Capítulo 19

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Cuando las balas disparadas por los drones penetraron en las llantas y la carrocería azul de la patrulla que tenía adelante, Joeman sintió un cierto alivio mezclado con preocupación, Wolff sentado en el asiento del copiloto, igualmente parecía satisfecho del trabajo. Las llantas ponchadas hicieron que el policía perdiera el control del vehículo. La velocidad disminuyó drásticamente mientras derrapaba de un lado a otro en el pavimento gastado tratando de no volcarse, sin embargo sus esfuerzos fueron vanos cuando la segunda patrulla que los seguía no reaccionó lo suficientemente rápido y terminó colicionando con su colega. En un acto inesperado uno de ellos impulsado por el impacto del choque comenzó a tambalear hasta volcarse contra una camioneta ordinaria que transitaba en la carretera.

Al final los dos policías que se dieron el trabajo de seguir a Joeman quedaron atascados en el tráfico originado por el triple choque de sus otros compañeros los cuales no lograron salir a tiempo de los vehículos para evitar las contusiones y los huesos quebrados.

Sin voltear a ver hacía atrás, Ámber le hizo seña a Joeman que iba a desviarse del camino metiéndose en una propiedad abandonada situada en la entrada de un residencial, a unos tres kilómetros de la antigua casa de Marlon. Joeman no tuvo más opción que seguirla. A pesar que los carros deportivos no habían sido diseñados para transitar en deplorables caminos de tierra, Joeman se arriesgó a seguir el Camry que conducía Ámber. Él cuál después de diez minutos se detuvo en una finca con aspecto abúlico y desierto. Desde lejos parecía la propiedad un viejo amargado como Ebenezer Scrooge con las paredes de madera desgastadas y morroñosas, la hierba seca y la ausencia de luz que le daba un aspecto algo sombrío a la finca.

Ámber bajó del auto con una pistola bajo la mano, lo que hizo dudar a Joeman de sus decisiones de seguirla. El husky siberiano se mentenía alerta ante cualquier señal de amenaza, observando de un lado a otro como todo un centinela.

– ¿Qué se supone que es esta mierda? – pregunta él bajándose del auto igualmente acompañado de su perro.

– Te la presento. Es una finca abandonada. Era de mi padrasto.

– ¿Tu padrasto era el viejo Scrooge o qué?

– No pero sin duda alguna era mejor que el viejo Leid.

Ambos intercambian una mirada, y Joeman asiente con la cabeza.

– ¿Y por qué estamos aquí? – inquiera el joven escondiendo una Glock bajo su chaqueta negra, no pensaba utilizarla a menos que se viera obligado a hacerlo. Wolff le seguía el paso deteniéndose de vez en cuando para observar el lugar. De vez en cuando agitaba la cola, erguía la cabeza y levantaba las orejas en señal de alerta.

– Para despistar a la policía y cambiar unas cosas – dice Ámber inspeccionando el lugar

– ¿ Cambiar qué? – pregunta Joeman manteniendo un margen de distancia con Ámber.

– Tranquilo que no le pienso disparar al hijo del único amigo que tuve, tampoco a su perro. Es solo que cuando dejás una propiedad abandonada...es mejor entrar cómo un desconocido que cómo el dueño. Vamos a cambiar de vehículo y ya.

– Yo no pienso dejar el carro en esta porquería de finca.

– Creo que no tenemos opción. Cuando el viejo Leid da una orden de arresto... pues la policía remueve cielo y tierra por encontrar al dicho criminal. Y seguir con el mismo vehículo y la misma placa es algo estúpido...

– Sí ya sé. ¿Pero dónde los escondemos y en qué nos vamos? – inquiere Joeman regresando al Nissan deportivo.

El husky siberiano se queda tranquilo al lado de Ámber.

Llueve el cielo en agosto ( Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora