CAPÍTULO 18

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Ya han pasado dos días y no he podido burlar la guardia de Oliver. Parecía sanguijuela pegada a mí. Me tenía bajo control total. Era muy claro que sabía mis intenciones; después de todo, me conocía a la perfección.

A la mañana del tercer día fingí que había despertado de buen humor y muy dispuesta a toda sugerencia de Oliver para pasar el día.

Durante el desayuno, me avisó que me quedaría sola un rato, tenía que hacer una asignación a 20 minutos de aquí. Esa era la oportunidad que estaba buscando.

Me mostré falsamente decepcionada de que él no estaría haciéndome compañía.

—Esperaba que tuvieras algo planeado para salir —comenté.

—Sabes que no puedes estar cerca de los humanos.

—¡Lo sé! —dije rápido—. Pero el día está nublado y el parque siempre está solo con este clima... ¡Por favor, Ollie, necesito un poco de aire fresco!

—Bien —aceptó con una sonrisa nostálgica.

Él siempre ha odiado que lo llame así, y que yo empleara un tono infantil y manipulador, a lo mejor le recordó nuestros días juntos.

—Te llevaré cuando regrese —me prometió en lo que se ponía un sweater negro.

—¡Gracias! —exclamé con júbilo, luego lo besé en la mejilla sin pensarlo como agradecimiento.

Oliver sonrió apenado y salió.

Me quedé en el pórtico, viendo como subía a su auto y se marchaba a alta velocidad. Permanecí unos segundos más hasta que creí conveniente que no regresaría; entonces, subí corriendo a mi cuarto para echar un poco de ropa a una backpack de Eliot. Luego busqué como loca mis papeles para salir del país, solo que no los encontraba.

—¡No, no, no! —exclamé con desespero en lo que escarbaba entre mi ropa. Temía que Oliver los hubiere escondido para retenerme en el país. Eso sería lo más lógico.

Seguí rebuscando cajón por cajón.

—¡Sí! —grité con júbilo cuando los encontré.

Tomé el dinero que había separado para llegar hasta Beijing y lo eché entre la ropa. Luego bajé corriendo y, estaba a punto de tomar el picaporte de la puerta, cuando escuché un auto deteniéndose en la entrada de la casa.

—¡Demonios!

Abrí el pequeño closet, donde guardábamos los abrigos y otras cosas, y arrojé la backpack. Oliver regresó antes de lo que esperaba. ¿Podría ser que me mintió para agarrarme en infraganti? Su plan se arruinó porque, si quería jugar el papel de Protector para poder regañarme, tenía que ser más cuidadoso con su llegada anunciada.

Respiré profundo y abrí la puerta para recibirlo con gusto. Pero, en lugar de ver el auto de Oliver, vi a un taxi estacionado.

«Falsa alarma». Regresé al closet para tomar la backpack y me apresuré a salir de la casa.

Se me develó una figura que no reconocí en un principio.

—¡Eliot! —grité muy incrédula, y feliz también, cuando levantó la mirada.

Sin anticiparlo, Eliot trotó a mí para estrecharme fuerte entre sus brazos. No podía creer que él estuviera aquí. De seguro, mi mente estaba fantaseando dentro de un sueño.

Pero su abrazo era tan real, tanto que podía sentir la calidez de su mejilla rozando la mía, su corazón latía tan fuerte que podía escucharlo sin dificultad, y su respiración seductora acariciaba la base de mi cuello.

El Recolector: Fuera de la vidaWhere stories live. Discover now