Capítulo 2

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  7 AÑOS ANTES
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En un país centroamericano donde lo imposible es posible.
Nicaragua


    Aún faltaban dos largas horas para que la tortura y el sufrimiento se acabara. Dos horas para recibir de brazos abiertos las vacaciones tanto deseadas por los estudiantes al igual que por los docentes. Todos los alumnos de sexto año ya habían confirmado sus planes para ausentarse en la vida durante las dos siguientes semanas. Cuando se trataba de salidas, la mayoría de la veces se tomaban un mes para organizar lo que harían en dos días y sin duda alguna lo que planeaban cautelosamente no podía fallar, pero no siempre las resultados siempre eran lo opuesto a las expectativas por lo que al final terminaban improvisando alguna salida, churrasco, o fiesta para el resto de los días.

Sin embargo ese viernes, el entusiasmo de sus alumnos en esas dos hora nunca habían sorprendido tanto a los profesores. Toda la energía y la emoción que emanaban pudo haber sido suficiente para acabar con la depresión mundial. Por milagro o por euforia, respondían cada pregunta sin titubeos sin importarles si sus respuestas eran correctas, absurdas o falsas, era como si por un instante no les importara nada más que acabar las clases. Las dos semanas de vacaciones seguidas les daban pase a los más aventados de amanecer contemplando las luces del misterioso cielo tirados en el patio de sus casas, o incluso en las cunetas de sus residenciales, o hasta donde les llegara el aventón gratis. Por desgracia, siempre que organizaban una fiesta nunca consideraban el final, así que sus planes siempre tenían fallas o tal vez imprevistos, lo mismo pasó con aquellos planes que Joeman tanto había organizado. En todo caso al final la mayoría de los alumnos de quinto año decían que lo esencial no era el final ni el comienzo, lo más importante era la hora en que sentían tocar el cielo y las estrellas porque esa es la parte que nunca se olvida (a excepción de algunos casos).

Las dos horas eternas que faltaban para que el timbre de la salida sonara en el liceo para algunos y carcel para otros, para Joeman y Tony siempre se pasaban como dos cortos minutos. Ese viernes era uno de esos días perfectos para ejercitarse bajo el sol infernal que acariciaba la ciudad de Managua, afortunadamente el colegio contaba con canchas de basketball bajo techo, justamente al lado de la piscina. Ese dia indiscutiblemente Joeman y Tony tenían que entrenarse para un partido que tendrían al regresar de las vacaciones, todavía los profesores de deporte no les habían indicado la fecha ni la hora exacta del partido, pero igualmente sus piernas y sus manos los obligaron a entrenar.

- ¿Cuál cancha usamos?

- No sé, puede ser aquella – contestó Joeman señalando la más nueva.

- Ok...¿Sabes qué? A partir de ahora vamos a jugar como unos dementes – dijo Tony, realizando una serie de crossover, lo impresionante es que al verlo, se podía apreciar la elegancia, la sutilidad y la gracia con la que ejecutaba sus movimientos. Era como ver una obra de arte andante.

- Eso venimos haciendo desde hace años ¿No? – recalcó Joeman

- Si, pero no tanto. Según Steve Jones un jugador de la NBA entrena entre 3 y 8 horas por día, así que estamos largo de llegar a ese nível – agregó Tony encestando una canasta desde la pintura.

- Nunca me dijiste que querías jugar al nivel de la NBA, pero si querés, podría darte algunas clases – bromeó Joeman encestando una canasta desde la línea de media cancha.

- Vaya, desde cuanto haces tiros desde media cancha? – preguntó Tony asombrado.

- Influencias de Curry – contestó Joeman haciendo alusión a unos de los jugadores más valiosos de la NBA

Llueve el cielo en agosto ( Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora