—¿Por qué?

—Debido a nuestra misión, tenemos que evitarla por el bien de los humanos. Es un seguro para que podamos hacer nuestro trabajo bien. Sin embargo, no estamos exentos de sentirla una o dos veces en toda nuestra inmortalidad.

»Beatrix la sintió cuando me juzgaron y condenaron injustamente. Yo la sentí cuando vi la inocencia en tu mirada infantil.

—Si ahora soy uno de ustedes, ¿por qué el policía pudo verme y tocarme?

—Porque tienes un nuevo cuerpo. Uno que no tiene fecha de caducidad.

—¿Dios me lo dio?

Eliot rio escandaloso por el tono infantil que puse cuando hice esa pregunta. O tal vez era el significado de esta.

—No, fui yo. Dios no tiene nada que ver con nosotros, ni Lucifer u otra deidad religiosa. Nosotros estamos en un plano muy diferente al de ellos. No tienen jurisdicción con nosotros, si es que existen. Ninguno de los míos se ha topado con algo o alguien para que nos asegure su existencia.

—Pero... tú quitas la vida, no la das.

—Callie estás enredando todo y te estás dejando envolver por tu conocimiento humano.

—¡Pues entonces explícate porque ya estoy más enredada que una bola de estambre en las garras de un gato!

Eliot rio callado pero gustoso. Mi humor irónico seguía intacto.

—Está bien. Solo no me interrumpas. —Asentí muchas veces—. Hace rato, cuando estuvo a punto de reclamarte mi Protectora, liberé tu alma y te dejé unos minutos en el vacío en lo que creaba tu cuerpo.

—Pero ¿cómo lo hiciste?

Eliot sonrió irónico. Rindiéndose a que por lo menos en este momento no podrá mantenerme callada.

—Todo esto va a sonarte a hocus pocus, pero... —Suspiró profundo—. Bien, espero que entiendas de inmediato —susurró para sí. Siguió—. Tras liberar tu alma, tomé un cabello tuyo y fui a donde despertaste. Aprisioné el cabello entre mis manos, muy cerca de mi corazón, y deseé fervientemente que fueras inmortal..., que jamás fueras besada por la Muerte. —Notó mis gestos incrédulos que ya lo catalogaban dentro de la locura—. En pocas palabras: retiré su fecha de caducidad y, ¡voila!, tienes el inicio de un cuerpo inmortal.

«Todo ese proceso me sonó a pura ciencia ficción, por no decir a un milagro», pensé mirándolo suspicaz. Aun buscaba explicaciones creíbles, y esa no lo era para mí.

—¡Así lo hice! El proceso es tan sencillo como se oye. Aunque no lo fue buscar tu alma en el vacío y regresarla para que diera vida a esa delgada fibra de ADN... Pero ¡lo logré! —Me guiñó al final.

Bufé risueña, me estaba imaginando a Eliot haciendo magia con ese cabello hasta lograr mi nueva perfección.

—Me viste desnuda —comenté tímida cuando después lo imaginé a un lado de mi mirándome renacer.

—Sí. Hermoso cuerpo, por cierto —reconoció con una sonrisa a medias, pero muy pícara.

Por supuesto, me sonrojé aún más.

—¡Espera! —exclamé al recordar esa espera—. ¿Vacío?... ¿De qué hablas? Estuve en el lugar más hermoso que he visto en mi vida. Si no es por esa horrible luz...

—¡Esa fue la parte difícil! —me interrumpió—. Se suponía que no tenías que entrar a esa luz. Tu alma se hubiera consumido ahí, si hubieras permanecido más tiempo. No podía volver a purificarse. No se hizo para ti.

El Recolector: Fuera de la vidaWhere stories live. Discover now