, ¿por qué de nuevo? Han pasado nueve meses, y aún me hace sentir nervioso ese bastardo, ¡agh! Quizás no lo he podido olvidar del todo. Sacudí mi cabeza frenéticamente, nada de pensar en él, Lee Félix - me dije a mi mismo-, Hwang Hyunjin es pasado y el pasado hay que dejarlo atrás.

Tied to your love -HyunLix-Where stories live. Discover now