19 | seguida en la oscuridad

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Por el resto del día Olivia se mantuvo sola. Su arrebato sin duda traería repercusiones, después de todo, amenazó al miembro mayor de la familia Shelby, pero eso no le importaba.

Olivia bajó al canal, se sentó a la orilla del río y vio pasar los barcos. Incluso después de todo ese tiempo pensando que estaba mejorando, eran las pequeñas cosas las que le traían los peores recuerdos. Cuando cerraba los ojos, todavía podía sentir los adoquines clavándose en su espalda mientras él la presionaba contra la pared con demasiada fuerza.

John no era como él, y Olivia tenía que seguir recordándose ese hecho. Él nunca había levantado un dedo para lastimarla o forzarla a hacer algo que ella no quisiera hacer. Él la había ayudado a sanar, y estaba agradecida de que lo hubiera hecho, porque poco a poco, el dolor estaba desapareciendo.

El día transcurrió y, al caer la noche, Olivia se dirigió a casa. Mientras caminaba por las calles de Small Heath, no podía evitar sentir que la estaban siguiendo. Se volvió para mirar detrás de ella lo más sutilmente que pudo y vio a dos hombres con abrigos negros que la seguían. El miedo se instaló en su estómago, porque por mucho que Olivia pretendiera saber a dónde estaba yendo, todo se veía diferente en la oscuridad. Hasta el momento, los hombres no se habían acercado a ella, por lo que pensó que seguiría caminando hasta que estuviera en algún lugar que reconociera.

No tardó mucho en llegar a Watery Lane y, sin pensárselo dos veces, echó a correr hacia su casa. Afortunadamente la puerta estaba abierta, lo que significaba que John estaba en casa, por lo que se apresuró a entrar y cerró la puerta con llave por primera vez en mucho tiempo.

—¿Dónde diablos has estado? —espetó la voz de John. 

Olivia se sobresaltó y se volvió hacia él—. Caminando. 

—¿Entonces por qué estás sin aliento? —preguntó John. 

—Había dos hombres siguiéndome, así que corrí a casa —respondió Olivia—. Pero estoy bien. 

—Espera, ¿te siguieron? —preguntó John—. ¿Nuestros hombres? 

—No —respondió Olivia—. Tenían sombreros diferentes. 

—Bueno, me alegra que estés bien —dijo John—. Pero tengo que preguntar, ¿por qué diablos amenazaste a Polly? 

Olivia apretó los dientes—. ¿Qué te dijo?

—Que le pediste que se casara contigo —respondió John—. ¿Qué crees que me dijo, Liv? ¿La amenazaste?

—¿Te dijo por qué? —preguntó Olivia.

—No —respondió John—. ¿Por qué la amenazaste?

—Porque cree que puede pasarme por encima y estoy harta de eso —gritó Olivia, finalmente soltando todo—. Durante dos malditos años dejó muy claro que no soy bienvenida en esta familia y estoy harta de que me trate como... como una mierda porque cree que es mejor que yo. ¿Quieres saber por qué la amenacé? Es por eso. Me empujó contra la pared y por una fracción de segundo volví a tener dieciocho años, pero no tienes idea de lo que se siente porque nunca te pasó. Estoy harta de que me trate como una mierda. Solo intenté ayudarla. 

—Liv —dijo John suavemente—. Liv, no lo sabía.

—No, porque no te lo dijo —respondió Olivia, secándose los ojos—. Dios, estoy tan harta de sentirme como una extraña. La única persona que me hace sentir completamente bienvenida eres tú. 

—¿Estás bien? —preguntó John—. Después de... 

—Estoy bien —respondió Olivia—. Me tomé un tiempo para mí. 

—Liv, no tienes que fingir que estás bien —dijo John—. Nadie te va a culpar si no lo estas.

—¿No lo entendies? Tengo que estar bien —dijo Olivia—. Nadie sabe por lo que estoy pasando, y los que saben no me creen. Simplemente... cada vez que creo que lo estoy superando, termino de nuevo en el mismo lugar oscuro. 

John sintió que su corazón se encogía ligeramente. Dio un paso hacia Olivia, atrayéndola a sus brazos—. Ven aquí. Estás bien, te tengo.

Ella sollozó en su camisa. Lo había reprimido durante demasiado tiempo y finalmente había estallado fuera de ella como un globo explotando. John la abrazó mientras ella lloraba en la puerta de entrada, antes de guiarla a la sala de estar y sentarse en el sofá. Puso a Olivia en su regazo y en sus brazos, abrazándola contra él mientras lloraba.

—Lo siento —susurró Olivia—. Odio molestarte con esto. 

—No me estás molestando —dijo John—. Lamento que hayamos discutido esta mañana y la noche anterior. 

—Está bien —respondió Olivia—. Lo siento.

—No te preocupes —dijo John—. Sólo estabas cuidando de mí.

—Siempre lo haré —murmuró Olivia.

—Así como yo siempre cuidaré de ti, ¿de acuerdo? —dijo John—. Nadie volverá a tocarte mientras pueda evitarlo. Nadie, ¿lo entiendes? —Olivia asintió—. Bien, porque no te mereces esto. 

—Nadie lo hace —respondió Olivia—. No se lo desearía ni a mi peor enemigo. 

—Que, al parecer, es la tía Polly —rió John.

Olivia se encogió de hombros—. Era sólo cuestión de tiempo. Soy una Lee, y puede que no vengamos de mucho, pero sabemos que no merecemos que nos pisoteen. 

—Pero ahora también eres una Shelby —le recordó John—. Lo que significa que debes ser incluida.

—Intenta decirle eso a tu tía —se burló Olivia.

—Lo hice —respondió John—. Ella no escuchó, así que me fui y volví aquí para encontrar que te habías ido y pasé la última hora pensando en dónde estabas.

—No quise ir muy lejos —respondió Olivia—. El aire fresco y el río me ayudaron a pensar y despejarme. 

—Bueno, me alegra que hayas vuelto —dijo John—. Ha sido un largo día. 

—Tienes razón —dijo Olivia. 

—Por cierto —dijo John—, ¿sobre qué discutieron tú y Pol?

Olivia volvió a encogerse de hombros porque no se trataba de vengarse de Polly revelando sus secretos. Era una cuestión de honor y, aunque por sus venas corría sangre gitana, Olivia sabía que el honor era uno de los rasgos más importantes de cualquier individuo. 

—No importa.

WILD EYES | John ShelbyМесто, где живут истории. Откройте их для себя