Un breve instante de felicidad

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Un breve instante de felicidad




A pesar de lo que significaba, Severus reconoció ante sí mismo que Natalie y Edward complementaban el trato de una manera inmejorable. Eran jóvenes amables, inteligentes y por si fuera poco, expertos en defensa mágica. No podía pedir más.


Vio como Harry congenió inmediatamente con ellos y pasaron largos minutos charlando. Edward estaba fascinado con la charla de Harry sobre Patronus y hechizos de barreras mágicas, él también había sido el mejor alumno en defensa contra las artes oscuras en su colegio. Por su parte, Natalie era una chica alegre, con el don de proyectar imágenes tan reales que confundirían hasta Dumbledore.


Ambos estaban fascinados con poder ayudar a Eloise y Leonard. Les entristecía tener que despedirse de sus amigos pero confiaban en poder hacer muchos más en cualquier otra parte del mundo.


Ninguno de ellos puso ninguna restricción cuando Severus aplicó la Legeremancia en sus mentes para verificar su sinceridad. Los dos se relajaron y le permitieron adentrarse hasta donde fuese necesario. De esa forma el Profesor pudo comprobar que no mentían y su motivación no era la fama ni el poder del bebé de Harry, tan sólo querían un sobrino que alegrara al matrimonio Bristow.


Ron y Hermione habían sido invitados para que conocieran a las personas que criarían al bebé de Harry, pero ninguno de los dos se presentó. La desilusión fue visible en el rostro del chico aunque no lo mencionó en ningún momento.


Pero al quedarse solos, Harry ya no quiso seguir fingiendo, su sonrisa se borró de su rostro mientras iba a sentarse en su sillón favorito, ahí esperó a que Severus se le reuniera lo cual no tardó en suceder.


— ¿Quiere hablar?


Harry suspiró profundamente antes de comenzar, quiso sonreír pero era demasiado esfuerzo tan solo intentarlo así que se olvidó de ello.


— Mis amigos están molestos conmigo.

— ¿Han sido desagradables? No debería sorprenderme.

— No es eso, pero ambos están en desacuerdo con lo que voy a hacer. Tenía la esperanza de que vinieran y conocieran a los Bristow, así sabrían que realmente sé lo que hago y que es lo mejor para el bebé.

— Bueno, creo que en esta ocasión no podría ponerme en contra de sus amigos.

— Ya sé que tampoco está de acuerdo, sin embargo no me ha dejado solo y eso jamás lo olvidaré, Profesor.

— Sé que no ganaría nada con hacer lo contrario.

— Ron anoche me dijo que tenía la esperanza de que recapacitara en el último momento, que aún la tiene pero le molesta verme seguir con el plan sin pensar en que estoy abandonando a mi propia sangre... ¿realmente creen que no me he dado cuenta de ello?

— Reconozca que es difícil imaginarlo renunciando a su bebé, Potter.

— Porque todo el mundo cree que hago una maldad y no es así. Sería muy egoísta de mi parte pensar sólo en mí y quedarme con el bebé aun cuando sé la clase de vida que le espera conmigo, si es que vivimos.

— No tiene porqué ser tan pesimista, usted ha sobrevivido hasta ahora.

"Hasta ahora", pero imagine que no lo logro, que Voldemort me mate antes de poder hacerlo yo. Mi hijo quedaría a su merced, no habría nada que le impidiera apoderarse de él y me resisto a imaginar siquiera la clase de tormentos que le infligiría sin importarle ser sólo un bebé... ¿o usted cree que verlo tan indefenso le ablandaría el corazón? No, no lo haría. Al contrario, desquitaría con él todo su odio por mí.


Snape asintió recordando los planes de Voldemort. Reconoció ante sí mismo que eran esos planes, y no su lealtad a Harry, lo que le impulsaba a apoyarlo. Tenía que encontrarle un lugar seguro a ese niño hasta que el Señor Tenebroso dejara de representar peligro alguno.


— Su amiga, Granger, ¿piensa igual que Weasley?

— Sí, ella continúa muy irritable, pero a pesar de opinar igual que Ron no se une a él. Hasta parece que también se molesta con Ron, incluso ayer la vi conversando con Zabini, eso no me gustó nada, me temo que esté intentando ponerle celoso o simplemente es que ansía hacerlo rabiar... creo que piensa que él debería obligarme a cambiar de opinión.

— Una misión imposible ¿cierto?

— Totalmente.

— ¿Sabe? Dumbledore me comentó hace unos días que también ha notado el cambio de Granger. Envió una carta a sus padres comunicándoles su preocupación, ellos le respondieron alarmados, su conducta fue igual durante el verano pero pensaron que se trataba sólo de estrés ante la proximidad de su último año de estudios. Rogaron a Dumbledore que le hiciera revisar.

— ¿Lo hará? No creo que Hermione ceda, no se imagina la mirada furiosa que me echó cuando se atreví a sugerírselo el otro día, casi parecía que le había pedido que matara a alguien.

— Quizá finalmente tantos años de obsesión por los libros le haya pasado factura.

— No, yo sigo pensando que es por Ron. —comentó Harry en un suspiro—. Está dolida y quisiera poder hacer algo por ayudarla pero no sé cómo.

— Tendrá que aprender a aceptarlo por sí sola. —aseguró Severus intentando enviar un mensaje—. No se puede obligar a que otra persona le corresponda en sentimientos.


Severus le vio sonreír tristemente. Aunque nunca habían tenido la oportunidad de revelar que Snape era objeto de atracción del amigo pelirrojo de Harry, esperaba que ya hubiese captado que sería un error hacerlo. Harry debía aceptar que Ronald Weasley, al igual que Granger, había puesto sus ojos en la persona equivocada.


... y sí, también él.


Imposible no quererteDove le storie prendono vita. Scoprilo ora