18 | una cuestión de honor

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Cuando llegó la mañana, Olivia todavía le era fiel a sus convicciones. John le había dicho la noche anterior que se iban a Londres, y en el fragor del momento Olivia no se opuso, pero ahora que estaba sobria y más despierta, estaba intentando convencer a John de que se quedara.

—Te lo dije anoche —espetó ella, agarrando la pierna de John—. ¡Londres es peligroso! ¡Lo juro por Dios, va a causar más problemas! 

—Olivia, detente, ¿de acuerdo? —suspiró John—. Suelta mi maldita pierna. Tommy sabe lo que está haciendo. 

Olivia soltó la pierna de John pero se quedó en la entrada, negándose a dejarlo pasar—. ¿Qué parte de "tengo parientes en Londres" no entienden? Es una guerra civil allí. Dos bandos, luchas constantes, amenazas, bombas, asesinatos. ¿Qué va a pasar cuando los Peaky Blinders aparezcan intentando hacerse cargo?

—Les mostraremos quién manda —respondió John—. Muévete. 

—¡JOHN! —llegó un grito desde afuera. 

—¡YA VOY! —gritó John, antes de volverse hacia Olivia—. Liv, por favor muévete. No puedo hacer esperar a Tommy. 

—¿Y yo? —preguntó Olivia, acercándose a John—. Vas a dejarme aquí mientras desapareces en Londres con Tommy y Arthur, dejándome con los niños más el trabajo. No es justo, ¿verdad?

—La vida no es justa —respondió John. 

—Bien —dijo Olivia—. Pero puedes decirle a Tommy Shelby de mi parte que solo está cavando su propia tumba. 

—Está bien, Liv —dijo John, besándole la frente mientras pasaba y bajaba corriendo las escaleras—. Te veré luego. 

Olivia lo siguió escaleras abajo—. Ten cuidado, maldito idiota. 

—Yo también te amo —sonrió John, antes de salir por la puerta y cerrarla detrás de él.

Olivia suspiró antes de recoger sus cosas y dirigirse al lavadero. Era el método más rápido para bañarse, ya que tardaba una eternidad en calentar suficiente agua para llenar la bañera. Olivia solo se aventuraba a ir al lavadero cuando no tenía a los niños, porque intentar meter a cuatro niños en el agua jabonosa era como intentar atrapar peces con las manos.

Mientras se lavaba, Olivia escuchó que alguien hablaba más alto que los demás, afirmando que la noche anterior una Shelby se había sentado en la mesa de su hermana en el Patch. Olivia empezó a escuchar, y cuando se preguntó quién podría haber sido, su único pensamiento fue Polly. Ella era quien creía en la fe gitana, y sus sospechas se confirmaron cuando la mujer afirmó que fue ella. 

Sabía todo sobre la Sra. Price en el Patch. Olivia conocía a todos los gitanos de Small Heath, y la idea de que Polly se sometiera a los horribles trucos de la mujer hizo que Olivia abandonara la lavandería lo antes posible para llegar a tiempo al trabajo.

Al entrar en la tienda, Olivia se dirigió a su escritorio y se sentó, notando a Polly al otro lado de la habitación. La mujer se esforzaba por esconder la botella de alcohol a sus pies, pero Olivia conocía las señales de que alguien tenía un mal día como resultado de una noche igualmente mala.

—Estás en contra de esto tanto como yo, ¿no? —le preguntó Olivia a Polly. 

La mujer la ignoró—. Presta atención a quien apueste mucho dinero a Divine Star en la carrera de las 3:30 en Newmarket. Es uno de los nuestros. Cualquier apuesta mayor a una libra, avísame. 

Olivia suspiró, poniéndose de pie antes de dirigirse al escritorio de Polly—. Polly, no quiero entrometerme en tus asuntos, pero deberías saber algo. Esa mujer es una embaucadora. 

—¿Qué mujer? —preguntó Polly. 

—Su hermana estuvo en el lavadero a la mañana, alardeando de que una Shelby había estado en la mesa —dijo Olivia.

—¿Qué mujer? —repitió Polly. 

—Los gitanos hablan entre sí —dijo Olivia. 

—¿Qué mujer? —preguntó Polly. 

Olivia vaciló antes de hablar—. Ayer a la noche fuiste a ver a la señora Price en el Patch —ella alargó la mano para colocarla sobre el hombro de Polly—. Lo siento... 

Polly reaccionó instantáneamente, empujando su silla hacia atrás antes de empujar a Olivia hacia atrás hasta que su espalda se estrelló contra la pared—. ¿Qué sabes?

—Sé que empujan el vaso —espetó Olivia, tratando de suprimir los recuerdos olvidados que resurgieron después del impacto con la pared—. El hombre es su primo. Él empuja el vaso. Es un truco. Te dicen lo que ya creías. Comenzó su negocio después de la guerra por todas las viudas. Polly, solo creí que debías saber. 

Polly se acercó más al rostro de Olivia—. Y en este maldito lavadero, ¿dijeron por qué fui ahí? 

Olivia sintió más ira que miedo por el hecho de que Polly estaba tratando de demostrar que era más poderosa que ella—. Sí. 

Polly sacó un cuchillo—. Le cuentas a alguien de esta familia y te juro que te cortaré.

Olivia entrecerró los ojos—. No es necesario un cuchillo para que no cuente secretos. Es una cuestión de honor —Olivia empujó a Polly lejos de ella—. Y te juro que si alguna vez me vuelves a tocar así, me aseguraré de que descubras por las malas que no eres tan amenazante como crees. 

—¿Cómo te atreves a...? —comenzó Polly.

Olivia la interrumpió—. No, escucha por una vez. No sabes ni la mitad de la mierda por la que he pasado, pero déjame decirte algo, Polly Gray —se acercó a Polly, apenas estremeciéndose cuando la mujer levantó el cuchillo hacia ella—. No eres todo lo que crees que eres. No me asustas. Lo único que me asusta es que la gente abuse del poder que tiene sobre los demás, así que si alguna vez me vuelves a amenazar con un cuchillo, te juro que no sabrás qué te ha golpeado —Olivia pasó junto a Polly, recogiendo sus cosas—. Me voy a tomar el día libre. 

—No puedes hacer eso —dijo Polly.

Olivia ni siquiera se giró para mirarla cuando se fue—. Mírame.

WILD EYES | John ShelbyWhere stories live. Discover now