CAPÍTULO 26

11 3 0
                                    

Con el paso de los meses, el invierno llegó para cubrir todo el lugar con una hermosa capa de nieve tan blanca que lastimaba los ojos.

Camila y yo nos hicimos muy buenas amigas. Si bien, después del desayuno del primer día en que la conocí, no hablamos acerca de nuestra gente; es decir, del modus operandi de nuestro trabajo.

Camila me integró a su vida con los humanos, los cuales eran maravillosos. Al ser una villa pequeña, todos se conocían y trataban con cordialidad.

Algunas veces me pregunté cómo le hacía Camila para que los humanos no sospecharan de ella. De acuerdo con su historia, jamás ha dejado la villa. Ella era un Segador y, al igual que un Recolector, siempre será eterna. ¿Cómo podía hacerlo?

Le di muchas vueltas a eso y solo llegué a la conclusión de que un Segador podía influir de alguna manera en la percepción del tiempo en los humanos. Era la única explicación que tenía para que ellos no se acordaran que Camila llevaba ahí más de... ¿300 años?

«¿Cuántas veces habrá manipulado sus recuerdos para que no la encuentren en sus pasados?»

❖ ❖ ❖

Amaneció con mucho frio y había un poco de neblina; anoche fue inusualmente lluvioso. Lo primero que se me vino a la mente fue que en unos meses más tendría mi primera asignación.

Me levanté y vestí para dar un paseo por la orilla del río; ya era mi rutina mañanera. No quería estresarme con eso ahora, pero fue imposible no hacerlo. La hermosura del lugar despejó mi mente tanto que me hizo recordar la vida que dejé atrás. Aun me dolía que haya amado a un hombre que me dio todo, menos su corazón.

Me senté en la mesa frente al río, una que pertenecía al bar local, para beber tranquila y disfrutar la brisa de verano. Solo que la vista verde que había en esa época estaba oculta por ahora.

Saqué el móvil de mi abrigo sin pensarlo y jugué un poco en el álbum de fotos, hasta que esa fotografía con Eliot tomó su turno. La contemplé por mucho tiempo.

—¿Por qué no me dejaste amarte? —cuestioné con un susurro y corazón aun afligido.

Todo se sentía tan lejano, como si mi vida con él perteneciera a mi etapa como ser humano. Tan irreal... tan doloroso.

Mientras que miraba sus ojos, los que fueron mi sueño por muchos años, escuché agua chapoteando detrás de mí. Cambié precipitadamente la foto por otra del lugar.

—He estado pensando... —dijo Camila en lo que se sentaba junto a mí.

—¿Pensando o revisando mi pasado? —cuestioné con algo de apatía. Seguí viendo mis fotos artísticas del paisaje.

—Ojalá pudiera. Te podría ayudar más rápido —respondió. Quizás podría hacerlo sin que me diera cuenta.

Me ofreció una bebida caliente que había comprado en la cafetería local.

—¿Y bien?

—Hay cosas que no cuadran en tu relación con Eliot.

—¿Como cuáles? —cuestioné un poco curiosa.

—El por qué se enojó de tu relación con Colin y no con Oliver... Por cierto, espero que me presentes a Oliver algún día.

—¿Eso no despertaría tu compasión?

—No, eso solo es una debilidad suya —respondió como si nada—. ¡No me cambies la conversación! —me demandó entre risas nerviosas.

—Yo no lo hice... ¡Fuiste tú! —contradije uniéndome a su júbilo.

El Recolector: Fuera de la vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora