—No... lo... sé —respondió con esfuerzo por recorrer el paquete hasta delante, luego suspiró cansado y me dijo—: Pero tengo que agradecerle porque me permitió hacer esto.

Sin esperarlo, sujetó mi rostro y me besó.

Entré casi en un estado de shock. No estaba preparada para eso, por lo que no supe cómo reaccionar al principio. Si nuestro primer beso fue agradable pero confuso, este era tan perfecto y lleno de fantásticas sensaciones que me hicieron olvidar mi ultimátum acerca de alejarme de él.

Después de un tiempo razonable, solté la caja inconscientemente para sujetarme de su cintura. Deseaba con fervor que ese beso durara todo el día; solo que la caja calló en nuestros pies, golpeándonos tan fuerte que logró separarnos.

Reímos nerviosos en lo que nos agachábamos para revisarla, en eso entró Eliot alarmado. Me erguí de inmediato y dejé a Colin terminar de recogerla y enseguida fui a Eliot para mentirle con que la caja resbaló de mis manos.

Eliot, aun de buen humor, me bromeó con que pagaría lo roto con mi parte de las ganancias. Seguí su broma, respondiéndole que no exagerara en cobrarme.

—Bien... ¡Cómo sea! Tenemos que irnos —me avisó un poco apurado.

—Pero la función empieza hasta dentro de...

—No. Ha surgido un gran problema —interrumpió con más impaciencia. Entonces, entendí a qué se refería.

A través de las décadas Eliot y yo hemos desarrollado un lenguaje sencillo para hablar de nuestro trabajo como Recolectores frente a los humanos. «Un gran problema» significa que un humano ha burlado su destino más de dos veces.

Aun cuando la muerte trataba de no cometer errores, en muy raras ocasiones los humanos lograban encontrar la ventana en su destino que los hacia invisibles a nosotros.

En todos mis años en esta vida jamás me tocó ver eso. El problema que representan esos humanos es que cada vez que escapan de la muerte se hacen más precavidos y perceptivos de nosotros. Pueden distinguirnos entre los humanos y ver en nuestras mentes las siguientes asignaciones que aun aguardan. Incluso algunos pueden comunicarse con las almas que vagan por este mundo.

Los humanos los llaman médiums... Profetas. Nosotros los llamamos «Ocultos».

Tartamudeé en lo que veía a Colin y Eliot intermitentemente, cada uno hacía gestos que me orillaban a que tomara una decisión. Eliot decía que me apurara, mientras que Colin que no huyera.

Pero el deber siempre estaba primero.

Solo solté un suspiro de rendición y salí detrás de Eliot. Era una dura huida, pero aún estaba decidida a no acercarme emocionalmente a Colin.

❖ 

—¿Cómo vamos a llevar esto acabó? —pregunté a Eliot en lo que esquivaba autos lo más rápido que podía. El Oculto iba a recolectarse en el sector financiero de Londres.

—Vamos a hacer un trabajo en equipo.

—¿Hay un plan?

—Sí. Uno que, si funciona, usaremos con ellos de hoy en adelante.

—¿Y en qué consiste?

—Jugaremos un poco al gato y al ratón.

Hice gestos de que no entendía, pero Eliot no lo notó porque estaba muy concentrado en el camino. Sin embargo, mi silencio le dijo que estaba esperando a que continuara.

—Ustedes van a ser la trampa.

—¿Nosotros? ¿Quiénes? —pregunté muy confundida.

—Los Protegidos... Los Ocultos no pueden percibirlos, así que nosotros lo cazaremos hasta llevarlo con ustedes...

El Recolector: Fuera de la vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora