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El rubio despertó después de pasar una larga noche con el Emperador, se sentó como pudo en la cama por su dolor de caderas y se quedó sentado un rato más.

- Kaede! - grito el rubio.

Inmediatamente una joven sirvienta entró a la habitación, haciendo una reverencia.

- Si joven Naruto.

- Quiero darme un baño, y que hora es?

- Son pasadas el medio día joven y claro ahorita mismo le preparó su baño.

Se intento parar para ponerse su bata, pero apenas lo intento y cayó al piso. La sirvienta al oír un golpe inmediatamente salió del baño y se encontró con el rubio en el piso.

- Joven Naruto!, esta bien?! - pregunto la sirvienta levantandolo del piso.

- Si estoy bien, es solo que mis piernas no tienen fuerzas - dijo mientras le sonreía a la sirvienta.

El rubio sintió algo caliente bajar por sus piernas, al sentir esto vio sus piernas y se sonrojó, estaba cayendo el semen del Emperador por sus piernas al estar parado.

- M-me podrías llevar al espejo? - preguntó sonrojado.

- Claro - dijo la sirvienta y acató la orden.

Una vez frente a él espejo, el rubio vio su reflejo y palidecio. Su cuerpo se encontraba lleno de mordidas, chupetones y de las manos del Emperador marcadas en su cadera, acaso había pasado la noche con un animal?. Su sirvienta pensó lo mismo porque soltó un comentario divertida.

- Joven parece que paso la noche con un animal salvaje - dijo divertida y Naruto se sonrojo.

Ahora mismo Naruto estaba bajo la sombra de un arbol, mientras estaba sentado sobre una manta en el suelo de el jardín del palacio rubí

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Ahora mismo Naruto estaba bajo la sombra de un arbol, mientras estaba sentado sobre una manta en el suelo de el jardín del palacio rubí. Se encontraba leyendo un libro mientras tomaba té y comía algunos bocadillos. Ese lugar se volvió su favorito apenas y lo vio.

- Amo Naruto - hablo la sirvienta al rubio.

- Qué ocurre Kaede? - pregunto sin desviar la vista del libro.

- El Emperador quiere verlo en su oficina ahora mismo - dijo la sirvienta.

Naruto por su parte levantó la cabeza y puso una pequeña flor seca en la hoja que estaba leyendo, para después cerrar el libro y levantarse del suelo.

- Llévame con el emperador, Kaede - ordenó a la sirvienta y esta solo asintió para después guiarlo.

Unos guardias detuvieron al rubio y a la sirvienta en la entrada de la oficina del Emperador.

- No puede pasar sin autorización - dijo un guardia.

- El concubino imperial a venido a ver al Emperador, por ordenes de el - dijo la sirvienta.

𝐂𝐨𝐧𝐜𝐮𝐛𝐢𝐧𝐨 ˢᵃˢᵘⁿᵃʳᵘKde žijí příběhy. Začni objevovat