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Un mes ha pasado desde que Naruto se convirtió en esposo del emperador y se convirtió en rey de una ciudad-estado del imperio. En ese mes se dedicó a dirigir esa ciudad, con bastante facilidad, por lo que inmediatamente se ganó el favor de algunos nobles y del pueblo.

— Gloria y bendiciones a su alteza, la media luna de Konoha - dijo un sirviente mientras hacia una reverencia.

— Que necesitas? - pregunto el rubio sin despegar la mirada de los papeles en su escritorio.

— Su majestad el emperador me mandó a traerle este té y este postre - dijo educadamente mientras mantenía su cabeza gacha.

— Sirvelo - dijo el rubio y el sirviente inmediatamente dejo la bandeja en la mesita de la oficina y sirvió todo con sumo cuidado o podría ser despedido.

Naruto continuaba en lo suyo, cuando de reojo vio a el sirviente, inmediatamente dejo de hacer lo que hacía y puso toda su atención en reconocer al sirviente en la habitación. No lo reconocía, no era uno de sus sirvientes, ni sirvientes del palacio.

— Cuál es tu nombre? - pregunto el rubio, mientras se quitaba sus anteojos.

— E-eh, Isaac - respondió nervioso el sirviente.

— Isaac, bueno Isaac, si me dices quién te envío no recibirás un castigo.

— De que está hablando su alteza? - pregunto nervioso.

— Es más que obvio que no trabajas en el palacio.

El hombre intento huir, sin embargo, Naruto fue más rápido y con magia puso una barrera.

— Dile a la concubina que te haya mandado que evite hacer este tipo de cosas o me encargaré de ejecutarla frente a todo el imperio.

Habían pasado dos días desde aquel incidente con el sirviente, Naruto no le tomo tanta importancia pues pronto mataría a la persona que lo intento envenenar

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Habían pasado dos días desde aquel incidente con el sirviente, Naruto no le tomo tanta importancia pues pronto mataría a la persona que lo intento envenenar. Ahora mismo este se encontraba sentado en una mesita en el jardín del palacio, estaba tomando un descanso después de días de mucho trabajo. Hubiera sido bueno si su día continuaba así, pero al parecer dios no estaba de su lado.

— Saludos a la media luna del imperio - dijo una concubina, mientras mantenía una sonrisa socarrona en su rostro.

— Qué te trae por aquí, Daisy? - pregunto el rubio desinteresado.

— Tengo una buena noticia y quería que usted sea el primero en saberla.

— Y que esperas o es que me harás esperar? - bebió de su té, mirando esta vez a la Nana de su hijo, con su hijo en brazos, indicándole que entrara al palacio.

— Estoy esperando un hijo de su majestad, el primero de muchos que le daré - dijo la concubina, esperando una reacción por parte de el rubio.

— Felicidades, yo igual - le sonrió a la concubina a quien inmediatamente se le borro la sonrisa que tenía en su rostro.

— Eso es una mentira, solo lo dice porque está celoso de que yo llevé a un hijo de su majestad en mi vientre.

— Por que estaría celoso de ti? Si el emperador me ama, ama a mi hijo y amara al bebé que llevo en el vientre.

— Mentira! Me encargaré de que mi hijo sea el más querido y le daré muchos más al emperador.

— Inténtalo, pero me encargaré de que no des a luz ni a una niña.

— Tu! Cómo te atreves a amenazarme así?! Ah?!

— Yo soy el esposo legítimo de el emperador Sasuke! Cómo te atreves a decir tales blasfemias en mi contra?! - grito está vez el rubio.

— Discúlpate! - ordenó el rubio.

— Por que lo haría? Si tú eres el que me amenazó primero!

Una bofetada fue lo que recibió aquella mujer.

— No tienes derecho a alzarme la voz! Nadie tiene el derecho de tan siquiera levantar la mirada frente a mi! Ni siquiera el mismísimo emperador! - grito el rubio - guardias! Saquenla de mi palacio!

𝐂𝐨𝐧𝐜𝐮𝐛𝐢𝐧𝐨 ˢᵃˢᵘⁿᵃʳᵘDonde viven las historias. Descúbrelo ahora