Enfrentando la realidad

3.9K 430 24
                                    


Enfrentando la realidad




Habían pasado casi veinte minutos y ninguno de los dos decía nada. Severus intentaba convencerse de estar en una pesadilla, ocasionalmente se atrevía a mirar a Harry de reojo y notaba su total nerviosismo, el chico movía histérico su pierna, y sus mejillas continuaban teñidas de rojo. Severus no comprendía cómo es que alguien pudiera ruborizarse tanto pero para su sorpresa, descubrió que no le irritaba como antes.


— Debe de haber una explicación, Potter.

— Seguro. —bufó despectivo—. Usted se equivoca, no hay embarazo.

— Lo hay, créame.

— ¿Ah sí? ¿Un milagro entonces?

— No sea sarcástico, Potter, ¿no se da cuenta de lo delicado de la situación?

— ¿En serio? —cuestionó con irónica alarma.

— A veces me tienta la idea de dejar que solucione solo su problema.

— No es mala idea ¿sabe? Desde que se le ocurrió esa tontería del embarazo ha hecho mi vida un desastre.

— ¡Bien, entonces váyase, lo dejaré en paz!


Harry se puso de pie y Snape le vio abandonar el dormitorio cerrando furioso la puerta. Se sintió tentado a ir tras de él pero no lo hizo, aunque necesitó de todo su autocontrol para continuar en su lugar. Era mejor lavarse las manos en ese problema, cuando Dumbledore volviese de su viaje lo enteraría de todo y que él se estresara lidiando con la terquedad de Potter.


Sin embargo, a pesar de su determinación, Severus no logró conciliar el sueño esa noche así que abandonó la cama y volvió a repetir el examen en la sangre de Harry, prácticamente ya no tenía más que residuos pero fue suficiente para realizarlo. Si la expresión se lo permitía, Potter estaba embarazadísimo.


Le sobresaltaron unos suaves toques a la puerta, miró el reloj y aún no eran ni las cuatro de la madrugada. Bien, no había muchas opciones para adivinar. Abrió la puerta sin sorprenderse al ver a Potter tras de ella, sin embargo, sí se sorprendió de su apariencia. Podía verle los párpados hinchados aún tras de sus gafas, su nariz enrojecida y sus mejillas aún humedecidas.


— ¡No diga nada! —gruñó Harry haciéndose paso al interior del dormitorio de Snape.


Severus se lo permitió en silencio, además, así era más fácil. Si para Harry Potter era difícil mostrarse vulnerable, para él era aún peor, se sentía totalmente incapaz de manejar los sentimientos de un adolescente.


— No tiene caso negarlo ¿cierto? —escupió Harry caminando rabioso de un lado a otro—. Tengo los síntomas, creí que si me decía que era casualidad entonces todo regresaría a la normalidad, pero no. No sé qué demonios pasó pero pasó y necesito remediarlo.

— Cuando Dumbledore regrese hablaremos con él y buscaremos la mejor solución.

— ¡No, no quiero que se entere! ¡No quiero que nadie más lo sepa nunca!

— Lamento informarle que tarde o temprano será más que evidente.

— Snape, usted sabe de pociones, debe tener alguna que me ayude.

— ¿Qué está tratando de decir?

— ¡Que lo saque, quiero que lo saque ahora mismo!


Eso sí que Snape nunca lo esperó. No podía negar que sí se le había ocurrido esa solución aunque se resistía a pensarlo, sobre todo porque estaba plenamente convencido de que Harry Potter se negaría terminantemente.


— ¿Está seguro?


No hubo respuesta. Severus vio que el chico se dejaba caer en un sillón cubriéndose el rostro con ambas manos.


— ¿Se ha imaginado cómo pudo ocurrir, Snape? Pues yo sí. —le confesó con la voz entrecortada—. Imagino a alguien lo suficientemente monstruoso para forzarme, hacerme presa de sus bajezas y luego solucionarlo con un Obliviate antes de marcharse en medio de estruendosas carcajadas burlonas... O tal vez me drogaron antes, quiero pensar que así fue, que no me di cuenta de nada, que no sentí la asquerosidad de verme sometido a un degenerado, pero sé que no es así. Mi vida nunca se ha caracterizado por los caminos menos difíciles. Tuvo que haber sido horrible y quizá tenga que agradecer no recordarlo.

— Hay modos de averiguarlo... no sé qué tanto se haya modificado a su memoria, pero probablemente la legeremancia...

— ¡No! No quiero saber nada, no quiero recordar, sólo quiero saber que todo ha terminado, sacar eso de mi cuerpo y regresar a mi vida como era antes.

— Quizá deba tomarse unos días para decidirlo con calma, Potter.

— ¿Tomarme días? —repitió poniéndose de pie y levantando su camisa para dejar su vientre a la vista, Snape contuvo una exclamación de asombro, el embarazo ya era notable aunque aún podía disimularse con la ropa—. Creí que estaba comiendo de más, pero ya sería demasiado ingenuo continuar pensando lo mismo.

— Está muy avanzado. —musitó fúnebremente.


Harry volvió a dejarse caer en el sillón pero ya sin cubrirse el rostro que mostraba su angustia en toda su potencia.


— Sí puede ayudarme ¿verdad?

— Con una condición.

— ¿Cuál?

— Conozco un medimago, será discreto, quiero que me asegure que no habrá riesgo para usted.

— ¿Cree que haya mayor riesgo que continuar con esto? Ya leí lo que puede pasar, mi magia se desestabilizará, y no creo necesario recordarle que la guerra puede desatarse en cualquier momento, estando como estoy no podría defenderme.

— No creo que eso sea un problema, hay innumerables personas dispuestos a protegerle hasta que esté apto para enfrentarse al Lord.

— ¿Y cree que sería fácil para mí mantenerme a salvo mientras los demás mueren por mí?

— Potter, si usted está dispuesto a morir por ellas ¿porqué no dejarles el beneficio de hacer lo mismo en su lugar?


Snape vio que Harry fruncía los labios manifestando su disgusto por la idea, pero como no protestó abiertamente, pensó que debía aprovechar el momento. Se sentó frente a él resuelto a ganar esa batalla.


— ¿Acepta mi condición?

— La acepto, pero le advierto que si se niega después a ayudarme soy capaz de sacar esa cosa por mí mismo.


Severus asintió decidiendo que ya se preocuparía más tarde por esa posibilidad. No lograba culpar a Harry de querer terminar el embarazo, él no lo había mencionado pero estaba convencido de que compartían el mismo temor, esa nada remota posibilidad de que el producto fuese resultado de un maleficio, o quizá que el padre se tratara de un servidor del Lord Oscuro, si es que no de él mismo.


Tuvo que sacudir su cabeza para sacar esa idea de ahí, le perturbaba demasiado, hasta tal grado que sentía su estómago rugir de rabia.


Imposible no quererteWhere stories live. Discover now