Capítulo 20

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Día 4

tocando las estrellas de su piel


El contraste del color rojo del pelo de Keven con la enorme imagen del sistema solar pegado en la pared del cuarto, le fascinaba a Yury.

Keven era el sol y los demás planetas giraban alrededor.

El chico dejó de mirar a su  amigo y volvió a centrarse en el trabajo.

A Yury y a Keven les tocó la parte más difícil del proyecto que será presentado en el cumpleaños de la ciudad, ellos debían mostrar la evolución de los paisajes, construcciones, y datos históricos de los sitios importantes en Sunfil, además de mencionar las tradiciones. Tuvieron que hacer entrevistas, fotos y búsquedas en google. A pesar de las largas horas leyendo textos y andando de casa en casa, disfrutaban de conocer mejor la ciudad. Habían descubierto que en los funerales se usaban blanco porque en 1963 una viejita soltera dijo que quería ser enterrada usando un vestido de novia y pidió que fueran a su entierro de blanco. Y no se puede negar el deseo a un moribundo. A partir de ese día el color pasó a ser parte de la tradición local.

"Si murió virgen seguro que se convirtió en una santa" fue lo que Keven pensó al enterarse.

En los últimos días ellos pasaron mucho tiempo juntos y además de conocer la historia de Sunfil, ellos también se conocieron mejor: Conversas profundas de camino a la cancha, chistes malos para hacer más ligero los estudios en la librería, en la escuela no se separaban y ahora Keven estaba en la casa del pelinegro de ojos almendrados terminado el trabajo.

Un lazo de amistad que empezaba a convertirse en un nudo, y a confundirlos... o no.

Yury no dejaba de mirarlo y Keven se dio cuenta.

—Tío ¿Por qué me estás mirando así? me está dando miedo.

Él desvió los ojos avergonzado y dijo:

—Perdón, es que nunca me había fijado en tus pecas.

—Ya veo. —Keven ladeó la cabeza divertido—. tranquilo, eso suele pasar a menudo, ya no me importa, pero es que me mirabas raro.

—Disculpa. Es que son... lindas.

El tono de voz tímido y la mirada tierna del chico sobre las pecas hizo que Keven le sonriera.

—Gracias —dijo el pelirrojo.

Yury volvió a escribir en su laptop, se moría de ganas de preguntárselo. Le sudaban las manos y el corazón retumbaba en su pecho. No quería que pensara que era un idiota, pero debía decirselo o la estrategia de morderse los labios para contenese terminaria arrancándole un trozo de piel.

—¿Ya intentaste contarlas?

Keven asintió, sin quitar los ojos de la pantalla de su portátil.

—Pero es imposible saber cuántas hay, es como si surgiera una nueva cada día.

Yury esbozó una sonrisa de labios cerrados y no tardó en volver a mirarlo. Esa vez se enfocó en su hombro, la camisa verde de tirantes los dejaba expuestos, estaban cubiertos de pecas con distintos tonos de marrones rojizos. Para Yury era como observar de cerca una constelación, sin la necesidad de un telescopio.

Era hermoso.

Hipnotizante.

—¿Quieres tocarlas?

Keven lo sacó del embelesamiento, Yury no supo cómo reaccionar y se congeló cuando se encontró con sus ojos avellana.

No podía creer que le había dado permiso para tocarlo, para sentir el calor de su piel de tan cerca.

Yo, mi profesor y el asesino [+18] ✔️BORRADORWhere stories live. Discover now