—Callie, no sabes dónde te estás metiendo —escuché a Eliot detrás de mí, lo que me hizo voltear rápido.

Apenas si podía percibir su figura alta, delgada, en el fondo del pasillo, en donde yo había comenzado el sueño. Estaba pensando qué responderle cuando escuché el sonido de sus pasos acercándose a mí lentamente. Mi estómago mariposeó por el deseo de ver su rostro a la luz de esa antigua antorcha, pero, cuando llegó, me estremecí hasta los huesos por lo que vi. Con todo y que vestía casual, sus ojos sobresalieron de su rostro, y se veían deseosos... hambrientos.

Retrocedí un paso nada más. No sé cómo lo hizo, pero, en tan solo un pestañeo, ya lo tenía frente a mí. Realmente me robó el aliento.

No me dijo nada y solo me tomó por el cuello para acercarse a mí lentamente. Me reí indeliberadamente de ese cliché mientras esperaba su mordida, que nunca llegó. De hecho, Eliot desapareció como un fantasma.

Estaba confundida. ¿A dónde se había ido?

Lo busqué por todos lados, pero solo estábamos yo y ese refrescante aroma que llegaba de algún lado y me llamaba alegremente. Me dejé guiar por él hasta que comencé a notar que el piso de piedra era suplantado por tierra cubierta de hojas secas, y el pasillo por frondosos árboles.

Era de noche, la luna brillaba con un hermoso halo angelical que era acompañado por las tintineantes estrellas. Jamás las he visto tan brillantes; la contaminación lumínica era inexistente en el lugar. Caminé por ese bosque, que se cerraba cada vez más y más, estando alerta de los sonidos de la naturaleza que escuchaba a mi rededor.

—No te va a agradar la verdad... Mi verdad —percibí la voz de Eliot proviniendo de mi lado derecho. Vi como salió de la sombra de un árbol; sus ropas habían cambiado a informales.

Se acercó a mí hasta que pudo rodearme lentamente, sin quitarme la vista de encima. Como un depredador acosando a su presa.

—¡Pero tengo que saber quién eres! —refuté sin moverme del lugar.

Tan pronto como le di mi razón, sus ojos brillaron como los de un lobo. Eran de un color ámbar, muy brillante, y circundados por una línea oscura; se veía tan peligroso. Me gruñó amenazador; sin embargo, su pose me causó tanta gracia que reí sin querer.

Eliot desapareció y una neblina espesa empezó a formarse hasta que me rodeó por completo. No podía ver más allá de un metro lejos de mí. Todo era gris, claustrofóbico... Una neblina muy victoriana. Y tenía un aroma característico también, muy raro. No percibía los olores de ciudad, o de un bosque, como los que todo londinense de mi época conocía. Más bien era dulce... delicada.

La noche esclareció tanto como una fría mañana de invierno. Cuando me moví, vi que el suelo había cambiado también, ahora era formado por enormes piedras planas... como guijarros de río. Caminé a tientas, buscando algo que me indicara dónde estaba, pero era como si me estuviera moviendo por una enorme planicie. No había nada o nadie. Tal soledad me estaba dando miedo porque no sabía qué o quién podría aparecer para arrastrarme dentro de esa niebla victoriana. Pero también estaba confundida porque ya había pasado mucho tiempo vagando.

De pronto, noté que el camino se acabó; apenas si pude mantener el equilibrio. Me asomé y vi agresivas olas chocando con enormes rocas a los pies de un risco grisáceo. También vi el horizonte y el sol que trataba de colarse entre las nubes para iluminar el ajetreado mar. Noté algo muy extraño, no podía escuchar su sonido, solo el de rocas crujiendo bajo el paso de alguien, y venía detrás de mí. Me estremecí a medida que me volví, esforzando la vista a la distancia para distinguir esa figura que se abría paso entre la niebla.

—¿Eliot?

Tan pronto como dije su nombre, él apareció detrás de la niebla que se dispersó como un pesado telón de teatro. Pero no como una criatura mítica, sino como el Eliot que yo conocía, el de carne y hueso... Muy real. Me maravillé de como esos jeans oscuros y el sweater gris Oxford que cubría una playera gris más claro lo hacían lucir mucho más guapo de lo que ya era.

El Recolector: Fuera de la vidaWhere stories live. Discover now