33 | tommy y grace

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1924



Mucho había cambiado en los últimos años. Olivia había dado a luz a su segundo hijo, esta vez un hermoso niño. Lo llamaron Mason, y era exactamente como Sophia en el sentido de que lloraba mucho. Arthur se había casado con una mujer llamada Linda. Olivia tenía opiniones encontradas sobre Linda; eera muy religiosa, y Olivia no podía entender por qué Linda quería unirse a una familia que no estaba cerca de Dios, sino del mismo Diablo.

Tommy también se había comprometido con Grace Burgess, la misma mujer que los traicionó hace tantos años. Olivia quería que le agradara por el bien de Tommy, pero saber que Grace era la razón por la que su esposo casi muere en un tiroteo contra Billy Kimber hizo que su simpatía por ella desapareciera casi por completo.

Aún así, ella hacía feliz a Tommy. Eso tenía que contar para algo, ¿no?

La boda de Tommy y Grace reunió a dos familias, y decir que se enfrentaron sería quedarse corto. En un lado de la iglesia estaba el clan Shelby, estruendoso y caótico, mientras que en el lado opuesto de la iglesia, estaba la familia de Grace, vestida con sus uniformes de caballería a pesar de que se les había informado a los Shelby que no estarían vestidos como tal.

Mason estaba llorando en los brazos de John y lo meció suavemente, tratando de calmarlo, pero no parecía estar funcionando. Miró a Olivia con impotencia—. Por lo general funciona.

—Al parecer hoy no —dijo Olivia, tendiéndole los brazos—. Dámelo a mí —Olivia tomó a Mason, acunándolo en sus brazos—. Shh, cariño. Está bien, shh.

Se quedó en silencio, y John la miró con asombro—. ¿Cómo diablos hiciste eso?

—¿Recuerdas cómo fue con Sophia? —preguntó Olivia—. Cambio de roles, perra.

—Vaya, no hay necesidad de eso —dijo John, riendo—. Pero es justo. Veo dónde están sus lealtades, y claramente no están conmigo.

Las campanas de la iglesia comenzaron a sonar, señalando la llegada de la novia, y un coro de escolares comenzó a cantar In the Bleak Midwinter. Entonces Jeremiah Jesus entró en la iglesia, vistiendo su túnica de predicador, y no estuvo exento de las burlas y caras de asombro de la caballería frente a ellos. Olivia supuso que nunca antes habían visto a un predicador negro, y por eso estaban sorprendidos.

Unos momentos después, las trompetas comenzaron y John suspiró indignado—. Aquí viene la maldita caballería. Tarde como siempre.

Grace entró en la iglesia y, al verla, Olivia se inclinó hacia John—. ¿Cómo diablos ve con eso puesto?

El velo de Grace cubría todo su rostro, haciéndolo casi imposible de ver, y ante las palabras de Olivia, John tuvo que reírse con una tos—. Tal vez no sea Grace. Tal vez sea alguien más.

—No bromees —susurró Olivia—. Creo que Tommy podría llorar.

—Silencio —espetó Linda a su lado.

—Vete a la mierda, Linda —dijeron ambos al unísono.

—Silencio —dijo Polly.

—Bien —dijeron John y Olivia, guardando silencio mientras intentaban ocultar sus sonrisas.

Una mirada a Polly les dijo que quería restregarle en la cara a Linda que no tenía tanta autoridad como John y Olivia, por lo que accedieron a guardar silencio una vez que Polly lo dijo. La pareja chocó los cinco sutilmente cuando Grace llegó al altar, de pie junto a Tommy mientras él levantaba el velo. Cuando vio que su futura esposa le sonreía, Tommy Shelby parecía casi feliz. Más feliz de lo que Olivia lo había visto en mucho tiempo. Tal vez había esperanza para él después de todo.

—Queridos hermanos —comenzó Jeremiah, mientras Tommy y Grace lo enfrentaban—. Nos hemos reunido hoy para unir en sagrado matrimonio a Thomas Michael Shelby y Grace Helen Burgess. Dos almas que se han unido para ser una sola, unidas en la vida y en la muerte —el servicio se prolongó durante un tiempo, con Tommy y Grace intercambiando votos entre ellos. Eventualmente, Jeremiah llegó a las palabras que Olivia recordaba de su propia boda—. Thomas Michael Shelby, ¿aceptas a Grace Helen Burgess como tu legítima esposa?

—Sí —respondió Tommy.

—Grace Helen Burgess, ¿aceptas a Thomas Michael Shelby como tu legítimo esposo? —preguntó Jeremiah.

—Sí.

—Entonces ahora los declaro marido y mujer —terminó Jeremiah.

Los vítores estallaron desde el lado de Shelby de la iglesia, mientras que en el lado opuesto Olivia podía ver a la caballería aplaudiendo cortésmente. Ella puso los ojos en blanco y miró a John, hablando sobre los vítores desafiantes—. Esta va a ser una noche larga.

—Tiene razón —murmuró John—. Esos malditos de la caballería no han hecho más que observarnos desde que llegamos aquí.

—Si te molestan, solo dales un puñetazo —sugirió Olivia—. Me recuerdan a Andrew, todo rico y pretenciosos.

—Olvídalo —susurró John—. No vale la pena recordarlo.

—Tienes razón —respondió Olivia—. Solo quiero ir a la casa de Tommy y emborracharme... una vez que los niños estén en la cama, por supuesto.

—Por supuesto —dijo John—. Pero hasta entonces, nos las arreglaremos.

Olivia suspiró—. Sí, estaremos bien.

Los últimos dos años no habían sido excepcionalmente buenos. El padre de Olivia había fallecido y, por mucho que lo odiara, todavía lo extrañaba. Aunque Henry Lee no fue un padre increíble, él era todo lo que tenía. No fue realmente sorprendente que Helena falleciera unos meses después que su esposo. Después de todo, nunca habían pasado más de unos pocos días separados desde que tenían dieciséis años. No fue una sorpresa cuando Olivia recibió la noticia de la muerte de su madre.

Ella murió de un corazón roto.

Olivia nunca arregló la relación que tenía con sus padres, y ahora ya era demasiado tarde. Sin embargo, como John le decía a menudo, no era su deber arreglarlo. La primera vez que lo dijo resultó en una discusión, pero después de un tiempo, Olivia se dio cuenta de que tenía razón. No era su lugar arreglar lo que sus padres habían roto. Después de todo, la habían descuidado tanto como ella los había descuidado a ellos.

Con la noche por delante, Olivia miró a su hijo, que dormía profundamente en sus brazos mientras salían de la iglesia y se paraban en los escalones para una fotografía familiar. Estaba parada al lado de John, su brazo alrededor de sus hombros mientras sonreían a la cámara.

Luego vino la tarea de llevar a todos de regreso a la casa, y mientras John se enfocaba en los invitados, Olivia recogía a los niños. Si había algo en lo que se había destacado en los últimos años era en cómo manejar a los niños. A estas alturas ya era muy buena poniéndolos en fila, actuando como un sargento mayor. Se dio cuenta de que si lo hacía divertido sería más probable que los niños la escucharan, así que mientras hablaba con voz ordenada y los observaba formar fila, con la pequeña Sophia aferrándose a las manos de Emily y Katie, sonrió.

—Está bien —dijo Olivia—. ¡Vamos a la fiesta!

WILD EYES | John ShelbyWhere stories live. Discover now