48 | la mano negra

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UN AÑO DESPUÉS
23 DE DICIEMBRE, 1925



Un año después de los arrestos, Olivia y John finalmente obtuvieron lo que Olivia siempre había deseado. Libertad. Ya no eran esclavos de Tommy Shelby y su búsqueda para controlar el mundo. Eran libres y eran más felices que nunca.

Casi habían colgado a John el año anterior. Tuvo la soga alrededor del cuello y casi lo ejecutan antes de que llegara el guardia con el aviso de liberación. Olivia aún recordaba cuando él llegó a casa y la abrazó como si nunca fuera a volver a verla, antes de ir a cada uno de sus hijos individualmente y abrazarlos a todos.

Ahora estaban mejor y su familia era más fuerte que nunca. Estaban todos vivos, no había ningún peligro más que los accidentes cotidianos. Incontables veces durante el último año, John y Olivia habían acampado afuera con los niños para pasar la noche, con Olivia enseñándoles las costumbres del mundo gitano.

Ahora, con la Navidad a la vuelta de la esquina, Olivia estaba de mejor humor que nunca. Esa mañana, antes de que comenzara su rutina diaria de cuidar a los niños, John se sentó con Elizabeth en su regazo, haciéndola saltar mientras ella reía. Los mellizos tenían poco más de un año y eran más que suficientes problemas para mantener a sus padres alerta.

—Ada vendrá hoy —dijo John—. Va a dejar los regalos para los niños.

—Genial —dijo Olivia—. ¿Esperamos a alguien más?

—No —respondió John—. Aunque Arthur dijo que él y Linda vendrán a la fiesta de Nochevieja.

—Bien —respondió Olivia con rigidez.

Todavía no había perdonado a Tommy Shelby por lo que le había hecho a su familia, y nunca lo haría. Estaba cansada de que él dictara su vida, y dar este salto hacia la libertad fue la mejor decisión que jamás había tomado. Incluso John parecía pensar eso, lo que decía mucho.

La familia Shelby se había derrumbado, y era un milagro que no lo hubieran hecho antes. Después de que llegó la orden de liberar a los chicos y a Polly, la familia Shelby tomó caminos separados. Olivia estaba más que feliz de dejar atrás el humo y el hollín de Birmingham, desapareciendo en el campo con John para pasar sus días con sus hijos.

Olivia se aclaró la garganta—. ¿Esperamos a alguien más para la fiesta?

—No —respondió John—. No lo creo. Liv, nadie ha hablado con Tommy desde lo que pasó.

—Por una buena razón —respondió Olivia—. Tuviste una cuerda alrededor de tu maldito cuello. Estabas así de cerca —ella levantó su dedo índice y pulgar muy juntos—, de ser colgado. Por Tommy.

—Liv, por favor, no empieces, es Navidad —dijo John, mientras se echaba hacia atrás en la cama y levantaba a Elizabeth en el aire—. ¿Podemos simplemente disfrutarla?

—Sí —respondió Olivia—. Pero solo si no recibimos visitas innecesarias. Puedo tolerar a Ada, pero si veo a Tommy Shelby caminando por nuestra entrada con una bolsa de regalos, no dudaré en dispararle.

—Está bien, Liv —dijo John—. Sólo prométeme que serás amable con Ada cuando llegue.

—No tengo ningún problema con Ada —dijo Olivia—. Lo tengo con su jefe, pero eso no debería causar ningún problema.

Causó problemas.

Olivia había estado bebiendo durante todo el día, y cuando entró en la sala de estar y vio a Ada Shelby parada, apretó los dientes y se apoyó contra el pomo de la puerta. Ada la vio y compartió una mirada con John mientras ella hacía una mueca.

—Hola, Olivia —dijo Ada.

—¿Quién pagó por tu auto y conductor, Ada? —preguntó Olivia, habiendo notado el vehículo en su camino a través de la casa.

—Shelby Company Limited —respondió Ada.

—Lindo auto —dijo Olivia, mirando a John—. Te trata bien. Su última mascota.

—Mira, se supone que esta visita sea para arreglar las cosas —dijo Ada.

—¿Arreglar las cosas? —preguntó Olivia—. No hay nada que pueda arreglar esto —le hizo un gesto a John—. John tenía una soga alrededor de su cuello. Se cagó encima.

—Muy bien, Olivia, es suficiente, ¿sí? —intervino John—. Ve a la cocina.

—No me digas qué hacer —dijo Olivia, caminando hacia Ada—. Lleva los autos de vuelta al dinero. No queremos formar parte de ello.

Y con eso, se alejó, saliendo de la habitación para ver a los mellizos, que estaban durmiendo en su habitación de arriba.

Al día siguiente, cuando llegó el correo, Olivia fue la primera en revisarlo. Había un sobre dirigido a John y Olivia Shelby, así que lo abrió y deslizó la tarjeta. Al abrirla, se encontró mirando la huella de una mano negra en un lado de la tarjeta, seguida de una nota escrita a mano.

Para John, Olivia, James, Katie, Oliver, Emily, Sophia, Mason, Elizabeth y John Jr.,

Feliz Navidad. Mis mejores deseos para el Año Nuevo y todo lo que viene.

De Luca Changretta.

Olivia sintió que se le helaba la sangre al leer ese nombre. Los Changretta eran contra los que Tommy guardaba rencor un año antes de este momento, y cuando Olivia recordó que John viajó a Liverpool para buscar al patriarca de los Changretta con Arthur, de repente sintió que el miedo la invadía.

John salió al pasillo, ajeno a la postura rígida de Olivia—. ¿Algo para mí?

—John —dijo Olivia, y su voz lo detuvo—. John, ¿por qué diablos tengo una tarjeta en la mano de Luca Changretta? ¿Qué diablos significa una mano negra? ¿Por qué sabe los nombres de nuestros hijos?

—¿De qué mierda estás hablando? —preguntó John, arrebatándole la tarjeta a Olivia. Ella vio la sangre salir de su rostro—. Tengo que hacer una llamada.

—Tienes algunas explicaciones que dar —dijo Olivia.

—Te lo explicaré luego, Liv —le prometió John—. Sólo déjame hacer una llamada.

WILD EYES | John ShelbyOù les histoires vivent. Découvrez maintenant