Capítulo 24

3.9K 395 59
                                    

En la mesita de luz de Theo, resaltaba la pequeña tarjeta que Mía le regaló en una ocasión. Ponía que era la <<mejor persona del mundo>> en una caligrafía un tanto torpe pero adorable. Las decoraciones que tenía alrededor, evidenciaban que le había llevado un buen rato conseguir ese resultado. Los regalos hechos por uno mismo siempre serían los más especiales, sin duda, únicos. Lucy estaba segura de eso. Sin embargo, su garganta se apretó al darse cuenta que Theo apreciaba ese trozo de papel como el regalo más importante que le habían hecho en toda su vida. Lo supo por la forma en que sus ojos brillaron cuando preguntó <<¿Mía te dio eso?>> y él respondió orgulloso que sí, que ella lo había hecho. Cualquiera lo dejaría como un acto tierno, pero no podía evitar pensar la forma en que se rompería el corazón de ambos al momento de separarse, que de hecho, según lo que apuntaban los últimos resultados, sería pronto. Incluso, Lucy había seleccionado la casa de acogida que le resultó apta para la niña y que además, tenía espacio para recibirla. Planeaba decírselo la próxima semana a Theo, cuando el equipo de trabajo se reuniera para decidir.

—¿Y esas de ahí son tus sobrinas, no? —preguntó, refiriéndose al portarretrato que también estaba sobre la mesita de noche. Desde esa posición, recostada en el pecho de Theo, podía verlo todo. Él asintió—. Son preciosas.

—Lo sé. Son increíbles —aseguró, deslizando una sonrisa. Aunque no tenía tiempo suficiente para verlas a diario, su familia era una de las partes más importantes de su vida—. Ella es Valentina —señaló a la niña más pequeña, de tres años—. Y ella es Molly —indicó a la otra, que tenía siete—. Mi hermana la adoptó cuando apenas tenía cuatro, junto a su hermano, Brett. En realidad, en ese entonces él tenía dieciocho, no tuvieron que pasar por todo el proceso legal, pero lo adoptaron simbólicamente. Ahora cumplió veinte y está en la universidad.

—Es una de las historias más bonitas que he escuchado —aseguró. No conocía a Mila, la hermana de Theo, pero percibía que estaban hechos de la misma madera—. ¿Y qué tal se te da ser tío? —bromeó, deseando ver la manera en que se comportaba cuando estaba en ese rol.

—Creo que lo hago bien —respondió; sin mencionar el hecho de que sus sobrinas gritaban emocionadas cada vez que lo veían, la forma en qué Valentina se arrojaba a sus brazos, Molly se divertía pintándole la cara con sus maquillajes de juguete o las veces que Brett acudía a él en busca de algún consejo -o para confesarle que estaba en problemas y no sabía cómo arreglarlo-.

—No seas modesto. Seguro lo haces asombrosamente bien.

—Hago lo mejor que puedo —mencionó, animado por las acotaciones de Lucy—. Llevé a Brett a practicar alpinismo durante las vacaciones. Quedó fascinado. Mi hermana casi me asesina, pero esa es otra historia.

—Déjame adivinar. Seguro quiere una motocicleta como tú.

—Bueno, sí. Tuve que dejarlo conducir la mía durante esas vacaciones —comentó, paseando la mano a través de los mechones delanteros de Lucy, que cayeron ligeramente hacia atrás. La castaña, que aún descansaba en su pecho, sintió que los párpados comenzaban a pesarle. Había sido un largo día.

—¿Sabes? Tú hermana en el fondo debe estar tranquila. Eres un poquito adicto a la adrenalina, —se refirió a su gusto exótico por los deportes extremos— pero eres un buen ejemplo, en general. Lo digo en serio.

—Uhm, sí. Tal vez. Pero oye, ¿qué tienen de malo los deportes extremos? Un poco de adrenalina, de vez en cuando, no está mal.

—¿Qué tienen de malo? Bueno, empezando por el hecho de que tu vida corre riesgo cada vez que los prácticas...

—No es así —justificó—. En realidad, si tomas los recaudos necesarios, las probabilidades de perder la vida son muy, muy, muy bajas. Te mostraré algún día. ¿Te imaginas? Podríamos hacer paracaidismo. Eso estaría bien para empezar.

Frágil e infinitoWhere stories live. Discover now